¿DE QUÉ HABLAMOS CUANDO HABLAMOS DE VOTAR?.

El autor de esta nota, poco propenso a la auto-referencialidad, cree haber superado una "crisis de ciudadanía", que le produjeran los acontecimientos vividos en los últimos días. Finalmente, por más que no sepa muy bien cuál será el resultado de ir a votar, se ha convencido que el destino de La Argentina no está echado, como parece. Siempre algo se puede hacer, desde la actuación política o desde la simple ciudadanía.
Autor: Lic. Jorge Ingaramo. - 08/08/2015
Al autor de esta nota, no le interesa demasiado la auto-referencialidad.
Uno siempre trata de tomar distancia, al analizar los hechos de la economía y su siempre difusa relación con la política.
Pero, esta semana, sufro (perdón una vez más por la Primera del singular) una fuerte presión por abandonar la objetividad analítica y transformarme en un simple ciudadano, que tiene que decidir por qué y para qué votar.
Siempre se dijo que la Dra. Carrió no tenía alineados los patitos, obviamente desde el punto de vista oficialista. Pero hete aquí que muchas de sus denuncias y las de los programas de Lanata, nunca investigadas seriamente por la justicia y nunca desmentidas por el accionar oficial, generan variadas dudas. De manera muy torpe, señalaré algunas:
- Si ha triunfado la narco-política en La Argentina, quiere decir que los textos constitucionales y aquellos que tienen que hacerlos cumplir, "han perdido". Si la Dra. Carrió dice que a Scioli lo van a matar para que asuma Zannini, entonces, ¿para qué vamos a votar?. Está todo como decidido. Con Scioli "parecerá que fue un accidente". No quiero ni imaginarme lo que puede ocurrir, si triunfa un candidato de la oposición. ¿O debo pensar que éste rápidamente se alineará con la narco-política, a fin de que no lo manden al otro mundo?
El oficialismo kirchnerista no se ha resignado a "no poner" su candidato, por lo menos a nivel nacional. ¿Estará insinuando que Scioli es provisorio?. O, por el contrario, ¿estará afirmando que "renunciarlo" es el verdadero Plan A?.
Cuesta pensar que lo que estamos viendo sea real, porque la primera sensación que surgiría a partir de esa constatación es que, sea lo que sea que decidamos en las PASO y en las elecciones nacionales, hay algo como inevitable en el acontecer político, que hace estéril cualquier esfuerzo por cambiar el rumbo. Y los esfuerzos que puede hacer un ciudadano de a pie, por cambiar el rumbo, son participar en política, si es un sujeto que tiene voluntad positiva o, al menos, ir simplemente a votar por quien considera la alternativa menos mala.
Es doloroso llegar a esta conclusión, sobre todo para quien como uno, piensa que La Argentina ya lleva un siglo de retrocesos, desde la ruptura del modelo virtuoso de la Generación del 80, que en realidad fue la puesta en acción del pensamiento más virtuoso todavía, de la Generación del 37, de Mitre, Alberdi y Sarmiento. Estos tipos tenían sus defectos, como es público y notorio. Pero al menos tenían un pensamiento positivo y una visión de algo así como un "destino manifiesto" para nuestra querida Patria y, mal o bien, pensaron, escribieron y trabajaron para que su proyecto llegara a buen puerto. Torcieron un destino y alumbraron otro muy diferente.
No podemos comparar la calidad intelectual de la virtuosa Generación del 37 con lo que hoy tenemos como opciones al entrar al cuarto oscuro, el próximo domingo. Dicen que ni Alberdi, ni Mitre ni Sarmiento eran buenos bailarines. Juan B. era músico y compositor no sólo de "Bases". Don Domingo, comía como un glotón, al decir de Paul Groussac (Mirtha no lo hubiera invitado). Alberdi era un solterón encorvado con mentalidad de ausente, que jamás hubiera podido pisar el Bailando por un Sueño. Mitre habrá cometido muchos errores como la Guerra del Paraguay, entre otras malas noticias pero, mal o bien, tradujo la Divina Comedia en la planta alta de su casa en la calle San Martín, si mal no recuerdo.
En síntesis, si tenemos un narco-destino manifiesto y no podemos cambiar esa realidad (por falta de líderes), por más que seamos capaces de producir alimentos para 600 millones de personas, entonces ¿para qué votar?.
