Hay que actualizar el mínimo no imponible de ganancias

La alta presión impositiva sobre los salarios ha provocando un gran debate y mucha preocupación en el sector empresarial en general y en el agroindustrial en particular. Esta preocupación es similar en la CGT, la cual ha dado a conocer públicamente su posición

Autor: ARTURO NAVARRO - 01/02/2006


Al quedar totalmente desactualizada la base imponible del impuesto a las ganancias, se mantiene una injusta carga sobre el sector trabajador y que está en total contradicción con la estrategia declamada del gobierno de mejorar la distribución de los ingresos en nuestra sociedad. Por mayoría simple los legisladores que aprobaron la prorroga del sistema casi a libro cerrado -incluidos los de la CGT y otros de las fuerzas políticas que estaban en contra de la prorroga- en la sesión maratónica del Congreso de la Nación de diciembre pasado actuaron en contra del mandato de sus votantes y apoyando la estrategia del oficialismo que está en contra de los compromisos asumidos en la campaña electoral. Ningún votante dio su voto a esos legisladores para que le rebajen sus salarios, menos en una economía con una incipiente inflación, porque es el impuesto más injusto que se puede cobrar a los asalariados, ya que promueve un mayor número de marginados en forma directa.
   
   Como se aplica actualmente, el mínimo imponible de ganancia funciona como un impuesto al trabajo: sumándose a otras cargas que tiene los salarios, reduce los ingresos netos del trabajador e impide el blanqueo de muchos de ellos por la alta carga fiscal en el salario. La gran cantidad de asalariados que pagan esta injusta contribución es minimizada por las autoridades del Ministerio de Economía. Sin embargo, si son tan pocos los afectados, ¿por qué no se resuelve el problema en forma inmediata? ¿se pretende mantener el equilibrio fiscal a cualquier costo social a raíz del pago anticipado al FMI que podríamos perfectamente haber hecho en cuotas? Si con las actuales condiciones económicas -internas y externas- no podemos sacrificar ningún ingreso, ¿cómo van a hacer las autoridades para seguir con este modelo económico cuando vengan los años de las vacas flacas?
   
   Para ayudar a comprender de qué estoy hablando, en agosto de 1992 un asalariado soltero sin carga familiar pagaba ganancia si sus ingresos mensuales superaban los 1870 pesos. Este es el importe vigente en la actualidad después de una devaluación del 200% y con una economía en inflación. Si quisiéramos tener la misma relación de imposición del año 1992 hoy deberían pagar ganancia sólo quienes ganan más de 4060 pesos para poder comprar aproximadamente los mismos insumos.
   
   Con este sueldo de “pudiente” del año 1992 se podía comprar mensualmente 1645 kilos de pan francés o 3607 litros de leche fluida o 525 kilos de asado, mientras que en enero del 2006 se puede comprar solamente 743 kilos de pan o 1192 litros de leche o 219 kilos de asado. Los 219 kilos de asado que se compran mensualmente en la actualidad es un 58% menor al que se podía comprar en 1992. Este dato sirve para demostrar que el problema actual del precio de la carne no radica en que la carne sea cara sino en que los salarios perdieron el 58% de su capacidad de compra en este insumo.
   Si quisiéramos tener un mínimo imponible que sea igual en términos de leche del 92 debería ser de 5000 pesos y para comprar la misma cantidad de asado debería ser de 4390 pesos.
   
   Puedo afirmar sin equivocarme que en el sector agropecuario y agroindustrial hay muchísimos ingresos -en relación de dependencia o por facturación de servicios- que están en una brecha entre 2000 y 5000 pesos mensuales. A todos se les retiene por ganancias, mientras no le alcanza para cubrir los gastos mínimos necesarios, como por ejemplo el alquiler de vivienda o las cuotas hipotecarias, gastos del vehículo, educación de sus hijos y otros gastos corrientes que suben mensualmente porque la economía crece y aumenta la inflación. Esto se debe principalmente a la falta de una política económica coherente que sea previsible en el tiempo y competitiva con el comercio mundial, y a la vez que fomente la inversión.
   
   Para terminar con esta injusticia (si es que el objetivo real del gobierno es achicar la brecha entre los más ricos y los más pobres) es necesario actualizar el mínimo imponible sobre el impuesto a las ganancias que existía en 1992 y restablecer las deducciones que tenía dicho impuesto -eliminadas por el gobierno de De la Rúa- ya que fueron aplicadas en una emergencia económica que ya no existe. Estas son las medidas más urgentes que hay que tomar para que vuelva a existir esa gran clase media que tenia este país no hace mucho tiempo, la cual dinamizaba el mercado interno y era la envidia de nuestros visitantes.