Más que una amenaza, la soja es una oportunidad
La soja es un símbolo de la nueva economía y de la sociedad del conocimiento, bases fundamentales del crecimiento de los países en el siglo XXI.
Autor: VICTOR TRUCCO - 05/04/2008
En los últimos 20 años, en el agro argentino han ocurrido importantes transformaciones, que requieren un cambio de paradigmas para interpretarlos. En los años 70, se empezó a sembrar soja, 50 años después que EE.UU.. Se pensaba que la soja, "acá no venía". A fines de los años 80 se empezó a hacer siembra directa, lo que significó la sustentabilidad de la agricultura y la ampliación del área productiva. Tierras consideradas marginales en el sistema convencional, pasaron a ser tierras aptas en el concepto de siembra directa. Se logró mayor estabilidad de las cosechas por eficiencia en el uso del agua; mejor respuesta al uso de fertilizantes, etcétera.
La sinergia entre soja y siembra directa, resulto una convergencia tecnológica de alto impacto. Con la llegada de la biotecnología este proceso se acentuó, se simplificó el control de malezas y de insectos. La informática, la mejora de las comunicaciones y la profesionalización del agro aumentaron su productividad.
La producción de soja se incremento 1000 veces en la Argentina, en poco más de 30 años. Junto con la soja, creció el polo aceitero más competitivo del mundo y se transformaron los puertos argentinos.
Hay que darse cuenta que es con la venta de la soja y sus derivados que se pagan las investigaciones científicas y la innovación tecnológica. La soja es un negocio de 25.000 millones de dólares. Un fenómeno no previsto, no comprendido y del que se empezó a hablar en los últimos años y por ignorancia se lo llamo "sojización".
De acuerdo con el nuevo paradigma, la productividad de la tierra está determinada por el valor de la producción que podemos genera en ella. Cada actividad agropecuaria es capaz de generar un valor por el uso de la tierra en cada cosecha. En las circunstancias actuales el cultivo de soja ha pasado a ser la actividad más rentable y eso explica porque la soja avanza, restando superficie a otros cultivos y otras actividades como las ganaderías de carne y de leche.
Ahora bien, la mayor productividad de la soja ha obligado a la ganadería de carne y leche, a "transformarse", a hacerse más intensivas, pero no a desaparecer. La vaca no hace fotosíntesis, no necesita capturar la luz solar, por lo tanto no necesita superficie, necesita alimentos que la agricultura le puede brindar. Por otra parte, el trigo y el maíz pasaron a ser socios de la soja en la rotación.
El nuevo paradigma consiste en usar el suelo, para producir granos y forrajes y consumirlos en áreas restringidas. Con el nuevo paradigma la consigna es "ganar - ganar": soja y ganadería; soja y trigo; soja y maíz.
La mayor rentabilidad de las empresas agropecuarias está transformando los pueblos del interior, la industria de la maquinaria agrícola, las plantas de almacenamientos; la infraestructura de los campos, etcétera.
El productor ya no es necesariamente el propietario de la tierra. La producción se articula en una red de contratos: arrendamiento de la tierra, servicios, comercialización física y futura y seguros, entre otros. El cultivo de soja ha ido creciendo por convergencia tecnológica, innovación tanto en lo científico y técnico como en lo organizacional. Además ha sido importante la innovación institucional: la desregulación de la biotecnología y la propiedad intelectual, pilares de la sociedad del conocimiento. Esto sí es función del Estado.
La nueva economía es la que surge de la incorporación del conocimiento como factor fundamental en la creación de riquezas y en la alta productividad; es la que ha permitido pasar de una actividad realizada en un garaje a una gran compañía como Apple. En el modelo argentino, jóvenes sojeros, han pasado del asesoramiento, a formar sociedades (que algunos denominan pooles) y a sembrar miles de hectáreas e incorporando tecnología, lo que les ha permitido crecer económicamente. Por supuesto, asumiendo altos riesgos económicos, que hay que tener en cuenta. Este es el aspecto social de la sojización, han sido estos jóvenes, los más indignados por el aumento de retenciones y los más activos impulsores del paro y el corte de ruta, de estos días.
La nueva economía tiene tres rasgos fundamentales: a) se centra en la información y el conocimiento, como base de la producción, la productividad y la competitividad; b) es una actividad globalizada y c) está basada en una organización en un sistema de "redes". Es lo que ocurre con la soja en la Argentina.
La soja no es una amenaza, sino una oportunidad, constituye una demostración de cómo se pudo construir una cadena competitiva, no hay que castigarla con retenciones, hay que premiarla porque es el mejor ejemplo de distribución de riqueza tanto social, como geográficamente para un país que necesita descongestionar las grandes ciudades. No se puede matar a la gallina de los huevos de oro.
La comprensión de la evolución del cultivo de soja nos puede enseñar el camino a la "Argentina soñada": moderna, integrada al mundo, con bajo niveles de pobreza, próspera, educada, con hospitales públicos a la altura de los conocimientos actuales, con universidades de primer nivel; con provincias unidas por autopistas inteligentes. Es la Argentina en que queremos ver crecer a las nuevas generaciones.
Se necesita que el ciclo de rentabilidad e inversiones de la soja continúe. Es la base del crecimiento en el siglo XXI. Es indispensable tener en cuenta estos hechos y conceptos a la hora de buscar soluciones sustentables. No trata de sojización, en todo caso es un sojazo.
El autor es presidente honorario de la Asociación Argentina de Productores en Siembra Directa (Aapresid)