Pero yo voy a ir a votar, porque no me creo el destino de un país dominado por la narco-política ni tampoco por el discurso mudo de los candidatos. Tarde o temprano surgirá, espero que muy pronto, un pensamiento positivo de un nuevo destino para La Argentina, con ciudadanos que cumplen la ley, por más que no les guste, funcionarios que se someten a la justicia, por más que no les haga gracia y un sistema de premios y castigos que nos alivie, por lo menos de la impunidad, que supone el trágico destino de la narco-política o del vacío que supone entrar al cuarto oscuro sin saber por qué o para qué. Espero no haber cambiado de opinión, antes del 10 de diciembre de 2019: ¡Si! Leyó bien: 2019.
- Una segunda reflexión es sobre el estado de la pelea en la Provincia de Buenos Aires, a la sazón el 38% del padrón electoral. El candidato oficialista viene de allí; el principal "asociado" (mediáticamente al menos) al triple crimen es candidato a Gobernador; su rival es amigo del Papa; el PRO no ha tenido una inserción adecuada como para plantear una alternativa como lo fuera en Córdoba o Santa Fe y por último, pero no menos importante, no tenemos claro en qué "etapa del destino" bonaerense estamos.
Ya se sabe que es una provincia difícil y que, por ahora, no ha logrado poner un Presidente o al menos, nunca un Gobernador de dicha provincia llegó a la máxima magistratura, desde la Organización Nacional.
Pero la pregunta -asociada con el acápite anterior- es si esto que vimos en la semana que transcurre es el final de la batalla y todo se aclarará tras el resultado de las PASO o si apenas estamos entrando en la parte más tenebrosa del túnel, donde todavía no vemos la luz del tren que viene de frente.
Uno puede sospechar que esto recién comienza, si otea, por ejemplo, un destino similar al que atravesara Colombia o está atravesando México en la actualidad, bajo el poderoso dominio de la narco-política. Si es cierto que ya está instalada y que el rol de La Argentina como productora, transportadora, exportadora y/o consumidora no hace más que denunciar una definitiva influencia, entonces el lugar físico de la Provincia de Buenos Aires se transformaría en la madre de todas las batallas, no sólo la electoral.
La Presidenta decidió que hubiera dos listas en las PASO y hay una especie de mensaje subliminal de que las va a proteger a las dos -a como dé lugar- para que, a la corta o a la larga, una triunfe.
¿Tiene algo que ver con esta "decisión tomada" la insistente denuncia sobre la probabilidad de un fraude o al menos la necesidad de extremar las precauciones de los fiscales, una vez que "entre el sol"?. Si no hay ninguna garantía de que se respete el resultado de la voluntad popular, entonces, una vez más, ¿por qué y para qué votar?.
El candidato Massa ha dicho, en su acto en Vélez, que los va a poner presos a los corruptos y que no les tiene miedo. Pero para eso, primero tiene que contar los votos y necesita que el resultado objetivo de las elecciones nacionales lo favorezca, justo a él que es -particularmente- un candidato bonaerense. Si está tan seguro de que los va a poner presos, uno debería preguntarse ¿por qué no los denunció antes?. O lo que es lo mismo, ¿a quién va a poner preso?. Si sólo se trata de los corruptos futuros, es un discurso al viento. Si se trata de los corruptos del pasado o del presente, entonces falta la correspondiente mención de quiénes y cómo delinquieron y la presentación de las pruebas pertinentes.
En una palabra, la Provincia de Buenos Aires es la madre de todas las batallas. Eso ya lo sabemos. Pero tiene pinta de batalla por comenzar, no de batalla concluida. No parece que se vayan a retirar del escenario del combate, los principales contendientes. De modo que, esperemos que los bonaerenses digan algo lo suficientemente contundente con su voto, para que la batalla no siga y no se profundice esta especie de guerra larvada, en la que ya se confunden amigos con enemigos, porque nadie sabe bien de dónde viene el tiro.
Perdone el amigo lector, el fuerte carácter de confesión, que tienen estas tímidas líneas. Necesitaba, como ciudadano del país, confesarle que esta semana tuve la sensación de que mi voto sería al cuete. Obviamente, supongo que más de uno compartirá este temor.
Aprendimos que ser ciudadano es vivir en un lugar donde no solamente se pagan los impuestos y están enterrados los padres, sino que también implica poder decidir, sin que otro lo haga por uno, el destino no sólo de su humanidad, sino también el de su Patria.
Por eso: ¡Sepamos, el pueblo, votar!.