AGRICULTURA PAMPEANA: ¿CÓMO VIENE LA CAMPAÑA? (a fines de Enero de 2015)

La violentísima caída del crudo y la pronunciada baja en el Euro, ayudan al fortalecimiento del Dólar -en relación a otras monedas- y a la disminución de la tasa larga en los Estados Unidos. Hay volatilidad por donde se la busque. Sobra liquidez, pero para las monedas duras. Las débiles se deben devaluar, lo que no sólo afecta a los precios de los alimentos, sino que también plancha las curvas de rendimientos futuros de estos activos. Y parece que... va para largo. La caída promedio ponderada, de precios del complejo soja, a fines de enero, es de 17,4% anual, y se perderían más de MU$S 4.500, aún teniendo buenas cosechas.
Autor: Lic. Jorge Ingaramo. - 30/01/2015
Un mundo líquido (para pocos) y volátil (para todos).
Es preciso considerar que el sector pampeano es netamente exportable y, por ende, depende crucialmente de las condiciones de los mercados internacionales, así como de la incapacidad del gobierno local para moderar tendencias negativas o potenciar cambios favorables.
El precio del barril de crudo cayó de U$S 106,5; el 12 de junio de 2014 a U$S 44,53; el 29 de enero pasado, es decir un derrumbe superior al 58%. Esto generó virulentos cambios de portafolios y un contexto de alta volatilidad, potenciado por los movimientos de los fondos de inversión.
Como en La Argentina, el precio del barril se fija en función de los costos locales de producción, de las regalías que esperan recibir las provincias y de los valores que admiten como costo nuestras refinerías (amén del "margen estacionero"), lo único que se logró es una mínima baja al consumidor, del 5%, en el precio de los combustibles. Como se ve, un aspecto favorable, para un país importador neto de derivados del petróleo, no puede ser capitalizado por los usuarios más importantes, en este caso el sector agropecuario que, a su vez paga fletes para trasladar cosechas, cuya relación precio-volumen se ha deteriorado significativamente.
Se da, entonces, la combinación de menores precios internacionales y locales de los bienes, una baja apenas perceptible de los costos y fletes y un impacto, menor aún, por mayor incidencia unitaria (por tonelada), al bajar más los precios, que los costos.
El Dólar, por su parte, venía apreciándose en el mundo, de manera vertiginosa, precisamente por el éxito de la economía norteamericana, entre otras cosas, para sustituir importaciones de petróleo y para aumentar exportaciones de gas y otros combustibles (baja del costo de fracking), lo que redundó en una balanza comercial consistente con una divisa apreciada.
Simultáneamente, la Unión Europea tuvo un magro año económico 2014, pese a algunas mejoras observadas en Alemania o España. Particularmente, asustado por la deflación, y luego de haber corregido los patrimonios bancarios, el Banco Central Europeo, que comanda la Zona del Euro, decidió aplicar facilidades crediticias, o sea emitir por B? 1,14 en 19 meses, hasta setiembre de 2016. Así, precipitó otra violenta corrida hacia el Dólar y la consiguiente baja de la tasa larga de los Bonos del Tesoro, absolutamente consistente con la salida de capitales de países en desarrollo, principalmente de los importadores de petróleo (que devalúan para paliar en algo la fuga).
La tasa larga cayó, en un año, 97 puntos básicos (a 1,68% a 10 años) y la paridad Dólar-Euro pasó de 1,395 en mayo, a 1,132 en la actualidad. O sea que el Dólar se revaluó 23%, con el consiguiente efecto declinante en el precio de las commodities.
Un párrafo aparte merece la conducta de los mercados en un contexto de altísima volatilidad, como el que estamos reseñando. La demanda de commodities, al ver que baja su precio insignia, de manera estrepitosa, tiende a retraerse ya que, por ejemplo, en los granos, hay cierta "simpatía" con los costos energéticos.
Los fondos especulativos amplifican las subas y las bajas, por sus violentos cambios de posiciones, todo lo cual produce un over-shooting, es decir un período de sobre-actuación, que tarda cierto tiempo en corregirse. Por eso, se aplanan las curvas de precios futuros en las principales commodities y, en general, las operaciones se concentran en posiciones cortas o disponibles (spot).
