Ajustarse los cinturones: al mundo no le va bien.

La economía global comienza a dar signos severos de agotamiento un dato que la guerra comercial impulsada por Trump no ha hecho más que agudizar. Y sucede en medio de otras crisis aún más peligrosas que se han acentuado imprevisiblemente como el alzamiento en Hong Kong o el conflicto de Cachemira.
Autor: Marcelo Cantelmi - 17/08/2019
Si la situación del mundo y sus tensiones provocaban preocupación, es probable que ahora ya tengamos que hablar de miedo. La guerra comercial entre Estados Unidos y China se ha estancado y, por lo tanto, agravado sin posibilidades coherentes de una distensión. Salvo la que pueda producir la consecuencia de desastres que están anunciando estas políticas.
La palabra recesión que hace unos meses se insinuaba como una amenaza no tan especulativa forma hoy parte del lenguaje cotidiano de los mercados. Y es un parámetro que rige las turbulencias en las Bolsas que observan con recelos el futuro.
Por primera vez desde 2007 los bonos del Tesoro de Estados Unidos, los clásicos safe haven de 2 a 10 años, se sumaron junto a los británicos a la tendencia de los papeles corporativos que han venido exhibiendo mejor ganancia en el corto plazo que en el largo, indicador de desconfianza aguda sobre el futuro y síntoma de desastre inminente. Ese mismo dato en 2007 precedió a la gran crisis económica y financiera de 2008 que mutó casi radicalmente al mundo y su sistema de poderes. Los bonos con un rendimiento negativo aumentaron esta semana a 16 billones (millones de millones) después de ubicarse en 15 billones hace tan solo 10 días. En diciembre ese monto era la mitad, no superaba los 8 billones. Aquí nada es científico, pero en el último medio siglo esa misma señal de aprensión apareció antes de cada recesión que vivieron los Estados Unidos. En ese lapso tan solo una vez falló el alerta.
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