Trump juega en contra del planeta.

La retirada de Trump confirma los temores de que el nuevo presidente ha renunciado al papel de liderazgo de Estados Unidos en el mundo occidental. Su egocentrismo e ignorancia parecen tener más peso que los intereses de su propio país.
Autor: Andrés Oppenheimer LA NACION - 06/06/2017
Miami.- La decisión del presidente Trump de retirarse del acuerdo climático de París -un acuerdo para proteger el planeta que fue firmado por prácticamente todos los países del mundo, con excepción de Siria y Nicaragua- fue un acto de irresponsabilidad suprema que le costará caro a Estados Unidos.
La retirada de Trump confirma los temores de que el nuevo presidente ha renunciado al papel de liderazgo de Estados Unidos en el mundo occidental. Su egocentrismo e ignorancia parecen tener más peso que los intereses de su propio país.
Además de cometer la insensatez de pelearse gratuitamente con los aliados tradicionales de Estados Unidos -México, Canadá, Alemania, Francia e incluso Australia- mientras abraza a los dictadores de Rusia, Turquía y Arabia Saudita, Trump ya se ha retirado del acuerdo comercial de la Asociación Transpacífica y ahora se marchó del acuerdo de París para reducir las emisiones de carbono que están poniendo en peligro el planeta.
En esencia, el presidente estadounidense no ha hecho más que pelearse con los amigos de su país y abrazarse a sus enemigos. ¿Para qué lado está jugando? No me sorprendería que pronto veamos un nuevo eje para la defensa global de la democracia y el libre comercio liderado por Alemania y Francia, mientras China llena el vacío de Estados Unidos como campeón de la defensa del medio ambiente.
Ya está sucediendo. Cuando le pregunté al secretario de Relaciones Exteriores de México, Luis Videgaray, si el viaje programado por la canciller alemana Angela Merkel el 8 de junio a México formará parte de una creciente alianza informal anti-Trump de las democracias occidentales, el funcionario esquivó la pregunta. Sin confirmarlo ni negarlo, Videgaray dijo que Alemania es el socio comercial más importante de México y que el viaje de Merkel era para clausurar un "año de amistad mexicanoalemana".
Pero ¿no será más que eso?, insistí. Horas antes, Merkel había dicho que Alemania ya no podía "confiar plenamente" en Estados Unidos como líder del mundo libre. Y el 25 de mayo había dicho, en una clara referencia al muro propuesto por Trump en la frontera con México, que "no son el aislamiento y la construcción de muros lo que nos hace exitosos, sino las sociedades abiertas".
Videgaray, que estaba en Miami para una sesión de la Conferencia de las Américas organizada por el Miami Herald, me dijo que "México está obviamente haciendo un esfuerzo para acercarse y diversificar sus mercados" con países como Alemania y China.
El gigante asiático ya está aprovechando las tensiones entre Estados Unidos y sus aliados. Mientras hablaba con Videgaray en Miami, y poco antes del viaje de Merkel a México, el primer ministro de China, Xi Jinping, llegó a Bruselas para una reunión con líderes de la Unión Europea, donde se proclamó como un adalid de la lucha contra el cambio climático.
La propensión de Trump a pelearse con México y Canadá, los vecinos y mayores socios comerciales de Estados Unidos, también podría tener consecuencias políticas adversas para Washington. El próximo año, México celebrará elecciones presidenciales en las que el candidato populista de izquierda Andrés Manuel López Obrador podría convertirse en el primer presidente antiestadounidense en décadas, en parte gracias a un "efecto Trump".
Mi opinión: al retirarse del acuerdo climático de París, Trump se pone en defensa de una industria moribunda que está envenenando el planeta, en lugar de apoyar industrias de energía limpia que están a la vanguardia de la revolución mundial de la innovación y que producen muchos más empleos en Estados Unidos que las minas de carbón o los campos petroleros.
Al anunciar su decisión, Trump dijo: "Fui elegido para representar a los ciudadanos de Pittsburgh, no de París". ¡Qué bobería mayúscula! Presidente Trump, vivo en Miami, donde el nivel del océano está aumentando constantemente, y también es parte de Estados Unidos. Y el propio alcalde de Pittsburgh se ha manifestado a favor del acuerdo de París.
Al buscar señales de sensatez en el liderazgo global, tendremos que mirar cada vez más a los presidentes de Alemania, Francia y otros miembros responsables de la comunidad mundial. Trump prefiere estar solo, con Siria y Nicaragua.