¿Quién financia a la universidad pública?

Todos sabemos que el gasto público en educación es crucial para asegurar la incorporación de niños y jóvenes al difícil mundo laboral de este siglo XXI, en el cual se profundiza la competencia entre las naciones globalizadas ya a escala planetaria.

Autor: ALIETO GUADAGNI - 11/10/2010


También sabemos que el gasto público en educación primaria es históricamente fuertemente progresivo, es decir ‘pro-pobre‘, ya que en las escuelas primarias publicas por cada alumno que proviene del 20 por ciento más rico de la población hay cinco que provienen del 20 por ciento más pobre. También sabemos que el gasto público en educación primaria es lamentablemente insuficiente, ya que apenas 5 de cada 100 niños asiste hoy a escuelas con jornada horaria extendida, incumpliendo así la Ley de Educación sancionada en ,que establece que esta proporción debería ya alcanzar al 30 por ciento este año 2010. La situación es más grave en las escuelas públicas de los suburbios del Gran Buenos Aires donde habitan hacinados millones de pobres, con claras insuficiencias educativas ya que menos de 2 niños cada 100 tiene las posibilidades de acceder a escuelas con jornada extendida. Esto denota un serio atraso social y educacional, baste decir que prácticamente casi la totalidad de los niños chilenos tiene ya los beneficios que significa acceder a escuelas con jornada extendida.
   El panorama es distinto cuando consideramos el gasto público universitario; recordemos que por cada 8 alumnos de la universidad pública que provienen del 20 por ciento más rico de la población hay apenas uno que proviene del 20 por ciento más pobre. En este sentido es ilustrativo prestar atención a lo que nos dice el último Censo Universitario de la Universidad de Buenos Aires (correspondiente al 2004). Si queremos saber si el gasto público universitario es ‘pro-pobre‘ es importante prestar atención a la proporción de alumnos universitarios de la UBA que provienen de escuelas públicas. Las cifras nos dicen que hay un fuerte predominio de alumnos que provienen de escuelas privadas pagas. Por ejemplo, en la Facultad de Derecho hay 18.104 alumnos que provienen de escuelas privadas (58 por ciento del total) y apenas 12883 que han egresado de escuelas públicas. En la Facultad de Ciencias Económicas tenemos 27.559 alumnos que vienen de escuelas privadas (62 por ciento del total) y apenas 16.555 que han egresado de establecimientos públicos, es decir casi 2 de cada 3 alumnos. En todas las Facultades hay predominio de alumnos egresados de escuelas privadas, con la única excepción de Filosofía y Letras, donde hay 7686 alumnos originarios de escuelas públicas y 6445 de escuelas privadas. Este Censo nos dice que en toda la UBA había 161.212 estudiantes provenientes de institutos privados y apenas 127.239 que habían egresado de escuelas secundarias públicas. Es decir que más de la mitad de los estudiantes de la UBA (el 56 por ciento) habían egresado de escuelas privadas. Esto significa que el gasto público universitario no puede ser considerado ‘pro-pobre‘, ya que concentra sus beneficios en los estamentos medios y medios-altos de nuestra sociedad.
   Ante esta realidad, que va más allá de los prejuicios o visiones simplistas y reduccionistas, es evidente que cualquier esquema que signifique que quienes tienen recursos contribuyan solidaria y razonablemente a sostener la universidad pública que los capacita para mejorar sus futuros niveles de ingreso puede mejorar la equidad distributiva. De esta manera, con una visión auténticamente social se podrían, por ejemplo, generar recursos financieros para que los niños pobres accedan rápidamente a los beneficios de una fortalecida y bien equipada escuela pública primaria, tal como lo dispone la lamentablemente incumplida ley sancionada en el año 2005.
   No es fácil presentar y justificar como ‘progresista‘ una situación en la cual los pobres, que no acceden a la universidad pública por la sencilla razón que en su inmensa mayoría no concluyen el ciclo educacional medio, terminan financiando con impuestos regresivos la educación de quienes son mas ricos que ellos.
   
   Por Alieto Guadagni. Miembro de la Academia Nacional de Educación.