Francia, ante un desafío urgente.

PARIS.- "Aunque suene pomposo, prefiero morir de pie a vivir de rodillas", dijo a Le Monde Stéphane Charbonnier, director de Charlie Hebdo, hace poco. Así, "Charb" explicó por qué no tenía ninguna intención de depender de su única arma: una lapicera. "Charb" figura entre los 12 muertos del brutal ataque perpetrado ayer en la sede de la publicación, en el corazón de París.

Autor: Por Luisa Corradini | LA NACION - 08/01/2015


Su muerte, como la de sus colegas y dos policías, no sólo significa una afrenta a los principios supremos de una democracia, sino que aumenta peligrosamente el creciente malestar de la sociedad francesa frente al avance de un islamismo que parece imparable. Peligrosamente, porque existe el riesgo de que la sociedad termine haciendo la amalgama entre islam y su expresión extremista -el islamismo- en un país donde viven más de tres millones de musulmanes.

Por esa razón, el presidente François Hollande llamó ayer con energía a la "unidad nacional" en su mensaje al país. Hollande, como la mayoría de la clase política y los medios de comunicación, sabe que en momentos de tragedia, cuando la barbarie golpea a ciudadanos franceses, la solidaridad nacional debe imponerse sobre el tumulto de la política cotidiana.

Los franceses están habituados a ese doloroso ejercicio. Si bien éste es el atentado terrorista más sangriento de los últimos 40 años, Francia padeció otras dos olas de ataques islamistas, en 1986 y 1995. Mas recientemente sufrió una matanza de niños en una escuela judía de Toulouse en 2012 y el asesinato del guía de montaña Hervé Goudel en Argelia el año pasado, degollado fríamente por un grupo afiliado a la organización Estado Islámico en Argelia.

Cada una de esas veces, LA NACION francesa se comportó como una familia en duelo, pues los muertos y los sufrimientos son infligidos a personas en su calidad de franceses, miembros de la comunidad nacional o representantes de sus valores culturales. Esta vez no fue una excepción.

El reflejo natural suele ser entonces la unidad nacional. Una unidad que supera las diferencias políticas e ideológicas. Cada vez, los intentos de recuperación o de explotación son considerados por la opinión pública como inadmisibles. El poder político es garante de esa "unión sagrada".

"Hoy no somos ni de derecha ni de izquierda: somos todos franceses. Dejemos de lado las diferencias partidistas y defendamos más que nunca la unidad nacional. Señor Hollande, todos estamos con usted. Por favor protéjanos", pidió ayer el diputado conservador Jéremie Bréaud.



A pesar de todo, la situación de la comunidad musulmana de Francia es particularmente sensible frente a todo acto abominable reivindicado por los jihadistas. Para esa gente, apacibles ciudadanos que sólo esperan vivir en serenidad, el grito lanzado ayer por los atacantes después de perpetrar su luctuosa faena (Allahu Akbar! -Dios es grande-) debe haber sonado como la explosión de mil granadas simultáneas en el jardín de la convivencia pacífica.

"No caigamos en la facilidad de las amalgamas. No son musulmanes quienes atacaron a Charlie Hebdo. Son terroristas", declaró a su vez un responsable nacional del Partido Comunista, Pierre Laurent.

Las caricaturas del profeta Mahoma publicadas por Charlie Hebdo obsesionaron al islamismo radical desde 2006, a partir del momento en que la revista reprodujo las caricaturas del profeta publicadas en Dinamarca.

Desde entonces, "los jihadistas las pusieron sistemáticamente sobre la mesa; las incluyeron en su léxico, en sus mensajes de Internet y en su disco duro", recuerda el experto Jean-Paul Rouiller.

"Es típico de esa gente: jamás olvidan. Y cuando golpean, intentan hacer el mayor daño posible", agrega.

BLANDIR LAPICERAS

Desde hace unos meses, un sospechoso silencio reinaba en torno al tema. "Tras la intervención de la coalición internacional en Siria e Irak parecían tener otras cosas más urgentes para hacer que ocuparse de Charlie Hebdo. La masacre confirma que la venganza está en el ADN de esa gente, que no tiene nada que ver con el verdadero islam", señala Rouiller.

Francia participa junto con Estados Unidos en una guerra contra Estado Islámico en Irak y Siria. Esa acción está destinada a combatir a los islamistas radicales que, por su progresión y fanatismo, borran fronteras históricas en Medio Oriente y hacen pesar una amenaza sin precedente sobre la paz mundial desde que terminó la Guerra Fría.

Los genocidios cometidos contra las minorías iraquíes, caldeas y yazidís, que recuerdan las horas más sombrías de la historia, consiguieron convencer a la opinión pública francesa, que presionó en favor de una intervención de la comunidad internacional. No es sorprendente entonces que ayer decenas de miles de franceses salieran a la calle blandiendo lapiceras para recordar que todos son un poco Charlie Hebdo.

"La libertad siempre triunfará sobre la barbarie", dijo Hollande. Un mensaje que parece ser bien comprendido por la mayoría de la población, incluidos los musulmanes de Francia..