Los cambios económicos en Brasil y el rol estratégico del agro.

Según las últimas informaciones, Brasil implementara cambios económicos de fondo para salir de la actual crisis de recesión con inflación de 6%% anual, que repercutirán negativamente en nuestra economía de no corregir urgente el rumbo económico. Al asumir el 1° de enero próximo el segundo periodo presidencial, Dilma Rousseff cambiaría su equipo económico por referente pro mercado para achicar el descontrolado gasto fiscal y fomentar el aumento de las producciones, para poder sostener gastos sociales imprescindibles. Es un mensaje concreto a los mercados después de ganar la última elección: menos demagogia y populismo, con más sentido común en el manejo de la economía, dejando de lado la ideología.

Autor: Arturo Navarro Consultor - 24/11/2014


Aprovecho los cambios económicos y políticos en Brasil, para insistir con mi propuesta de institucionalizar el funcionamiento de las entidades del agro para la recaudación de un aporte del productor. El rol que ha tomado en Brasil el agro es muy importante, que culminara con la asunción de la Senadora Katia Abreu, presidenta de la Confederación Nacional de Agricultura (CNA), como Ministra de Agricultura en el nuevo gabinete, para trabajar al mismo nivel de decisión con Armando Monteiro ex titular de la Confederación Nacional de la Industria (CNI), designado en el Ministerio de Desarrollo e Industria.

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La estrategia sería no más discriminación entre los sectores en un trabajo en conjunto con el mismo nivel de decisión, para colocar la mayor cantidad de productos transformados, en todos los mercados del mundo. ¿Podremos hacer lo mismo nosotros? ¿Somos capaces de hacerlo?

A esta altura del debate en nuestro país, nadie puede ignorar -ni oficialismo, ni oposición- el rol estratégico que juega el sector agroindustrial en la consolidación del crecimiento y el desarrollo sustentable de la economía nacional. Claro está, si se respeta el federalismo fiscal, como determina nuestra Constitución y con reglas de juego iguales para todos los sectores de la economía.

Por eso, la Comisión de Enlace con las otras entidades de productores, debe definir en forma urgente una estrategia para trabajar en forma institucional como hicieron en Brasil, para poder recuperar poder político y llegar a manejar las políticas del sector desde los principales cargos políticos. Asuman nuestros dirigentes que el individualismo ha perdido vigencia en todo emprendimiento económico y político en el siglo XXI.

Un sector que invierte anualmente 500.000 millones de pesos para producir todos los cultivos, que genera el 56% de nuestras exportaciones, da trabajo al 36% de los argentinos y aporta el 44% de los impuestos, no debe seguir trabajando como lo viene haciendo, dividido en diferentes entidades cada una con propuestas individuales que nunca se llegan a concretar por falta de un lobby institucional profesionalizado para apoyarlas.

Han pasado más de seis años del conflicto que originó la 125. En este tiempo, el sector agropecuario no ha sabido concretar propuestas para aprovechar todo el potencial que tiene el complejo agroindustrial. Sin un amplio acuerdo del sector, la seducción a los partidos políticos fue remota en otras ocasiones. En el nuevo escenario electoral la situación está por repetirse si no tenemos capacidad de cambiar.

No debemos seguir hablándole al sector, hay que hablarle al conjunto de los ciudadanos o votantes si queremos producir cambios, sobre lo que representa el sector en nuestra economía, qué necesitamos para poder mejorar y qué podemos aportar para el conjunto del país si cambian las políticas, por medio de una campaña de comunicación profesionalizada permanente con recursos aportados por ley por los productores, como hacen en Brasil desde el año 1964 que se creó la Confederación Nacional de Agricultura (CNA).

