No alcanza con el boicot.
El autor propicia la cooperación y no el enfrentamiento para solucionar los problemas de abastecimiento y precios de la carne. Recuerda que la actual producción ganadera obligará a reducir el consumo en 25 kilos per cápita anuales. A la hora de buscar responsables, señala al Gobierno y a sus políticas para el sector. Recomienda consumir otras carnes y más vegetales.
Autor: ARTURO NAVARRO - 20/02/2010
El boicot a la compra de carne vacuna no va a alcanzar para bajar el precio y cambiar la política ganadera porque es tan grande el daño producido al sector con las políticas del gobierno en los últimos cinco años, que se necesita otro tipo de acción de la Asociación de Consumidores Libres como de las otras entidades de defensa al consumidor. El tomate es un producto estacional cuyo abastecimiento puede solucionarse en 15 ó 30 días, mientras que el abastecimiento de carne vacuna -para mantener este inédito nivel del consumo-, requiere más de tres años siempre que se implementen las políticas correctas y previsible que necesita el productor. No hay que esperar por lo tanto con el boicot resultados iguales para dos productos totalmente diferentes en los tiempos para su producción.
Lo más positivo para una efectiva defensa del consumidor, por la abrupta suba del precio de la carne, es un trabajo conjunto entre todos los protagonistas de la cadena pecuaria y el gobierno en la difusión y concientización por todos los medios, de que es necesario modificar -en forma permanente y no coyuntural- la dieta de consumo de carne vacuna por otras carnes sustitutas y un mayor consumo de vegetales porque hace muy bien a la salud. La actual producción de carne en el país alcanza solamente para consumir 50 Kg por habitante y exportar solamente la cuota Hilton y menudencia que en el país no se consumen.
Con el actual volumen de producción de carne es necesario reducir el consumo en 25 kg por habitante/año si no queremos terminar importando carne, escenario que sería intolerables como imagen del país en el exterior y para la planificación y el desarrollos de un plan que integre a todas las producciones de granos y carnes -vacunas, aviar, porcina y lácteos- y todos sus derivados, como son los biocombustibles en todas las regiones del país. Además de significar la mejor receta para una efectiva acción geopolítica arraigando los ciudadanos nativos es sus lugares de residencia, permitiría atomizar los altos costos de fletes que tienen muchas zonas del país al transportar mercadería de mayor valor, más livianas y a sus destinos específicos para consumo o exportación evitando falsos fletes que tiene el actual sistema de producción, transformación y consumo que termina pagando el productor y el consumidor.
La acción en conjunto entre todos los protagonistas de la cadena pecuaria y el gobierno se debería focalizar también en un trabajo a mediano plazo en el apoyo de una política de carne moderna con un sesgo exportador a todos los mercados del mundo. Cuando más carnes exportemos, el país dispondrá de mayor cantidad para el consumo interno. No se debe perder más tiempo en concretar una propuesta integral con toda la cadena. Hay demasiados trabajos o propuestas sobre qué hacer para un aumento significativo de la producción. El país está en condiciones en pocos años -usando la gestión de productores de punta en genética, sanidad y manejo- producir 4 millones de toneladas de carnes que abastecerían el mercado de carne interno con 2 millones a 50 Kg por habitante/año y los otros dos millones serían para exportar, situación que cambiaría el futuro local de la ganadería. Solamente hace falta consensuar y sintetizar una propuesta que deje de lado ideologías y las recetas del pasado, presentada en el Congreso para una ley que dé previsibilidad a toda la cadena pecuaria.
No se debe seguir mintiendo a los consumidores y buscando responsables por lo que sucede con la carne, porque el único culpable es el gobierno y sus políticas. Tampoco seguir defendiendo políticas populistas y demagógicas de carne y pan barato para salarios bajos, tan arraigadas a la idiosincrasia argentina.
Hay que terminar con este progresismo berreta y hacer lo que hicieron todos los gobiernos socialistas de nuestros vecinos países que se abrieron al mundo para atender efectivamente en forma moderna la seguridad alimentaria de todos sus pobladores, pero especialmente para los que menos tienen o están afuera del sistema. El mejor ejemplo de una política efectiva y eficiente es Uruguay, por lo cual sería recomendable que dirigentes y políticos crucen el charco, aprendan de qué se trata en situ y hagan algo similar.
Lo que necesita la cadena pecuaria -con 2 millones de puestos de trabajos- es tener políticas de estado y terminar con el doble estándar sanitario para que exista competencia en iguales condiciones de todos los operadores en el abastecimiento de los mercados interno y externo en simultáneo.
Conjuntamente el país tiene que adoptar rápido un sistema para la venta y la distribución de la carne por cortes. Empaquetando, porque es mucho más eficiente para el aprovechamiento de la media res y abaratará la llegada de carne al consumidor eliminando ineficiencias del sistema.
Pretender mantener las políticas económicas que generaron más de 12 millones de ciudadanos, que no tiene cubierta las necesidades básicas para vivir, sería un nuevo atropello a la razón y al sentido común de todos los argentinos con las condiciones que tenemos para producir alimentos. Necesitamos un cambio de fondo en las políticas y en nuestra dirigencia si realmente se quiere solucionar definitivamente los problemas estructurales que tiene el país. Hay que salir de la coyuntura y pensar en el largo plazo.
Para concretar dicho objetivos no hay otra receta que volver a la libertad y al funcionamiento pleno de todos los mercados para promover el aumento de producción y la fijación del precio de los bienes. El mercado siempre funciona como está ocurriendo actualmente, con el precio de la carne que -por mayor demanda y por falta de producción- aumenta el precio final a pesar de los precios máximos fijados por el gobierno. Estas políticas o falta de políticas nos llevaron además a estos ciclos estacionales de caída y aumento de producción de carne desde hace tantos años. Nos llevo a estancarnos en un stock de 50 millones de cabezas mientras que Brasil, que tenía hace 35 años la misma cantidad que nosotros, y hoy tiene 200 millones, es el primer exportador del mundo.
Una nueva dieta
Optar por otras carnes sustitutas y un mayor consumo de vegetales
Por la escasez
Es necesario reducir en 25 kilos anuales por habitante el consumo de carne