Los predadores y los guanacos amenazan al suelo y a la producción ovina patagónica.

Los pastizales disponibles no alcanzan para todos: hay 2 millones de ovinos y entre 2,5 a 3 millones de guanacos libres comiendo en las tierras del sur.

Advierten por el riesgo de desertificación. Hay entre 3,5 y 4 millones de raciones de pasto disponibles y entre 5,5 y 6 millones de animales comiendo en el territorio sureño.

Autor: Kitty Vaquero en Clarín Rural - 07/07/2022


Por las restricciones que imponen los pastizales, en las provincias del sur del país predomina la actividad ovina. Allí la realidad de los ovejeros es muy diferente a la del centro y norte del país debido a la escasa disponibilidad de pasto de calidad, las grandes extensiones necesarias para la producción, las temperaturas extremas, los depredadores al acecho y el crecimiento de la población de guanacos que ponen en riesgo la actividad.

Esto lo conoce muy bien Miguel Obyrne, productor fueguino, quinta generación de ovejeros de Santa Cruz y actual presidente del Instituto de Promoción de la Ganadería (IPG) de esa provincia.

La unidad económica definida para Santa Cruz hace décadas fue de 15.000 a 20.000 hectáreas para poder tener entre 3.000 y 6.000 lanares. En cambio, “en la provincia de Buenos Aires para tener 3.000 animales necesitás quizás de 400 a 600 hectáreas”, dijo Miguel. “La diferencia de pasto se corrige con inversiones en molinos, subdivisiones internas, 30 o 40 veces más metros de alambre, etc.”, explicó.

En esa provincia, el punto de subsistencia está por arriba de los 2.500 lanares. “Con 3.500 ya podés empezar a vivir y de ahí para arriba es un negocio que podría funcionar”, sostiene el ganadero. Actualmente, el promedio está en 3.000 animales por establecimiento. Según, Miguel, hay una carga posible promedio es del 0,10 a 0,15 cabezas por hectárea. “Son unos 2.000 animales en 20.000 hectáreas, por eso hoy hay 650 establecimientos cuando en 2002 eran 950”, lamentó.

Tal como contó Miguel, la región de la meseta central, la más pobre de la provincia, está siendo abandonada. “Se ha dejado de producir por una sucesión de eventos a través del tiempo: el cambio climático que ha dejado un aumento en la temperatura y sequía, el crecimiento de los predadores y especialmente de los guanacos. Es un proceso en pleno avance y los pronósticos a mediano y largo plazo son peores que los actuales”, advirtió el productor.

Históricamente, en Santa Cruz hubo entre 4 y 6 millones de cabezas ovinas pero en la actualidad hay apenas algo más de 2 millones según Senasa. “Los pastizales disponibles no alcanzan para todos, hoy en la provincia hay más guanacos que ovinos comiendo, hay 2 millones de cabezas y se estima que entre 2,5 a 3 millones de guanacos libres que comen mucho más que una oveja, su crecimiento es enorme”, remarcó el titular del IPG.

Según relató Miguel, en 1995 se prohibió el aprovechamiento comercial del guanaco y se interrumpió una cadena de utilización milenaria que venía de los pueblos originarios ya que su fibra es una de las más finas del mundo después de la vicuña. “Sin ningún tipo de control ni predación, la especie comenzó a crecer y pasó de 250.000 cabezas en el año 2000 a cerca de 3 millones hoy”, detalló. Estos animales están libres en el territorio y aunque en 2019 se hizo un plan nacional para el aprovechamiento integral del guanaco que incorporaba la utilización de la carne además de la fibra, con la irrupción de la pandemia, el avance de las acciones se interrumpió y recién ahora se está retomando.

“El problema que más preocupa hoy, desde el punto de vista de la sustentabilidad, es la protección del suelo santacruceño porque tenemos más animales comiendo en la provincia que el pasto que produce”, señaló Miguel. “El INTA estableció que hay entre 3,5 y 4 millones de raciones de pasto disponibles al año en equivalente ovino y tenemos entre 5,5 y 6 millones de animales comiendo en equivalente ovino”, añadió. Por eso, el productor considera que todos están “contribuyendo a un desastre anunciado” en los próximos diez o quince años. “La desertificación se está poniendo más grave porque la mayoría de los herbívoros que están sobre la provincia no están bajo control, es un problema serio, si esto no se mira a largo plazo y se controla, va a seguir cayendo la producción, habrá menos cobertura territorial, menos familias en el campo, menos arraigo, menos trabajo”, analizó.

Para Miguel, otro de los factores negativos que afectan a la producción ovina patagónica es la predación que ha aumentado significativamente. “Se ven zorros y pumas que no se habían visto en 80 años”, indicó. La predación histórica en una majada en el sur se ubicó históricamente en el 2% al 3% de pérdidas pero actualmente está en un promedio estimado del 7% al 8%”.

Las provincias patagónicas hicieron un planteo al Ministerio de Agricultura de la Nación para impulsar un plan integral a largo plazo para el control de las especies predadoras. “Si no hay una estrategia desde el Estado, los pobladores rurales y los productores irán desapareciendo, especialmente los pequeños que no tienen ninguna posibilidad de mantenerse”, lamentó Miguel.

Sin embargo, destacó que en la región “el productor es optimista, siempre está esperando las lluvias y cuando llueve, todo cambia”. El ovejero sabe que en la Patagonia hay potencial para expandir y mejorar la producción y sus métodos. “Hay muchas oportunidades y eso alimenta las expectativas de los ovejeros patagónicos por cuestiones históricas, culturales y familiares, que no van a abandonar hasta último momento y van a seguir poniendo el pecho”, afirmó Miguel.