América latina, estancada en innovación.

Según cifras recientes de la Organización Mundial de la Propiedad Intelectual de la ONU (OMPI), el número de solicitudes de patentes internacionales de nuevos inventos presentadas por países latinoamericanos en 2015 permaneció prácticamente igual que en 2014. Hubo cero crecimiento en el porcentaje de solicitudes de patentes internacionales de la región.

Autor: Andrés Oppenheimer LA NACION - 18/05/2016


MIAMI.-La mayoría de los presidentes latinoamericanos se jactan sobre los supuestos logros de sus países en innovación, pero lo cierto es que las estadísticas más recientes muestran que la región está haciendo muy poco en la materia, o no está haciendo lo suficiente.

Según cifras recientes de la Organización Mundial de la Propiedad Intelectual de la ONU (OMPI), el número de solicitudes de patentes internacionales de nuevos inventos presentadas por países latinoamericanos en 2015 permaneció prácticamente igual que en 2014. Hubo cero crecimiento en el porcentaje de solicitudes de patentes internacionales de la región.

En contraste, las solicitudes de patentes de China a la OMPI aumentaron un 17% , las de Corea del Sur un 11.5, las de Israel un 7.4, y las de Suiza y Japón un 4.4% cada una.

"En América latina vimos un saludable crecimiento en las solicitudes de patentes hasta 2013, pero desde entonces las cosas se han estancado", me dijo el jefe de economistas de la OMPI, Carsten Fink. Su explicación es que muchas economías sudamericanas se han contraído en los últimos tres años debido a la caída de los precios mundiales de las materias primas, y que eso ha impactado negativamente en la innovación.

Cuando la economía cae, los gobiernos, las universidades y las compañías a menudo recortan las actividades de investigación y desarrollo, y reducen sus presupuestos legales para registrar patentes, explicó. Por lo general, presentar una solicitud de patente internacional cuesta entre 10.000 y 100.000 dólares, según el alcance de la misma.

Las estadísticas de la OMPI son aun más deprimentes si se miran las cifras totales de solicitudes de patentes. El año pasado, Brasil solicitó 547 patentes; México, 320; Chile, 167; Colombia, 86; la Argentina, 28; Perú, 25; Panamá, 15; Costa Rica, 6; Ecuador y la República Dominicana, 5 cada uno; Cuba, 2, y Venezuela, ninguna. En contraste, Estados Unidos presentó 57.385 solicitudes; Corea del Sur, 14.626, e Israel, 1698. La Argentina es el unico país mediano o grande que no ha firmado la convención de patentes de la OMPI.

Todos los países latinoamericanos juntos presentaron 1216 solicitudes el año pasado, menos de 10% de las presentadas por Corea del Sur, y menos que las solicitadas por el diminuto Israel. Una mala noticia para la región, porque en la nueva economía global del conocimiento los nuevos inventos valen cada vez más, y las materias primas que exportan muchos países latinoamericanos, cada vez menos.

Por supuesto, las patentes no son el único indicador de la innovación. Algunos críticos incluso señalan que las patentes frenan la innovación, porque hacen que las compañías y universidades se demoren con sus inventos por temor a los juicios.

Pero hay otras formas de medir la innovación en las que América latina tampoco sale bien parada. Si se mira lo que los países invierten en investigación y desarrollo (R&D,) Brasil invierte el 1.2% de su producto interno bruto; la Argentina, 0.6%; Costa Rica, 0.5 ; México, 0.4; Colombia, 0. 17, y Perú, 0.15. En contraste, Corea del Sur gasta el 4.04% de su PIB en R & D, y Estados Unidos, 2.79, según el Banco Mundial.

Lo mismo pasa con la educación, otra clave de la innovación. Los estudiantes latinoamericanos están en los últimos puestos de la lista de casi 65 países que participan en los exámenes estandarizados PISA para estudiantes de 15 años.

Fink me dijo que, sin embargo, hay algunos datos alentadores. Chile, por ejemplo, casi ha duplicado sus solicitudes de patentes ante la OMPI, de 89 en 2010 a 165 en 2015, a pesar de su caída económica por el descenso de las materias primas. "El gobierno chileno se ha esforzado por invertir en la economía de la innovación", afirmó Fink.

Mi opinión: es difícil para América latina alcanzar rápidamente a China, Corea del Sur o Israel en innovación, porque estos países le vienen apostando a la economía creativa desde hace varias décadas.

Pero no hay excusa para que los países latinoamericanos no sigan el ejemplo de Chile, creando instituciones público privadas que financien proyectos innovadores, y estimulando las solicitudes de patentes internacionales. Algunos presidentes de la región todavía no se han dado cuenta de que vivimos en una economía del conocimiento, donde la opción es innovar o quedarse cada vez más atrás.