DEVALUACIÓN Y AJUSTE.

Ajuste (y muy duro) ya tenemos (de sobra), con o sin devaluación. Se analizan pros y contras de una mejora real del tipo oficial. No será gratis, no será fácil. Y tampoco segura. Es más difícil arreglar que hacer macanas y el oficialismo las acometió con más empeño, que el de su mera ideología, lo cual no es poco decir.

Autor: Lic. Jorge Ingaramo. - 20/11/2014


Un soplo de teoría.
Ni la devaluación ni la revaluación de la moneda implican -en sí- ajuste, en los países normales, es decir la una cuenta corriente externa relativamente equilibrada y políticas monetarias y fiscales sanas. En este contexto, cambios en el precio de la moneda se relacionan con shocks externos o con modificaciones en la conducta de ahorro e inversión locales. También con saltos de productividad no previstos (posi o negativos).
El ajuste nominal (Ej. Suba del tipo de cambio) tiene que ser respaldado por consistencia macro, para "adecuar" "sin dolor", comercio e inversiones externos, a la nueva situación. Esto no es neutro en las conductas de los agentes económicos locales. Por eso, devaluación se asocia a ajuste (menos consumo e inversión, menos importaciones y abaratamiento transitorio del precio de los activos locales o empobrecimiento -menor valor de nuestros activos-). Así, las nuevas conductas deben ser modificadas transitoriamente, hacia en "nuevo estado de equilibrio".
Chile es un país "tipo", en este sentido. Una caída del precio del cobre y otros exportables, junto con desconfianza inversora, están devaluando gradualmente su moneda, pero el ajuste es tolerable porque la macro no ha perdido consistencia, el Banco Central es previsible y existe un "seguro" que acumuló recursos en los años buenos, para emplearlos en los malos. Por ser una economía abierta, no endeudada, la modificación gradual del cambio, no desencadena ajustes salvajes (los precios relativos "libres" permiten el acomodamiento). Las buenas instituciones económicas ayudan y mucho.




El caso argentino.
El período 2003-07 fue de superávits gemelos y cambio alto. El estado se financió con más retenciones, ya que los precios internacionales lo permitían. No había grandes requerimientos de importación, por la capacidad ociosa de la industria y el incentivo a sustituirlas por producción local. El canje de la deuda redujo las necesidades fiscales y se pudo recuperar la tasa de inversión a medida que la capacidad ociosa se ocupaba, principalmente para vender al mercado interno (Con los chinos, distraídos).
El Boom de commodities y la inversión redundaron en tasas chinas y las políticas redistributivas no perjudicaron el comercio exterior.
Pero el gobierno, con Néstor de Primer Caballero, perdió el rumbo: atrasos tarifarios, retenciones exageradas, desde el 2009 (una vez que se pinchó la burbuja), des-endeudamiento del Tesoro (usando reservas del Central) y apropiación de la Caja de las AFJP fueron para redistribuir y consumir, suponiendo que eso atrae inversión y baja costos.
La defensa de la mesa de los argentinos (desestímulo a la exportación), y las jubilaciones masivas (sin aporte) fueron un conjunto de errores, entre otros, que desequilibraron al Tesoro, vaciaron al BCRA, destruyeron el abastecimiento energético, encarecieron artificialmente los costos locales en dólares y minaron la cuenta corriente externa.
Increíble pero real: aún con precios internacionales favorables y una tasa de interés bajísima en el mundo, los desequilibrios macro se volvieron insostenibles. Atraso cambiario y tarifario ya no dinamizaron la economía que, sin ingresos fluídos de capitales, se transformó en pura "soja y suerte". En 2009 y 2012, fallaron las cosechas y las respuestas de política solo contribuyeron a desequilibrios crecientes, sin evitar la recesión.
Consumo insostenible, fuga de capitales y escasez de divisas fueron la respuesta lógica al "cepo", que lleva tres años y ya es asfixiante, sin estar "Maduro".
En Enero, se devaluó mal y "con ajuste" (suba de tasas y control de la cantidad de dinero). Pero, al regresar a los mercados de capitales, todo indicaba que -tras la buena cosecha- se iba a aliviar el cepo e ingresarían los dólares que hacen falta, para una tasa de inversión "de equilibrio", que al menos no dañe la cuenta corriente externa.
Cayeron, este año, los precios internacionales y las exportaciones y la Presidenta decidió mal en el tema buitres, con lo cual -en un marco de déficit fiscal exorbitante- sólo quedaba elegir cuál sería el modelo de inevitable ajuste.
Es ingenuo esperar finanzas públicas equilibradas, cuando el Ejecutivo cree que cualquier gasto estatal evita el ajuste. Se optó por no devaluar y someter al sector privado al peor de los recortes de cantidades (inversión y empleo). El salario real cae, porque no hay divisas para importar y con aquél, se derrumba el consumo y por ende el empleo. La presión tributaria también afecta demanda privada y desplaza la inversión privada (por gasto fiscal improductivo e ¡inequitativo!).


