La coalición fallida de Macri y Massa tiene los votos suficientes y la estrategia equivocada.

Mauricio Macri lo supo en la madrugada del 15 de junio. Lo supo cuando su candidato, el humorista Miguel del Sel, se quedó a poco más de dos mil votos de convertirse en el nuevo gobernador de Santa Fe. Del Sel lloraba por lo que no pudo ser. "Siempre me cuesta tanto a todo a mi...", moqueaba el Midachi. Nadie hablaba en aquella noche santafesina. Macri lo palmeó para consolarlo pero el que necesitaba consuelo era él. Había rechazado la oferta para hacer una gran primaria opositora con Sergio Massa porque creyó que habría una ola amarilla que lo depositaría inevitablememte en la Casa Rosada.
Autor: FERNANDO GONZALEZ Director Periodístico del Cronista - 10/08/2015
Porque creyó que podría ganar sólo, sin aliados circunstanciales. Aquel día, el candidato a gobernador del massismo sacó más de cuarenta mil sufragios. La coalición habría sido imbatible. Dos días después, Macri eligió a Gabriela Michetti como candidata a vice y le pidió a Ernesto Sanz que seleccionara a un radical para que acompañara a María Eugenia Vidal en la fórmula bonaerense. Se había terminado la soberbia recomendada por Jaime Durán Barba. Pero ya era tarde para armar algo parecido a nivel nacional. Ayer, al observar los números obtenidos por sus adversarios, Daniel Scioli y Massa, Macri pudo comprender cuánto subestimó las dificultades que iba a tener al enfrentar al peronismo.
La decisión de Macri de no armar una coalición opositora junto a Massa le dejó el campo abierto a Scioli para que muchos peronistas indecisos terminaran apoyándolo. La elección pasó a convertirse en una pulseada contra el peronismo, mucho más temible que una batalla contra el kirchnerismo. Los números de las PASO de ayer describen con crueldad ese escenario. Scioli, sin cargar con la mochila de una disputa interna, surfeó el sofocante abrazo K encabezado por Carlos Zannini; la inclasificable candidatura de Aníbal Fernández y las trágicas inundaciones del fin de semana, que mostraron las vísceras de la pésima infraestructura de la provincia de Buenos Aires. Así y todo, el gobernador pudo ubicarse por encima de Macri, de sus aliados de Cambiemos (Ernesto Sanz y Elisa Carrió) y del revitalizado Massa, que pasó del casi abandono de su postulación a más de 20 puntos que le devolvieron el oxígeno.
Si se suman los votos obtenidos por los cuatro candidatos opositores, la conclusión surge con claridad. Ahora estaríamos hablando de un aspirante consolidado a la Casa Rosada entre las opciones de Macri y Massa, que obtuvo buenos resultados en Buenos Aires, Santa Fe, Córdoba, Salta y hasta en la Capital. Con la oposición dividida, Scioli queda bien posicionado y con chances concretas de poder ganar la elección en la primera vuelta del 25 de octubre. ¿Es ese un escenario definitivo? Claro que no. Macri y Massa tienen ante sí una última posibilidad de competir con éxito frente al oficialismo en el ballottage. Pero deberían encontrar una fórmula superadora de sus egos, el gran responsable de haber llegado a esta situación. Hoy todo parece complicado y la fotografía húmeda de las PASO los muestra a los dos perdidos sin remedio en el laberinto que, de no encuentrar ya el modo de sumar estratégicamente sus esfuerzos, conduce a la eventualidad de otra derrota.