Más participación política para construir poder
El sector agropecuario y agroindustrial debe definir su participación en política partidaria si realmente quiere construir poder para concretar las políticas de estado que viene reclamando desde hace años. Las consecuencias de esta grave falencia las estamos viviendo actualmente, y no debemos seguir culpando a la dirigencia política como si fuera la única responsable de los problemas.
Autor: ARTURO NAVARRO - 07/06/2007
Hay que asumir primero nuestra responsabilidad si hay autocrítica y vocación de cambio en nuestra dirigencia. Estoy convencido de que para poder consolidar una exitosa acción gremial empresaria, hay que complementarla con la participación de los dirigentes sectoriales en la política, como la mejor forma de consolidar el poder político.
Las alternativas son: seguir trabajando en la acción gremial en forma atomizada sin ningún poder en el diseño de las políticas para el sector o tomar la decisión de participar en cualquier fuerzas política que esté de acuerdo con nuestra forma de pensar como ciudadanos.
A diferencia de los otros sectores nacionales que unifican su acción gremial más allá de las disidencias parece que el sector agropecuario disfruta cuantas más entidades hay. Y no se asume que mientras nosotros no tenemos capacidad de unificar una propuesta, los gobiernos de turno se aprovechan e implementan sus políticas con el apoyo de alguna de las entidades del sector.
Si los dirigentes se tomaran la molestia de observar que los temas del sector en el Poder Legislativo se tratan, en la mayoría de los casos, con un gran desconocimiento y con un sesgo anticampo se van a dar cuenta de la urgente necesidad de cambiar la acción gremial y de involucrarse en la política partidaria para defender los intereses de los productores. En la gran mayoría de los casos quienes intervienen en la definición de nuestros temas en el ámbito parlamentario son los dirigentes de la CGT, de la UIA u otros grupos importantes.
Yo me hago las siguientes preguntas: ¿estamos dispuestos a seguir con este tipo acción gremial empresaria del sector agropecuario?; ¿de qué nos sirve ser el sector que aporta más del 50% de nuestras exportaciones, el que da trabajo a un 36% de los argentinos, el que aporta el 45% del total de impuestos del país, pero no tenemos poder en las definiciones de las políticas nacionales y sectoriales?, ¿le conviene a una sociedad y tiene lógica, que el sector más importante y eficiente de la economía nacional renuncie a su responsabilidad de promover las políticas para el conjunto de los argentinos y el sector agropecuario en particular? La sociedad se merece una respuesta a esta insensatez política del complejo agroindustrial, pese a que tiene un considerable poder económico.
No estoy proponiendo un partido político sectorial. Tampoco la participación de los dirigentes tiene que ser en un solo partido. Quien asume debe saber que primero están los intereses generales de los ciudadanos. Lo que necesitamos es que cuando se traten los temas del sector -más allá de las ideologías de cada legislador- lo pueda hacer con propiedad.
Debemos advertir el avance de los otros sectores del país y del mismo Gobierno, que siempre mira al sector agropecuario como el aportante principal de los recursos que necesita el Estado, sin importarle las políticas que necesita para el mediano y el largo plazo.
Hay que asumir que el sector responde siempre y en forma inmediata al único incentivo que motoriza a cualquier otra empresa: poder trabajar con rentabilidad en un marco de libertad y con previsivilidad porque funciona la división de poderes. Por eso precisamos tener políticas de Estado para que cuando cambie el gobierno no se modifique lo sustancial de la política y se impidan que un funcionario pueda intervenir en forma discrecional en las decisiones empresarias del productor.
Hay que asumir también que sólo con la participación en política no vamos a poder revertir la actual situación del sector y que vamos a precisar varias instancias electorales para poder tener un grupo importante de legisladores en el Congreso. Lo que sí estoy seguro es que, mientras tanto, necesitamos hacer docencia en todos los debates sobre el sector para evitar que se sancionen sin conocimientos nuestra leyes.
Para complementar la acción política tendría que haber una sola voz del campo. Mientras no haya capacidad de poder unirse en una Confederación Nacional de Entidades Agropecuarias similar a la que existe en Brasil, que, al menos, las entidades que estén de acuerdo se pongan a trabajar en conjunto en una propuesta para la comunicación del sector con nuestros consumidores. Esa sería una forma de revertir la imagen que tiene del sector agropecuario y agroindustrial en la sociedad y de esa forma apoyar la concreción de las políticas que necesitamos, facilitando el trabajo de los legisladores en el Congreso.
Por otra parte, Brasil exhibe un ejemplo por tomar en cuenta: en el Congreso el 31 por ciento de los diputados defiende y representa al sector en una suerte de bloque interpartidario.