Con la luz al final del túnel.

El final de la era K está a la vista. La Marcha del Silencio le marcó la cancha a un gobierno que agoniza atormentado por el descubrimiento de su esencia corrupta y artera.

Autor: Héctor A. Huergo en Clarin Rural - 21/02/2015



Hasta la incapacidad para gestionar la economía empalidece ante semejante exhibición de atrocidades. La sociedad dijo basta. Es inevitable encontrar un parentesco entre esta movilización masiva, y la del 2008, originada por la reacción del campo ante el intento de la Resolución 125.

Las razones son distintas. Pero hay un denominador común: el deseo de vivir en una sociedad sana y previsible, donde reine la libertad, la justicia, y se premie el esfuerzo.

El campo no quería otra cosa, y en aquel momento la sociedad lo siguió. Y el gobierno, entonces, desató sus bajos instintos, cortándole la mano al que le daba de comer. Se vengó sistemáticamente del sector más dinámico de la economía y la sociedad.

Puso sus mejores esfuerzos en dividir a su dirigencia, un reflejo visceral e ingenuo. Sonó ridículo, precisamente esta semana, ver a algún arribista celebrar acuerdos de facción a cambio de alguna prebenda. Post mortem.

El campo está unido desde sus raíces. No hay división entre "pequeños y medianos" y el resto. No hay divergencia entre proveedores de insumos, equipos y productores. Entre acopiadores y exportadores. Todos se necesitan, todos están en una red, un cluster que convirtió a la Argentina en el país modelo, tanto por su tecnología como por su organización.

El gobierno quiso poner el pie en la puerta giratoria de la historia, pero la inercia se lo llevó puesto.Empieza a cosecharse la última campaña de la era K. Un cosechón, porque de la tecnología no se vuelve. El clima ayudó como nunca. Viene bien, para compensar la caída de los precios. Sí, al gobierno también le viene bien.

Mejor así, para que llegue el fin de ciclo sin sobresaltos económicos y no le queden excusas para victimizarse. Agitarán la buena cosecha como un éxito de su gestión. En el campo, sabemos que ya tendríamos que estar en las 130 millones de toneladas, 30 más que ahora.

Faltan apenas diez días para Expoagro. Es la oportunidad que tienen ahora el campo y la agroindustria para mostrar su enorme potencial. Por allí desfilarán las principales figuras de la política, dirigentes sociales, empresarios. Será una fantástica manifestación de esperanza.

No hay otro sector, ni siquiera la quimera del "fracking", que ofrezca tanto presente y tanto futuro. Vendrán decenas de delegaciones de todo el mundo, convencidas de que la Argentina Verde y Competitiva encontró el camino de la producción eficiente y sustentable.

Vivito y coleando, a pesar de todo, el campo se dio a sí mismo el puente verde que necesita para el ciclo que viene. Nadie espera milagros. Pero está cantado que saldremos del absurdo. Que el tema con los chinos no es tirarles de noche el negocio de una represa en Santa Cruz, sino el flujo continuo de mejor comida para su población en pleno vuelo a la calidad.

Y China es simplemente la metáfora de un mundo integrado por 130 países que vienen a estos puertos a embarcar lo que producen las pampas. Donde la mayor dificultad es, absurdamente, cargar los barcos.Sobre la cosecha gruesa, la última que se levanta en la era K, viene el trigo. El más castigado de los granos por el cuento de "la mesa de los argentinos".

Llevamos cinco años de decadencia, hemos desabastecido a Sudamérica, que tiene que importarlo del Norte. Ahora se sembrará con este gobierno, pero se cosechará con el que viene.

En 1983, cuando se caía a pedazos el gobierno militar en la marea de reacción por las violaciones de los derechos humanos, y tras la debacle de Malvinas, el campo sembró el Trigo de la Victoria. Se logró la mayor cosecha de la historia. El gobierno de Alfonsín se encontró con un pan abajo del brazo.