Es hora de elegir en serio. Editorial del diario La Nacion

El XV Congreso de la Asociación Argentina de Productores en Siembra Directa (Aapresid), que se acaba de realizar en Rosario, ha sido una manifestación de la dedicación, entusiasmo y energías que anidan en sectores privados del país por hacer las cosas bien y que se realizan, efectivamente, de ese modo.

Autor: EDITORIAL - 21/08/2007



    En el caso de Aapresid se trata del campo, la explotación inteligente de la tierra y los recursos que la tecnología moderna ha puesto a su servicio y de la difusión de ideales de progreso, no de consignas populistas que claman por prebendas del Estado, en unos casos, y en otros, contribuyen a destruir la cultura del trabajo.
   
   Pocas veces se registra un encuentro de la magnitud como el logrado por esa convocatoria, que reunió casi 2000 asistentes, entre productores, especialistas en diversas áreas de la industria y el comercio vinculados con la vida rural, académicos, profesores y profesionales aplicados al desenvolvimiento de la agricultura y la ganadería. Ahí estaba el núcleo de hombres y mujeres que han hecho posible que la Argentina haya duplicado, en 20 años, la extensión de hectáreas cultivadas y cuadruplicado la producción.
   
   No fueron pocos los expertos que llegaron del exterior para tomar contacto directo con un universo de hombres y mujeres que ha dado lugar a que el campo argentino haya dado más de sí mismo, en las últimas décadas, que otros emprendimientos agropecuarios correspondientes a sociedades más desarrolladas que la nuestra.
   
   Aapresid no es una entidad cuya naturaleza se corresponde con la defensa de los intereses gremiales del campo. Para eso están otras entidades. Su función ha sido estimular, desde los orígenes, a comienzos de los años ochenta, el crecimiento sustentable de la producción agropecuaria sobre la base de la siembra directa, la rotación de cultivos y la divulgación de cuanta novedad, fundada en la ciencia y la experimentación, se encuentre a disposición de quienes trabajan la tierra.
   
   Los discursos oficiales despectivos hacia el campo, la difusión de hipótesis absurdas y mezquinas sobre una colisión de intereses entre la industria y las actividades rurales, como si los intereses de ambas no estuvieran coligados y retroalimentados a diario, y las intervenciones estatales que han infligido un daño imperdonable a no pocas actividades rurales, como ha sucedido recientemente con la ganadería y la lechería, tuvieron en Rosario una contrafigura espontánea y natural.
   
   La otra Argentina es la que estuvo en Rosario. La de la reflexión, el trabajo y la perseverancia, no la de la crispación y la irresponsabilidad cívica que significa actuar con un horizonte de no más de 24 horas por delante. Fue, por lo tanto, ajena a este congreso la Argentina imprevisible en relación con su propio futuro, como esa que asombra al mundo por manifestase de manera cotidiana a través de decisiones gubernamentales, no sólo graves por lo inconsultas, sino por haber sido resueltas privadas de consideración respecto de la prospectiva general del país y del mundo.
   
   El congreso de Aapresid dio el ejemplo opuesto. Se realizó bajo el lema de "Reinvención & prospectiva" para acuciar así la imaginación de todos los actores de la cadena agropecuaria a fin de perfeccionar los procesos productivos, con cuidado por el suelo y el ambiente, y teniendo en cuenta los nuevos contextos que se abren para los mercados mundiales.
   
   Pocos sectores del país, si es que hubo alguno, han contribuido estos años en mayor medida que el campo a la recuperación económica argentina. Sólo ha pedido trabajar en libertad y sin que lo esquilmen. No ha lesionado derechos de nadie y, por el contrario, cuando ha elevado la voz de protesta contra las acciones de un Estado que despilfarra a costa de lo que succiona del desempeño de los particulares, no ha recibido sino palabras destempladas, como si fuera un quejoso irredimible.
   
   En poco más de 60 años, según se puntualizó en Rosario, la población mundial ha crecido tres veces. Podrá llegar a ser en 30 o 40 años más de 8500 o 9000 millones de personas. Para alimentarlas habrá que seguir perfeccionando los sistemas de producción o aumentar, en su defecto, en 750 millones de hectáreas las tierras en cultivo, según estimó el profesor Otto Solbrig, profesor emérito de Biología Evolutiva, de la Universidad de Harvard. Es como decir que habría que sumar, a los suelos bajo laboreo, otras 25 pampas argentinas. ¿De dónde saldrían, si todos conocemos las limitaciones existentes aun en países de enorme extensión, como China?
   
   Con la participación de protagonistas de otros segmentos del país, el congreso cerró con la invitación a sumar voluntades al proyecto "Darse cuenta". Es decir, a impulsar, por un lado, una movilización nacional sobre la base de repensar, cada uno en su área, cuáles son las actitudes, las ideas, las iniciativas que han hecho posible el crecimiento individual y el de las sociedades modernas. Y a revisar, por otro lado, qué comportamientos, por más que se expresen a gritos y se funden en mitos, han contribuido al rezago de la Argentina y de otros países latinoamericanos en relación con la evolución mundial. Va siendo hora de elegir, pero en serio.