Cubrí la guerra de Rusia en Ucrania por 50 días y estas son las imágenes que más me impactaron.

Elisabetta Piqué, corresponsal de guerra de LA NACION en Ucrania, en Bucha, uno de los principales escenarios del horror Gentileza: Guido Gaspari

Elisabetta Piqué llegó a Kiev un día antes de que Putin ordenara la invasión; del horror a la resiliencia y la solidaridad, un repaso por las primeras siete semanas del conflicto

Autor: Elisabetta Piqué ENVIADA ESPECIAL - 14/04/2022


LVIV.- Se cumplen hoy 50 días de una invasión anunciada, pero que nadie nunca imaginó que podría transformarse en realidad. Un conflicto en el corazón de Europa que ha puesto el mundo al borde de una tercera guerra mundial. Tenía que ser un ataque relámpago, de dos o tres días, que iba a sacar del poder al presidente ucraniano, Volodimir Zelensky, y volver a poner esta exrepública soviética rebelde bajo la órbita de la “gran madre” Rusia del “zar” del Kremlin, Vladimir Putin.

Nada de esto ocurrió. Zelensky, un excomediante por el que pocos apostaban, se ha transformado en un presidente admirado y respetado en todo el mundo porque está luchando por la libertad de su pueblo y la integridad territorial de su país, con enorme determinación y coraje. La “operación especial” de Putin -que podría terminar el 9 de mayo, fecha histórica porque se conmemora el Día de la Victoria de la URSS sobre la Alemania Nazi, en 1945, el fin de la Segunda Guerra Mundial, pero que también podría prolongarse por varios meses, o más aún-, hasta ahora se ha caracterizado por ser un desastre.

Fueron cincuenta días de una cobertura intensa. Un in crescendo de imágenes, situaciones, historias, momentos más que impactantes, que podría resumir en siete hitos.

1. Resiliencia
Difícil olvidar cuando visité una maternidad de Kiev, en ese momento bajo asedio de las fuerzas rusas que estaban atacando localidades al norte de la capital. En un oscuro subsuelo, entre las cañerías del edificio, había 28 mujeres a punto de parir. Entre ellas, Anna, que estaba por dar a luz un bebe a quien iba a llamar Mark. Estaba tirada en una litera de un pasillo. Era su primer hijo, no estaba su marido, estaba sola y no se quejaba de que estaba por ingresar a una sala de parto-búnker.

“Estoy un poco shockeada. Cuando estás embarazada estás muy feliz, estás comprando las cosas, la ropa, armando el cuarto para el bebe, estás radiante, ilusionada. Preparás cada pequeña cosa. Pero un día todo cambia y de repente estás en el infierno”, me dijo entonces, sin quebrarse, entera. Aunque, como todo el mundo, no creía en las negociaciones en curso, tenía esperanzas de que la situación pudiera mejorar. Era el 2 de marzo. Anna me impresionó porque me hizo entender el espíritu ucraniano de resistencia, de compostura ante el dolor, de resiliencia.

" Documentos para ver haga click aqui