La emoción renovada de enseñar y aprender.

Cuando el maestro disfruta de su tarea, se despierta el interés del alumno, recuerda Laura Duschatzky en un libro sobre la enseñanza. Tan relevante como el objeto de estudio debería ser, en la enseñanza que se quiere fecunda, la consideración del sujeto que estudia. Disociarlos puede ser fatal donde educar de veras importe.
Autor: Santiago Kovadloff para La Nación - 09/06/2019
Contribuir a la construcción de la subjetividad, a su fortalecimiento crítico y autocrítico rebasando el plano informativo, no puede sino ser el horizonte al que aspire todo empeño pedagógico consciente de su función primordial. Sobre todo en sociedades como la nuestra, afectadas sustancialmente por la crisis de valores que desdibuja el significado de una mejor convivencia y debilita, en consecuencia, el alcance de sus democracias ya sea donde las hay, ya donde debería haberlas. Si eso no es así se debe, en muy buena medida, a que el énfasis de los procesos educativos recae sobre los contenidos, disociándolos de la forma en que se los transmite, es decir, del efecto que sobre el receptor alcanza la modalidad comunicativa adoptada.
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