Misiones: un precedente preocupante
Quisiera hacer un alto en mi gestión docente sobre los temas que afectan al sector agropecuario y agroindustrial en sus políticas especificas y fijar públicamente mi opinión sobre algo mucho más importante para todos los sectores y ciudadanos del país.
Autor: ARTURO NAVARRO - 11/11/2006
Me refiero al significado que tiene para el funcionamiento de las instituciones las elecciones a constituyente en la provincia de Misiones el próximo domingo, tema excluyente en esta semana y que debe llevar a toda la dirigencia a tomar partido y definir –tanto sectorial como individualmente- de qué lado se encuentra en estos momentos difíciles de la patria. Esta afirmación esta sustentada en el convencimiento de que el triunfo del oficialismo en Misiones será el primer paso para la reforma de la Constitución Nacional, acción que intentará perpetuar -también indefinidamente- el proyecto del actual Gobierno.
En la medida en que en un país no funcionen todas las instituciones acordes a una república respaldada por una real división de poderes, no habrá ninguna posibilidad de poder defender intereses sectoriales o particulares. Aun en los momentos de bonanza económica como la actual es necesario tener instituciones fuertes ya que, justamente, esa bonanza tiene muchas más posibilidades de consolidarse en el tiempo a través de mecanismos transparentes y consensuados y no -como ocurre actualmente- volverse efímera por decisiones de un grupo reducido de funcionarios. Por estos motivos hay que actuar ahora: debemos evitar quejarnos después por no haber participado o haber respaldado indirectamente estas actitudes que intentan consolidar un proyecto hegemónico a nivel nacional, y que trae como consecuencia –a futuro- la probable reelección indefinida de nuestros gobernantes y el grave deterioro institucional que ello implica.
Independientemente del resultado del domingo, el problema es el precedente que se instaura: la idea de que la reelección indefinida es una opción, una posibilidad acorde a las dimensiones del poder que se construye. Amparada por la ecuación siempre efectiva entre recursos del Estado por un lado y un nivel de pobreza cada vez más crítico por el otro (cuyo resultado es el clientelismo), la perpetuidad en el poder a través de la reelección indefinida es posible. Por esa misma razón, en Misiones no sólo está en juego una elección provincial sino el futuro de un sistema.
En la provincia de Misiones todas las fuerzas políticas, sindicales y sociales -sin distinción de ideología y credo- han hecho una propuesta opositora en conjunto porque saben que el proyecto del gobernador Rovira es inviable para la provincia: no están funcionando las instituciones ni la división de poderes; aquellos ciudadanos que no piensan como él están en una situación de angustia e indefensión, para los cuales no existe clemencia de ningún tipo; el clientelismo -como ha quedado demostrado abiertamente en estos días- es una práctica no sólo habitual sino necesaria para la consolidación de un proyecto que halla sus fundamentos en la miseria y la tragedia de sus ciudadanos; la opinión pública conoce la corrupción enquistada en el poder (un poder que hasta se da el lujo de tapar crímenes relacionados con él); etc. Con la reelección indefinida Rovira quiere consolidar su proyecto hegemónico y la sociedad en su conjunto reaccionó diciendo basta y aglutinándose en un bloque cívico y republicano: todos debemos adoptar la misma actitud si queremos construir un país diferente y terminar con este tipo de actitudes y personajes que no le hacen el más mínimo favor a la dirigencia política del país y mucho menos a éste.
Un régimen democrático y republicano está sustentado principalmente en la alternancia en el poder de distintos partidos y dirigentes. La reelección indefinida va en contra de este principio y da lugar a actitudes que indudablemente terminan en un sistema corrupto y autoritario: dejan de funcionar la división de poderes y las instituciones, y todos los cargos son cubiertos por amigos y parientes en detrimento de la idoneidad (como también se demostró estos días). Todo esto, por supuesto, manteniendo la apariencia formal del sistema democrático a través de elecciones teñidas de clientelismo. El resultado final de este experimento es el feudalismo seudo-democrático: una suerte de monarquía provincial que nadie que piense y obre sensatamente a favor del país puede avalar, ya sea explícitamente, indirectamente a través del miedo o motivado por las repercusiones económicas que puedan acarrearle una crítica al Gobierno.
Muchas y trágicas son las experiencias que demuestran la gravedad del problema: cuando se avasallan las instituciones ante la indiferencia de la sociedad, en muchos casos no hay retorno. Lo que un sistema organizado y saludable precisa para continuar en ese estado armónico es el funcionamiento pleno de todas sus instituciones, un régimen económico previsible e independiente de los favores de cualquier funcionario, políticas de largo plazo en materia de educación, salud y muchas otras áreas: la reelección indefinida, lógicamente, está fuera de ellas.-