La crisis por la aftosa debe ser una oportunidad para el país
La crisis por el brote de aftosa en Corrientes tenemos que aprovecharla como una oportunidad para consolidar un sistema sanitario confiable, si realmente queremos ser un país exportador de alimentos a todas las góndolas del mundo. Tiene que ser un sistema que pueda asegurar la trazabilidad, la sanidad y la calidad de los alimentos, así como la de todos los procesos productivos e industriales.
Autor: ARTURO NAVARRO - 16/04/2005
En enero de 2005 fuimos declarados país libre de aftosa con vacunación por la OIE, lo que significa que el país está libre de la enfermedad. Esto fue comprobado por el Senasa en diciembre último, cuando no se registró reacción viral positiva en las muestras de sangre de los rodeos de Corrientes.
La única hipótesis de contagio que queda es la del ingreso del virus del exterior, siendo la causa más factible -por la cercanía y el tipo de frontera- el ingreso de animales o subproducto infectados de Brasil, Paraguay o Bolivia. De hecho, el 90% de las infecciones registradas en los países libres o libres con vacunación se producen de este modo.
Repasemos estos datos. Actualmente protegemos nuestros rodeos con una vacuna de primer nivel internacional. El virus detectado es el “O”, que está incluido en nuestra vacuna y es el mismo que infectó a Brasil y a Paraguay. La cadena de frío está asegurada por las fundaciones responsables de la vacunación. Finalmente, conforme la documentación del campo donde se registró el foco, todo el rodeo estaba protegido en tiempo y forma.
La cuestión es la siguiente: nuestro status libre de aftosa con vacunación no es defendible si el Senasa no puede identificar a la brevedad por dónde y de que forma ingresó el virus al país.
Pero para poder avanzar en esta investigación el Senasa debería, antes que nada, prestarle atención al siguiente dato: 3.000 cabezas de ganado indocumentado fueron a faena sanitaria en Formosa y Chaco, en diciembre y enero últimos. Está claro que semejante traslado de animales indocumentados no puede hacerlo un pequeño productor. Este tráfico sólo pueden realizarlo importantes empresarios, posiblemente con apoyo político.
Y esta cifra apenas sirve para ilustrar la verdadera magnitud del contrabando en esta zona de frontera. Por los riesgos sanitarios que representan estos movimientos no alcanza con la faena sanitaria. Hay que ir hasta el hueso con la investigación para terminar con estos delincuentes que por su avaricia han perjudicado nuevamente a toda la cadena de la carne y al país en general.
En esto radica la oportunidad que se nos presenta a raíz del brote de aftosa: hacer los cambios necesarios en nuestro sistema sanitario para no tener más sorpresas por negligencia y defender el status alcanzado.
Por empezar habría que crear una franja fronteriza de 100 a 300 kilómetros de ancho desde el límite internacional hacia el interior del territorio sometida a un régimen de control sanitario especial. Ello independientemente del trabajo en conjunto que se realice con los países vecinos para que la región pueda ser declarada libre de aftosa.
En esta franja fronteriza es imprescindible la identificación de los rodeos por un sistema de trazabilidad que permita identificar a cada animal por su origen y rastrear sus movimientos. Este sistema también ayudaría a terminar con todas las tropas indocumentadas, el abigeato y el contrabando. Hay que convertir la frontera en un problema de Estado para defender el status sanitario. Y hay que aplicar un sistema con premios y castigos, que sancione efectivamente a los irresponsables, sean del sector público o del privado.
Y en todo el país necesitamos un Senasa que esté a la altura de los organismos sanitarios del mundo. Debe ser un ente de manejo público exclusivo, con la responsabilidad de aplicar las normas sanitarias establecidas con total ecuanimidad.
No es compatible con esta idea el funcionamiento, tal como ocurre en la actualidad, de un Consejo de Administración formado por representantes de las entidades representativas de los sectores. No se puede ser juez y parte cuando hay que dictar una resolución o aplicar una sanción.
El Senasa debe tener una conducción netamente técnica, elegida por concurso, con estabilidad en el cargo y alejada de las presiones de la política partidaria y que dependa del Secretario de Agricultura.
Debería impulsarse asimismo la regionalización por provincia del organismo para que los gobernadores asuman las responsabilidades territoriales en el tema sanitario y puedan defender sus producciones y a sus productores como corresponde.
Las políticas sanitarias del país deben ser consensuadas y promovidas por un consejo asesor con todos los protagonistas de la cadena agroindustrial -tanto del sector público como del privado- a nivel del Secretario de Agricultura y Ganadería de la Nación, que es el responsable de dictar los trazos gruesos de la política sanitaria del país. En este sentido, la Comisión Nacional Asesora en Biotecnología Agropecuaria (CONABIA) es un modelo a seguir.