La ganadería requiere cambios de mediano y largo plazo
La dirigencia nacional debe estar convencida de que para poder crecer sostenidamente hay que integrarse al mundo globalizado. De esta manera se podrá exportar en forma competitiva.
Autor: ARTURO NAVARRO - 14/05/2006
La receta para lograrlo -es decir, para consolidar una economía exitosa en forma permanente- es consensuar una política de Estado entre todos los actores del sector, y que sus logros positivos fomenten la continuidad del plan a través de los sucesivos gobiernos. Pero, por sobre todo, debemos asumir la idea de que tenemos que terminar con la sustitución de importaciones y la protección a empresarios prebendarios: evitar ahondar en este tema implica aumentar el nivel de pobreza y aumentar la brecha entre ricos y pobres.
Si no partimos de esta premisa fundamental -exportar competitivamente- cualquier apertura posterior de la economía será muy conflictiva. Esta es la situación actual que vive el país, con un dólar artificialmente alto que fomenta las exportaciones y limita al mismo tiempo las importaciones. De esta manera, el Gobierno queda sin instrumentos saludables para frenar el aumento de precios internos y debe recurrir a los controles de precios, un mecanismo que ya demostró su fracaso en el nivel mundial.
Pretender que un producto tenga un precio determinado en el mercado externo y otro en el interno es, por lo menos, infantil, sobre todo en el contexto de un mundo con economías altamente globalizadas. Es sabido que, por ejemplo, el petróleo, el fertilizante, los granos y la carne -entre muchos otros bienes- tienen un valor internacional que los determina el mercado de cada producto y no un país o una persona: aun con sus imperfecciones, estos precios son mucho más creíbles que cuando vienen digitados arbitrariamente por la realidad interna de un país.
La clave para manejar el aumento en el precio de un producto determinado es promover su uso o consumo, a través de incentivos fiscales o subsidios. De esta manera, la misma ley de la economía corregirá las anormalidades de los precios relativos internos. Como hemos repetido en reiteradas ocasiones, la diagramación de un Plan Ganadero Nacional es el gran desafío de la dirigencia agropecuaria: únicamente de esta manera pueden atenderse los problemas de consumo y abastecimiento internos, y a su vez garantizar la exportación de aquella "Marca Argentina", que es nuestra carne vacuna. Debemos juntar a todas las entidades del sector para dirimir en forma conjunta objetivos, manteniéndonos al margen de ideologías e intereses individuales. De lo contrario, repetiremos las experiencias negativas que vienen sucediendo en el país hace más de 60 años y que impidieron un crecimiento sano y sustentable del sector agropecuario.
El caso brasileño es el mejor ejemplo para ilustrar la necesidad de un Plan Ganadero Nacional. Hace 25 años Brasil poseía 50 millones de cabezas de ganado (la misma cifra que la Argentina); hoy el país vecino tiene 170 millones, mientras que nuestro país sólo 55 millones; Brasil es el primer exportador mundial de carne con 1.860.000 toneladas (en 2001 exportaba 748.000 con sólo 4000 toneladas de cuota Hilton) y nuestro país ocupa el tercer lugar con 770.000 toneladas. El consumo en Brasil aumentó a 36 kilogramos por habitante al año y nosotros bajamos a 61 kilogramos, sin aumentar nuestras exportaciones. Y, como si fuera poco, Brasil desarrolló carnes alternativas -pollo y cerdo- y fomentó su consumo y la exportación, mientras que en nuestro país aún continuamos discutiendo una política de todas las carnes para poder exportar las de mayor valor.
Hay una sola explicación para el milagro ganadero brasileño: su clase dirigente implementó cambios de mediano y largo plazo. Con esto logró ser el primer exportador sin que ello implicase desatender el mercado interno. Pero, sobre todo, se destaca la inteligencia de su dirigencia agropecuaria, que supo crear la Confederación Nacional de Entidades Agropecuarias, cuyo presidente es el representante de todo el sector ante el gobierno nacional. De esta manera, logró llevar 160 diputados al Congreso Nacional que representan los intereses del complejo y defienden las políticas sectoriales más allá de ideologías o regiones.
La institucionalización del sector le permitió hacer un seguimiento ordenado por ley de las políticas implementadas y también desarrollar una próspera industria de las carnes y un mercado a futuro con referencia del precio para inversores del sector.
En pocas palabras: el sistema funciona porque están al frente de éste profesionales reconocidos y de larga experiencia que vigorizan cada parte de la cadena del ganado y de la carne.
Si no ponemos en práctica estas pautas Brasil estará, por el momento, muy lejos.