AMÉRICA LATINA: QUINTO AÑO CONSECUTIVO DE MENOR CRECIMIENTO.

El crecimiento económico declina por quinto año consecutivo, en América Latina y el Caribe. En el bienio 2014-15, apenas iguala al poblacional. Las situaciones por región son disímiles, según el grado de dependencia del despegue norteamericano, por un lado, o de la caída en los precios de materias primas y la salida de capitales, por el otro. El FMI es optimista con respecto a 2016. En esta nota, se formulan claras reservas a ese respecto.
Autor: Lic. Jorge Ingaramo para Años de Campo. - 14/05/2015
En uno de sus tradicionales análisis regionales, el FMI evaluó la declinación, por quinto año consecutivo, en la tasa de crecimiento de América Latina y el Caribe. El año 2013 fue el último de crecimiento regional por encima del demográfico (2,9%). En 2014, apenas se logró el 1,3% y se proyecta una nueva caída, al 0,9%, en 2015. Recién para el próximo año habría una mejora, hasta el 2%, ya que el Fondo proyecta que, de una declinación de 1,0% en el corriente año, Brasil pasaría a un crecimiento de igual magnitud pero de distinto signo.
Para nuestro país, la estimación oficial indica estancamiento (0,5%) en 2014; prevé recesión (-0,3%) en 2015 y una penuria total para 2016 (0,1%).
Existen claras divergencias entre el Norte y el Sur de la Región: se prevén contracciones en tres de las economías más grandes de América del Sur, Argentina, Brasil y Venezuela, mientras que sólo Chile y Perú registrarían un leve repunte en 2015. Se proyecta estabilidad en el crecimiento de América Central y el Caribe y fortaleza en México. En el primer caso, por la reducción en los pagos de combustibles, ante el menor precio del petróleo y en toda la Región, de México, América Central y el Caribe, por la robusta recuperación que experimentan los Estados Unidos.
En cuanto a las perspectivas, no se descartan riesgos de nuevas bajas en las economías afectadas por el debilitamiento de los precios de las materias primas, vinculado a su vez a la tasa de inversión, que se desacelera en China. Fuertes dudas surgen, sobre todo en las economías en recesión o de bajo crecimiento, por los riesgos financieros de salida de capitales, ya que el FMI considera que se ha terminado el largo período de fuertes flujos favorables a la Región, a tasas de interés muy bajas.
No se efectúa una previsión detallada de la evolución del precio del petróleo. Aun así, no se espera una mejora en el valor de las materias primas lo cual, sumado a la posible normalización de la política monetaria de los Estados Unidos (y el consecuente aumento real en el valor del Dólar, tras la probable suba en las tasas de política), podría significar mayores perjuicios para las economías dependientes de la exportación de productos básicos.
Brasil, según la Institución, atraviesa la peor recesión en más de dos décadas. Por el contrario, México tendría un crecimiento del 3% -en 2015- gracias a las reformas implementadas por el gobierno de Peña Nieto y a su estrecha vinculación con los EE.UU.. Las economías de América Central se verían beneficiadas también por el contexto externo (bajas tasas y recuperación en los Estados Unidos). De allí que, en 2015, repitan el crecimiento del 4,2% registrado el año pasado. Finalmente, en la región del Caribe, cuyas economías dependen del turismo, se proyecta una mejora, hasta un 2,0%; en 2015.
El FMI diferencia entre Chile, Colombia y Perú y el resto de los países de América del Sur. Considera a las tres primeras, economías con dificultades vinculadas a menores precios de las materias primas y caídas en las inversiones empresarias. No obstante ello, sus sólidos fundamentos macroeconómicos dan margen de maniobra para la aplicación de políticas.
Venezuela entró en recesión a comienzos de 2014 y sufrirá una grave contracción en el corriente año. Finalmente, las presiones cambiarias se han atenuado recientemente en La Argentina, pero aún no se prevé un cambio en la tendencia recesiva, observada desde 2014.
La Institución destaca que, pese al menor crecimiento, la capacidad ociosa sigue siendo limitada. Lamenta que las expectativas de mediano plazo se sigan deteriorando, junto con las posiciones fiscales, en la mayoría de los países de bajo crecimiento. Pondera a la flexibilidad cambiaria, como una política que facilitaría el ajuste ante situaciones difíciles inmanejables, al reducir el desequilibrio y por ende las necesidades de financiamiento de la Cuenta Corriente Exterior.
