Argentina, potencia ganadera. Desarrollo economico del interior ( de Salta a Rio Negro)
En las últimas décadas aumentó fuertemente el consumo mundial de carnes, especialmente en los países en desarrollo y en particular en el este y sudeste asiático.
Autor: JORGE INGARAMO - 03/09/2011
Este fenómeno se explica por el hecho de que el aumento en la calidad de vida de la población, asociado al crecimiento económico, incentiva la diversificación dietaria y la incorporación de proteínas animales. Las perspectivas de crecimiento, en particular en los países emergentes, junto con la brecha todavía existente en el consumo de carnes entre países desarrollados y en desarrollo, permite esperar que esta tendencia continúe y se profundice (la OCDE espera M 3.200 de miembros en la clase media mundial, para 2020).
En este contexto, La Argentina no es actualmente un jugador principal en los mercados de carnes, aunque sí lo es en los mercados agrícolas -como ocurre con el maíz y la soja- y en el de biodiesel. Pero podría serlo, dado el rol importante que juegan los granos como insumo, para la producción de tres carnes (vacuna, porcina y aviar). De hecho, las principales potencias en producción de carnes son también potencias maiceras.
En efecto, cuatro potencias ganaderas representan el 73,9% de la producción de maíz y el 66,8% del consumo. Comparando producción y consumo, la participación respectiva es la siguiente: Estados Unidos 40,5 y 34%; China 19,7 y 19,3%; Unión Europea 6,9 y 7,8%; y Brasil 6,8 y 5,7%.
La Argentina podría duplicar su producción de carnes en 10 años, con incentivos adecuados y una inversión total de MU$S 7.500, un 41% de la cual podría absorberse con el ahorro de costos de transporte y comercialización que se genera al utilizar el grano internamente en lugar de exportarlo. Adicionalmente, el maíz y la harina proteica empleados en la producción de las tres carnes (vacuna, porcina y aviar), no pagan derechos de exportaciones o al menos no tributan las alícuotas elevadísimas que le corresponden a la materia prima. No hay base gravable para retenciones, si la carne se vende en su totalidad en el mercado interno.
El mundo demanda carnes, y Argentina puede aprovecharlo.
Una de las cuatro potencias ganaderas, la más reciente, es Brasil. De ser un proveedor insignificante en los mercados mundiales hasta 1997, luego de la devaluación de 1998, consiguió en algo más de diez años, ser el primer exportador mundial de carne vacuna y de pollo (con 20,7 y 37,1% del mercado mundial, respectivamente, en 2011) y el tercer exportador de carne de cerdo, con 10% del mercado. Para lograrlo, no sacrificó el consumo de su población, que será este año superior a 100 kg por habitante, considerando las tres carnes: 38,7; 13,4 y 48,7 kg de carnes vacuna, porcina y aviar, per cápita.
Ya se dijo que La Argentina no juega actualmente un rol importante en el abastecimiento de la creciente demanda de carnes. Nuestro consumo interno de más de 110 kg por habitante de las tres carnes deja poco saldo exportable (principalmente carne vacuna).
En contraste con este pobre rol en el mercado de las carnes, nuestro país sí es importante como potencia sojera (una de las tres grandes del mundo) y maicera (segundo exportador mundial). La soja se produce, entre otras razones, para generar proteínas vegetales (45% en la harina) y éstas, como harinas o pellets, se exportan en su gran mayoría a países que las transforman en carnes (ejemplo: los de la Unión Europea). El aceite (18% de la molienda) se destina al consumo interno (una parte menor) y esencialmente se exporta (Argentina suele ser el primer exportador mundial) o se transforma en biodiesel, en el cluster aceitero de Rosario.
A partir de la demanda de etanol, se está organizando en Argentina una nueva industria local. En la transformación de maíz en etanol, algo menos del 40% es combustible y el resto es un alimento de alta calidad proteica y energética (DDGS, o sea, granos secos de destilería con solubles) que se destina a la alimentación de ganado, para carnes y leche.
