La recuperación de Brasil, en compás de espera.

El escándalo de los audios que involucrarían al presidente de Brasil, Michel Temer, impactan justo en momentos en que la economía empezaba a dar signos de recuperación, y cuando el Congreso se aprestaba a tratar dos leyes muy importantes: la reforma laboral y la reforma del sistema previsional.

Autor: Marcos Buscaglia PARA LA NACION - 21/05/2017


En días previos al escándalo, algunos datos permitían ser más optimistas con la recuperación. La economía creció en marzo 1,05% contra marzo del 2016, y el primer trimestre podría mostrar un crecimiento frente al primer trimestre del año anterior, luego de 11 trimestres consecutivos de contracción.

En abril, la economía creó casi 60.000 empleos, luego de destruir tres millones en 2015 y 2016. La inflación se encuentra en un nivel de casi el 4% anual, luego de haber superado el 10% en 2015.

Es muy temprano todavía para saber cuál será el desenlace político de estos sucesos. Las posibilidades incluyen la continuidad de Temer, su renuncia, la cancelación del resultado de la elección presidencial por parte del Tribunal Superior Electoral, y un nuevo juicio político.

La probabilidad de que el Congreso apruebe las reformas estructurales claramente ha caído en este entorno; aunque no se puede descartar que se aprueben, lo cierto es que la reforma previsional ya estaba con algunos problemas desde antes. Lo que sí está garantizado es un aumento de la incertidumbre, que no es buena amiga de la economía.

La recuperación de la economía brasileña se basaba en cuatro motores. El primero es el contexto internacional, que hasta ahora ha sido bastante favorable a la región. Al igual que en la Argentina, la cosecha fue muy buena en Brasil, y ha habido una mejora reciente de los precios de varios productos de exportación.

Los otros motores entran en un compás de incertidumbre. Si bien el apetito global por activos de países emergentes sigue elevado, la probabilidad de una contracción de los ingresos de capitales a Brasil en los próximos meses es alta.

Cuando ingresan capitales a un país -ya sea inversión extranjera directa, préstamos o capitales de corto plazo- los locales pueden aumentar sus gastos de consumo e inversión gracias a ese endeudamiento con los extranjeros, lo que ayuda a la economía a recuperarse. Lo contrario ocurre cuando salen capitales. En los últimos meses, el flujo de capitales hacia Brasil había comenzado a recuperarse, luego de un par de años muy duros. La incertidumbre política puede llevar a que algunos de estos inversores decidan mirar la crisis desde fuera.

El rol de la confianza

El otro factor, relacionado con el anterior, es el rol que juegan la confianza y la incertidumbre en la economía. Cuando aumenta la incertidumbre, la reacción natural es a retrasar todo lo posible aquellas decisiones que tienen algo de irreversibles, como las decisiones de inversión, de contratación de personal y de compra de bienes durables o viviendas.

La turbulencia política que vive Brasil aumenta las probabilidades de que los votantes busquen respuesta en políticos no tradicionales. Ello aumenta la volatilidad del resultado de las próximas elecciones: puede ser que los votantes sigan el camino de la Argentina y Perú y busquen un candidato centrista como Joao Doria, el alcalde de San Pablo, o que prefieran un candidato antisistema, o que busquen la seguridad del conocido Lula Da Silva.

¿Para qué tomar decisiones de largo plazo ahora, en lugar de esperar unos pocos meses?

El último motor de la economía era el proceso de reducción de tasas de interés que estaba implementando el banco central. Luego de estar en 14,25% por 15 meses seguidos, el banco central las llevó al 11,25% en abril, y el mercado esperaba que lleguen a 7,5% en pocos meses.

Según nuestros cálculos, esta reducción podría impulsar la economía en casi 2% en 2018, al despertar el alicaído mercado de crédito. El problema ahora es que la depreciación del real va a tener algún impacto en la inflación, y por lo tanto en la capacidad del banco central de bajar tasas tanto como se esperaba antes.

Además, el presidente del banco central, Ilan Goldfajn, dejó siempre en claro que las reformas fiscales que den sustentabilidad en el tiempo a la ya elevada deuda pública que acumula Brasil, eran una condición necesaria para bajar las tasas de interés. La mayor incertidumbre sobre el destino de las reformas fiscales abre también más dudas sobre el incentivo monetario.

Estos factores pueden llevar a que la recuperación se estanque. Hasta el 12 de mayo, el consenso esperaba un crecimiento de la economía de 0,5% para este año y de 2,5% para 2018. Es muy probable que estos pronósticos sean revisados fuertemente a la baja. Cuánto terminarán afectando estos acontecimientos a la economía dependerá no solamente de la resolución inmediata del caso, sino también de la implicancia que tengan para las próximas elecciones presidenciales.

El autor es economista