Como siempre, insta a garantizar la solidez en las finanzas públicas, a evitar vulnerabilidades en el sector financiero, que podrían presentarse por la merma persistente en las ganancias empresarias y alerta sobre el eventual fortalecimiento del Dólar, como principal factor de desaliento, ante una recuperación vía mejores términos del intercambio.
Nuestra opinión.
Hay algunas cuestiones que merecen calificarse:
- Si bien se cumplen dos años de persistente deterioro en los precios de las materias primas, a raíz de una mirada más mercado-internista en el desenvolvimiento de la economía china, el diagnóstico del Fondo señala que este es el quinto año de caída en la tasa de crecimiento de la Región. Por otra parte, las facilidades cuantitativas de la Reserva Federal se prolongaron desde 2009 hasta 2014, mientras que el crecimiento sub-regional comienza a deteriorarse, luego de la súper tasa observada en Brasil en 2010: 7% de aumento en el PBI. Quiere decir que hay algo más que debe ser explicado: se vincula al aprovechamiento estratégico del boom de las commodities, en términos de una reconversión productiva o una mejora en la tasa de inversión, tanto física como en recursos humanos. Salta a la vista que la visión extractivista fue la que primó, para lograr redistribuciones más progresivas de los ingresos, pero sin motivar la radicación de capitales en proyectos productivos vinculados al comercio exterior, sobre todo aquellos que tienen que ver con la ya madura re-distribución internacional del trabajo industrial. No hay casos, ni siquiera en Perú o Colombia, de diversificación, por inversiones estratégicas en rubros industriales que, de manera sostenible y generalizada, reconviertan las economías para hacerlas menos dependientes de los recursos naturales. En una palabra, el extractivismo distribucionista ya era débil y limitado, como modelo, antes de que se produjera el reflujo de capitales y la baja en los precios de las commodities.
- No cabe duda que tanto Argentina, como Brasil y Venezuela son países víctimas de los excesos en el estatismo, la corrupción y el distribucionismo mal entendido. En Venezuela, hace rato que no hay inversiones. En Brasil, el modelo industrial lleva cinco años de desconcierto y, sobre todo, de auto-cuestionamiento, en lo que hace a su inserción externa. Nuestro vecino no dispone de políticas tributarias eficientes, que permitan un desarrollo de infraestructura competitiva; tiene una baja tasa de ahorro (y crecientes exigencias de "clase media") y, en general, padece de la fuerte competencia tanto de China (Asia en general) como de México, en materia industrial. De la Argentina, mejor no hablar, porque en la colección de errores estratégicos, sobre todo en cuanto a la inserción internacional, se han completado todas las figuritas del álbum.
- No sólo los tres países mencionados en el acápite anterior merecen comentarios, en cuanto al desaliento al accionar empresario. También en Chile han perdido calidad las políticas públicas y los estímulos a la inversión (muchos empresarios se han ido trasladando a Perú, como en los ?90s venían a La Argentina). Todo comenzó cuando Bachelet, en la presentación de su candidatura, anunció las reforma educacional, educativa y tributaria. Desde entonces, Chile se ha hecho muy dependiente de los precios de las materias primas y ha perdido el dinamismo que lo caracterizara en anteriores gobiernos, tanto de La Concertación como de la centro-derecha.
- Finalmente, está claro que la potencial recuperación, que propone el FMI para 2016, se vincula, en América del Sur, a un fuerte cambio de tendencia en la economía brasilera. Hoy estamos bajo un "presunto" ajuste fiscal, un intento de devaluación que todavía no ha consolidado una paridad previsible, y siempre con un marco de fuerte corrupción política y baja calidad, tanto de los servicios públicos como de la infraestructura o de la menguada inversión industrial. Por estas razones, entre otras, modestamente no creemos que necesariamente vaya a revertirse, en 2016, la tendencia depresiva que caracteriza al gigante del Sur. Su sector industrial debe recibir señales precisas de reinserción económica internacional, para que las nuevas inversiones (que darían vuelta el signo de crecimiento) reditúen lo suficiente para que se pueda aprovechar, en el mediano plazo, el efecto de una mera devaluación, que luce más improvisada que sostenible.
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