Los cultivos transgénicos en Argentina

La biotecnología puede definirse como el empleo de organismos vivos para la obtención de un bien o servicio útil para el hombre. Así, la biotecnología tiene una larga historia, que se remonta a la fabricación del vino, el pan, el queso y el yogurt.

Autor: ARTURO NAVARRO - 11/07/2005



    Estas aplicaciones constituyen lo que se conoce como biotecnología tradicional y se basa en la obtención y el uso de los productos del metabolismo de ciertos microorganismos. Hoy también se emplean una gran cantidad de enzimas producidas por microorganismos en diversos procesos industriales, tales como la fabricación de detergentes, la manufactura del papel, la producción de alimentos y la industria farmacéutica, entre otras.
   
   
   La biotecnología moderna surge en la década de los '80 y utiliza técnicas, denominadas en su conjunto "ingeniería genética", para modificar y transferir genes de un organismo a otro. De esta manera es posible producir en bacterias la insulina humana para el tratamiento de la diabetes y la quimosina, enzima clave para la fabricación del queso y que evita el empleo del cuajo. La ingeniería genética también es hoy una herramienta fundamental para el mejoramiento de los cultivos vegetales. Por ejemplo, es posible transferir un gen proveniente de una bacteria a una planta, tal es el ejemplo del maíz Bt. Las plantas que contienen genes provenientes de otro organismo se denominan plantas transgénicas o genéticamente modificadas, y el empleo de la ingeniería genética en el mejoramiento vegetal se llama agro-biotecnología o biotecnología vegetal.
   
   
   Los objetivos de la biotecnología vegetal son varios, y van desde aumentar la productividad de los cultivos hasta generar mejores alimentos o fabricar medicamentos en plantas. Así, podemos distinguir tres "olas" de cultivos transgénicos:
   
   
   Primera ola:se refiere a los cultivos en los que se han mejorado rasgos agronómicos, como la tolerancia a un herbicida o la resistencia a una plaga. Son ejemplos de esta ola los cultivos transgénicos que se comercializan hoy en el mundo: soja tolerante al herbicida glifosato, maíz resistente a insectos, papaya resistente a virus, entre otros.
   
   
   Segunda ola: se refiere a los cultivos que generan alimentos más sanos y nutritivos que los convencionales. Son ejemplos el arroz con alto contenido beta-caroteno, maíz con alto contenido de lisina, papas que absorben menos aceite, maní hipoalergénico, etc. Si bien algunos de estos cultivos se están ensayando ya en campo, ninguno de los transgénicos se produce comercialmente.
   
   
   Tercera ola: se refiere al empleo de las plantas como fábricas de moléculas de interés industrial, como medicamentos, vacunas, biopolímeros, etc. Tal como ocurre con los cultivos de la segunda ola, los de la tercera también se encuentran todavía en fase experimental.
   
   
   Los cultivos transgénicos en Argentina y en el mundo
   
   
   Las variedades transgénicas que se cultivan actualmente pertenecen a la primera ola de transgénicos, es decir, la modificación genética está relacionada con el mejoramiento de rasgos agronómicos. Según el último informe del ISAAA (Servicio para la Adquisición de Aplicaciones Agrobiotecnológicas), en 2004 se sembraron en todo el mundo 81 millones de hectáreas con cultivos transgénicos, un 20% más que en 2003. Fueron 17 los países que sembraron estos cultivos, aunque más del 99% del área global se concentró en sólo ocho: Estados Unidos (59%), Argentina (20%), Canadá (6%), Brasil (6%), China (5%), Paraguay (2%), India (1%) y Sudáfrica (1%). El 60% de las 81 millones de ha. correspondieron a soja, el 23% a maíz, el 12% a algodón y el 5% restante a canola. Las características incorporadas fueron la tolerancia a herbicida (soja, maíz, algodón y canola), o resistencia a insectos - Bt (maíz y algodón), o ambas (maíz y algodón). Los cultivos resistentes a virus (papaya y zapallo) constituyeron menos del 1%.
   
   
   La tasa de adopción de cultivos transgénicos es una de las más altas en lo que se refiere a la incorporación de tecnologías al sector agropecuario argentino. Tal adopción refleja la satisfacción del productor al emplear los productos de la biotecnología, que le permiten, además de disminuir los costos, mayor flexibilidad en el manejo de los cultivos, disminución en el uso de insecticidas, mayores rendimientos y mejor calidad. Con casi 16,2 millones de hectáreas sembradas con transgénicos (17% más que en 2003), Argentina se posiciona como el segundo país productor de transgénicos, después de Estados Unidos. En la campaña 2004/2005, casi el 100% de la superficie sembrada con soja fue sembrada con soja tolerante al herbicida glifosato, mientras que los maíces resistentes a insectos (Bt) ocuparon casi el 60% del área cultivada con maíz y el algodón transgénico alcanzó un 40% (dos tercios fueron de algodón tolerante a glifosato y un tercio Bt). También se sembró maíz tolerante a glifosato, pero en áreas significativamente menores.
   
   
   Aprobación de cultivos transgénicos en Argentina
   
   
   La autorización para la comercialización de un cultivo transgénico está a cargo de la Secretaría de Agricultura, Ganadería, Pesca y Alimentación (SAGPyA), y se basa en los informes elaborados por tres comisiones asesoras. Por una lado, la Comisión Nacional Asesora de Biotecnología Agropecuaria (CONABIA), que realiza la evaluación de los posibles riesgos que puede causar la introducción del cultivo transgénico en el agroecosistema. Esta evaluación determina desde el permiso para ensayos en invernadero y luego en campo, hasta la flexibilización de las condiciones de experimentación, es decir, la liberación para siembra a escala comercial. Por otra parte, el Comité Técnico Asesor sobre uso de OGM del Servicio Nacional de Sanidad y Calidad Agroalimentaria (SENASA), evalúa los riesgos potenciales para la salud animal y humana derivados del consumo, como alimento, del cultivo transgénico o sus subproductos. Estudia la presencia de tóxicos, alérgenos y de posibles modificaciones nutricionales que se pudieran haber introducido por la transformación genética. Finalmente, y con un informe favorable de la CONABIA y del SENASA, la Dirección Nacional de Mercados Agroalimentarios determina la conveniencia de la comercialización del material genéticamente modificado de manera de evitar potenciales impactos negativos en las exportaciones argentinas.
   
   
   * FUENTE: www.ArgenBio.org