La mejor estrategia para los cambios que necesitamos, es mostrar al sector que trabaja pensando en lo general, que apoya los cambios que necesita el país en la nueva gestión política y que tenemos propuestas por mayoría para nuestro sector, entre las cuales debe estar el proyecto para institucionalizar las entidades de productores para concretar un sistema de recaudación gremial por ley, que nos permita poder trabajar profesionalmente en la nueva acción gremial para poder proponer y defender las políticas de estado que necesitamos en todos los ámbitos que se discuta.

Coincidir en una propuesta común desde un sector no supone la pérdida de identidad de las distintas entidades. Aceptar las diferencias por mayoría nos permitiría un trabajo de largo plazo, como viene realizando Brasil desde 1964 cuando planificó el rol de la producción agropecuaria y agroindustrial en el país y creó por ley la Confederación Nacional de Entidades Agropecuarias (CNA) para trabajar en una acción institucionalizada pública-privada permanente en la defensa de las propuestas, sanción de las mismas y control de la gestión de las políticas públicas.

Hoy en día, sus dirigentes tienen un gran protagonismo en el trabajo parlamentario y en la concreciones y seguimientos de la políticas públicas, a nivel nacional e internacional, mostrando a los productores mucho más unidos que al principio del sistema, ante los resultados concretos después de 50 años, coronado ahora con la posible asunción del Ministerio de Agricultura por la presidenta del CNA.

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Con todos estos argumentos y otros que se podrían agregar, como dirigentes del sector tenemos la obligación y responsabilidad de proponer algo similar a lo de Brasil para poner en marcha todo el potencial dormido de aumento de producción y exportación transformadas con mano de obra argentina que tiene en el Complejo Agroindustrial.

Una entidad similar a la CNA de Brasil tiene que estar integrada por todas las entidades nacionales formada por productores (las cuatro gremiales y AACREA y AAPRESID) en una Fundación o Centro de Estudios Estratégicos, entidad que recibiría los aportes de todos los productores por un sistema de recaudación obligatoria por ley. No estoy hablando del 2°%, estoy pensando como mínimo un 1%. Es fundamental la inclusión de las seis entidades, porque no se puede pretender recaudar fondos a todos los productores si muchos de ellos no se sienten representados en las cuatro entidades gremiales. De la misma forma las entidades específicas de cada producción y servicios deben tener lugar en el cuerpo asesor de políticas generales.

La Fundación o Centro de Estudios Estratégicos por medio de un Consejo Directivo, sería el responsable de distribuir los fondos según sean los objetivos y los porcentajes fijados previamente por el estatuto de formación. Entre los cinco objetivos principales puedo mencionar los siguientes:

1- Proponer, elaborar, concretar y hacer su seguimiento de todas las políticas de estado que tienen directa influencia para la producción, transformación y exportación del sector agropecuario y agroindustrial.
2- Ejecutar en forma permanente todo el trabajo de lobby profesionalizado interno y externo a nivel público y privado para mejorar la competividad del sector.
3- Proponer y trabajar en todas las modificaciones necesarias para mejorar la educación, la investigación y formación laboral inclusive en el diseño de las carreras cortas y de oficios.
4- Diagramar y ejecutar en forma permanente la comunicación y marketing que sea necesario para ir cambiando la imagen pública del sector agropecuario y agroindustrial.
5- Distribuir equitativamente el aporte dispuesto por ley para la acción gremial en las entidades nacionales en sus trabajos específicos de apoyo a cada uno de sus asociados.


La institucionalización de las Entidades en una entidad similar a CNA, con estos objetivos específicos a cumplir, es el reaseguro para darle -como ocurrió en Brasil- estabilidad permanente a las Políticas de Estado.

La institucionalidad va a permitir también, la recaudación gremial por ley a los productores para financiar dichas gestiones y de esa forma asegurar que las políticas trasciendan la gestión de los actuales dirigentes y gobierno.

De esa forma permitirá concretar propuestas por mayoría, terminando con los descreídos, que creen que es imposible trabajar unidos sin perder la propia identidad de las entidades de base que forman la entidad supranacional para trabajar e influir en las grandes políticas del país.