En este caso particular, tenemos la impresión de que el Dólar fuerte durará, por lo menos, un año y medio; en tanto que el precio del petróleo, según una encuesta (entre economistas) del Wall Street Journal alcanzaría los U$S 63 por barril, a fines de este año.
Precios internacionales.
Como consecuencia de lo anterior, la soja Chicago ronda los U$S/tn 356, para marzo, y apenas 2 dólares más para mayo, con una relación de precios con el maíz, de 2,43 y 2,39 veces. El cereal pasa de U$S/tn 146,3 (marzo) a 149,6 (mayo). Para el caso del trigo, los valores son de U$S/tn 186,6 y 188,3, respectivamente. Los precios de los aceites también han caído, más pronunciadamente en aquellos que son víctima de mercados especulativos (principalmente soja y palma, en Chicago y Asia) o pueden ser empleados en la producción de biocombustibles que, ante este precio del crudo, se vuelve más riesgosa.
Los precios FOB locales, dados a conocer por el MINAGRI, reflejan bajas anuales, a fines de enero, del 14,4 al 24%, lo que augura un valor todavía más bajo para las exportaciones en el corriente año, aún teniendo buenas cosechas. Así, el trigo cayó 24% y el maíz 18%. En el complejo, soja es notable la merma del 19,5% en la harina proteica, pese a la baja elasticidad de la demanda, mientras que declinan 14,4 y 16% el aceite y el poroto.
El resultado de comparar una cosecha de MT 53, con 36,5 de crushing, nos da, a los precios de cierre de enero, una caída ponderada del 17,4%, es decir MU$S 4,570. Algunos estiman una baja inferior, ya que en la primera parte del año pasado los precios no habían caído tanto. De todos modos, lo que importa para el productor, es la comparación punta contra punta, de la producción que él tiene en curso. Y ésta es la que se ve perjudicada.
El gobierno argentino, al revés de otros países latinoamericanos, como Chile ante la baja del cobre, está apreciando aún más la moneda local, lo que acentúa la ya dramática pérdida de competitividad que afectará a todo el sector exportador, si no se modifican las políticas. Así, la devaluación de los últimos 30 días, en el Tipo de Cambio oficial, anualizada, da apenas un 11%, cuando todos sabemos que la inflación de costos es del 27 al 30% anual. Los que toman posiciones Dólar futuro, pagan hoy $/U$S 10,54 para octubre, lo que revela más bien la evolución de las tasas de interés, ya que esto significaría una devaluación del 2,2% mensual, consistente con las tasas de las LEBAC a un año. ¿Tendrán razón?.
Precios y producción locales.
En el Mercado a Término de Buenos Aires se paga U$S/tn 131,5 por el trigo disponible (está en alza) y 154,2 es el valor máximo anual (julio).
El Ministerio ajustó hacia arriba la producción, que ya está plenamente cosechada, llevándola a MT 13,9, lo que daría un saldo exportable de MT 7,2 y un stock final de MT 2. El cupo habilitado hasta ahora es de MT 2,2 para grano y MT 0,3 para harina. Por consiguiente y, dado lo comentado más arriba sobre la volatilidad internacional, no hay demasiado entusiasmo por parte de la demanda de exportación.
El maíz cotiza en baja, tanto para el disponible como para la posición abril (U$S 112 y 124,8). Ya se ha sembrado el 95% de las MHas 3, que postula la Bolsa de Cereales de Buenos Aires. La de Rosario se arriesga a estimar una buena cosecha de MT 22,4; la que podría ser factible dadas las condiciones de humedad.
La soja, por su parte, se está terminando de sembrar. Según la Bolsa de Cereales de implantarían MHas 20,4. Cotiza U$S/tn 278 y 238,5, para las posiciones disponible y mayo, respectivamente. Al rinde de las tres últimas cosechas buenas, se lograrían MT 53.
Se sembrarán 880.000 hectáreas de sorgo (90,1% ya está implantado). En el disponible y para mayo se pagan, en el Término, U$S/tn 108 y 118.
Por último, en girasol, la Bolsa de Cereales estimó una disminución del 12% en el área, hasta alcanzar MHas 1,3; de las cuales 13% ya está cosechado. En Rosario se paga U$S/tn 275, por la escasa producción del Norte argentino, que está en proceso de recolección. Los rindes son muy buenos (qq/ha 19,5 y 18,0, respectivamente, para Chaco y el Centro-Norte de Santa Fe, con 95 y 50% del área ya recolectada).