Estamos, sin devaluar y con alta inflación, en el peor de los ajustes. Incluso las dificultades del agro pampeano y la demora en recomponer la balanza energética hacen prever un año 2015 muy negativo, a menos que ocurra el Milagro. Pero este no es seguro y aunque fuera consentido por la Presidenta (terminar, como sea, con el tema deuda) tampoco garantiza nada, porque nadie espera de la conducción económica sino represión, ideología vieja y errores como los que nos llevaron a la situación de enero pasado.

Si NO devaluar, también es ajuste; entonces... ¿qué?.
Los precios de los granos dejaron de caer. La cuenta de importaciones de combustibles se redujo 7%, en los primeros nueve meses del año. CIARA está liquidando de acuerdo a lo "convenido". Los controles sacaron al Blue de la tapa de los diarios. Los bancos están enojados, pero no pueden condicionar la política y se ven forzados a adaptarse. Los nuevos BONAD son la novena "maravilla", que antes fueron las retenciones y la inflación, para pasarle "a otro" el problema fiscal. La oposición parece trabajar para que el oficialismo no le tema.
Entonces: ¿por qué devaluar?. Si el oficial subió 42% en un año.
Pero:
- la brecha sigue por encima del 40%.
- la competitividad está dañada por la escasez de dólares. Al tipo de cambio de desequilibrio, no hay cómo disimularlo. La fuga no es más fuerte por "los perros".
- el ingreso o regreso voluntario de capitales se va a tomar "su tiempo".
- hay que incentivar las mejores tecnologías del campo, para compensar con volumen, los menores precios.
- habrá en 2015, de 5.000 a 6.000 M de dólares menos de expo y vencen M 14.000 (en billetes verdes).
- hay que reducir el gasto público, medido en exportaciones (U$S) y reducir -en 2 a 3% del PBI- el peso de los subsidios tarifarios, sin perder votos de la "poca" clase media restante.
- hay que incrementar en pesos, la recaudación de Aduana.
- hace falta menos emisión y menos inflación, para que la devaluación tenga un "efecto precio" digerible, antes de las paritarias y de la campaña electoral.
- es preciso estimular la demanda de bonos argentinos en todas las plazas. YPF debe volver rápido a Nueva York. Hay que refinanciar al Estado, como sea ...
- se debe evitar la entrega de las joyas de la abuela por "un plato de lentejas".
- París y Beijin deben ayudar al BCRA a recomponer reservas, etc.
- Etc.


Propuesta.
Hay que llevar a $10 u 11 el valor del Dólar oficial y cerrar el tema de la deuda en poco tiempo, a fin de que la actual recesión (puente hacia la Chau Rufo) no sea un "sacrificio al cuete". Se debe hacer bien. Y sin ideologías retardatarias. No será fácil (impo más caras, mayor costo de subsidiar energía, jubilaciones de la mitad o menos, de la canasta básica, entre otras múltiples consecuencias). Pero...
El país ya fue "abaratado" por las malas políticas. Ajuste, o pobreza, y entrega de joyas son el inevitable final de las familias que no desarrollan, ni administran criteriosamente la riqueza heredada.