Que La Argentina sea actualmente potencia en producción de soja y maíz implica una clara oportunidad para convertirse también en potencia en producción de carnes. Para la producción de carnes, además de proteínas vegetales, hace falta indispensablemente energía, que puede provenir de diversas cadenas de pasturas y verdeos o del empleo del maíz como planta, silo o grano. Este constituye uno de los usos más importantes del grano (aunque no el único ya que, como se sabe, admite transformaciones en más de 700 productos finales), y esto explica por qué las principales potencias maiceras tienden a ser potencias en carnes.
Dos iniciativas recientes, permiten combinar desarrollo ganadero, producción de combustibles limpios e industrialización en origen, del maíz y la proteína de soja, generando desarrollo en el interior argentino. Ya se sabe que hay maíz desde Salta hasta Río Negro, bajo riego. Estas iniciativas son:
1.- Plan MAIZAR Etanol Argentino. La Asociación Maíz y Sorgo Argentino presentó un proyecto que apunta a aumentar el área sembrada con maíz y sorgo en MHas 1,3; producir MT 10 entre ambos cereales, para ser industrializadas en etanol, exportando M 4 m3 de etanol argentino y proveyendo a la industria de producción animal MT 3,5 de alimento de alta calidad proteica y energética (DDGS). Se propuso desarrollar tres núcleos de maíz y etanol en zonas alejadas de los puertos.
2.- Nuestra propuesta presentada en el congreso de AAPRESID 2010 para duplicar la producción de carnes en diez años. Empleando la “protección” implícita del costo de flete a puerto (mínimo de U$S/tn 30), se induce la industrialización en origen y la transformación de granos forrajeros en proteínas de origen animal, tal como lo hizo Brasil, entre 1997 y 2010.
La Argentina podría hacerlo en esta década. Es posible duplicar la producción de las tres carnes principales, bovina, porcina y aviar, sin perder participación comercial en el mercado mundial de granos forrajeros, ya que no hará falta emplear todo el excedente maicero potencial. Se puede mantener una exportación de MT 12 - 14, como grano tal cual.
Suponiendo conversiones de 3,5 kg de maíz en 1 kg de carne porcina, y empleando 2,2 y 4 a 6 kilos de maíz, para carne aviar y vacuna, respectivamente, duplicar la producción actual de cada una de las tres carnes, o sea pasar de MT 5 a 10 totales, requerirá aumentar MT 17 la oferta de maíz. Admitiendo que es posible un 5% y un 2% anuales acumulativos, respectivamente, para crecimientos de área y rendimiento del cultivo, se lograrían MT 39,5, industrializando a nivel local el 68% de la producción de maíz (hoy es 40%).
Puede demostrarse que una combinación de la transformación del maíz en carnes, adecuando el portafolio a los costos relativos, exigiría una inversión de MU$ 7500, para expandir en MT 5 la oferta (la demanda mundial crecerá MT 32 y 67, en 5 y 10 años, respectivamente). Evitando los gastos de comercialización (a puerto) y otros derivados de exportar el grano tal cual, el ahorro intra-cadena alcanzaría como mínimo U$S/tn 30. Sólo este ahorro financiaría el 41 % de la inversión requerida
Obviamente, habría un aumento en la demanda de proteína de soja, principalmente para la producción de pollos y en menor medida, de vacunos y cerdos.
“El” momento.
Así como la devaluación y el ímpetu empresarial de sectores industriales concentrados permiten explicar la expansión brasileña (un milagro que llevó menos de diez años), hoy se combinan en La Argentina programas de promoción a los biocombustibles, principalmente para el mercado interno, con la expectativa de muy buenos precios para la carne vacuna en los próximos seis a siete años y la fortaleza del Real, que frena o al menos dificulta la expansión brasileña.
Por eso, este es el momento y más si, una vez pasado el proceso electoral, se operan correcciones al tipo de cambio, tendientes a reducir los costos domésticos en dólares o a abaratar las inversiones requeridas para las transformaciones propuestas.
Duplicar la producción en diez años significa algo más del 7% anual acumulativo. Es una tasa poco menos que “china” y perfectamente alcanzable. Deben existir muy pocos proyectos productivos en La Argentina, que puedan ofrecer un aumento de MU$S 12.000 a 15.000 de exportaciones, a diez años, considerando sólo el negocio de las carnes.