Un diálogo sin futuro

En el diálogo entre el gobierno y las entidades rurales todos están pagando un precio demasiado alto. El gobierno en su imagen y en el nivel de lo que recauda y las autoridades de las entidades, sometidas a un cuestionamiento interno muy peligroso. Mientras tanto los auto convocados –que no participan del diálogo- viven entre la anomia y la anarquía.

Autor: ARTURO NAVARRO - 13/04/2008


El cuadro es el siguiente: (1) Cristina Kirchner realizó una bienvenida política a los dirigentes agropecuarios, (2) los técnicos del Gobierno y de las entidades discuten la 'letra chica' de las resoluciones y (3) los funcionarios avanzan en su intento de fragmentar el frente agropecuario.
   
   Los representantes de las entidades intentan conseguir en las negociaciones definiciones políticas que no encontrarán. Porque el gobierno ya definió lo siguiente:
   
   No concederá más de lo que ya anunció.
   El secretario Moreno sigue presionando a los ganaderos para que manden hacienda al mercado.
   Amenaza con presionar impositivamente a los productores.
   Mantiene cerrado el mercado de exportación de trigo desautorizando el al ministro de economía el día que anunciaron el aumento de las retenciones y de las retenciones móviles.
   Intenta que el sector sienta el “rigor” porque cree los que los productores le arruinaron el 1er. semestre de 2008.
   Mientras el gobierno convoca a los productores al debate técnico específico intenta reconstituir su frente político reuniéndose con gobernadores e intendentes municipales. En definitiva, trata de “ganar tiempo” especulando con la ansiedad de los productores agropecuarios, apostando a que estos se equivocarán antes que ellos y perderán la “pulseada”.
   
   Una de las pruebas de esta estrategia es el intento del gobierno de romper el frente agropecuario, con una reiterada apuesta sobre la Federación Agraria Argentina y Coninagro, prometiendo medidas que pueden ser más atractivas para ellos.
   
   Lo que nadie está advirtiendo –incluido el gobierno- es que se ha producido una unión de hecho entre grandes y pequeños productores que los dirigentes convocados no controlan.
   
   En este punto el gobierno ha cometido un error: no haber citado a la mesa de diálogo a los llamados “autoconvocados”. La realidad dice que ellos han casi desbordado el mandato de los dirigentes. Porque son ellos los que bloquearon las rutas, los puertos y las vías férreas.
   
   Es cierto que estos autoconvoados son un movimiento espontáneo no corporativo, sin representación gremial. Pero el no reconocimiento de este fenómeno es como querer apagar un incendio con nafta.
   
   Por lo tanto, ¿qué se llevan los dirigentes de las entidades cuando abandonan la Casa Rosada? Cierta insatisfacción porque todos coinciden en que con la tregua habían otorgado más de lo que ganaban, aún cuando la situación alcanzaba niveles de gravedad en el abastecimiento que podía volver intolerable su relación con los argentinos urbanos.
   
   Es probable que la tensión del conflicto no baje pero tampoco se incremente. Mientras tanto, los productores venderán lo menos que puedan y guardarán todo lo posible para no sacrificar el trabajo del año. Esta será seguramente la respuesta al interés únicamente fiscal del gobierno nacional que intenta aplacar la inflación que el mismo ha generado.
   
   El gobierno debería mirar las consecuencias de este conflicto en un contexto más amplio:
   
   Disminuirá la recaudación impositiva municipal y provincial;
   Habrá una baja significativa en la recaudación por derechos de exportación, poniendo en peligro el superávit fiscal.
   Se realizarán menos inversiones y menor actividad en todos los pueblos del interior.
   Achicamiento del área sembrada con menor tecnología, provocando una caída de producción.
   La conclusión es que en las reuniones entre gobierno y productores no se avanzó casi nada. Analizándolo en profundidad, se perdió otra oportunidad extraordinaria para alcanzar entendimientos sólidos, por no querer pagar un costo político menor derogando totalmente la medida que provoco la reacción del campo y del interior.
   
   El paro agropecuario deja otra enseñanza: cuando el reclamo es justo es legítimo movilizarse para reclamar en la forma que sea, pero siempre dentro de la ley, por los derechos afectados de cada uno.