CUANTIFICANDO LA RECESIÓN.
Claramente, nos hallamos en un ciclo recesivo, que responde a la menor demanda de autos en Brasil, la escasez de divisas para importar insumos, la incertidumbre cambiaria, el reciente default y la falta de ajuste en el mínimo no imponible del Impuesto a las Ganancias de los asalariados. Por eso, los sectores automotríz y metalmecánico, así como la construcción, son los que más sufren la caída en la actividad y los problemas de empleo.
Autor: JORGE INGARAMO - 04/09/2014
El nivel de actividad industrial.
Para FIEL, la actividad manufacturera cayó 5,5% en julio y acumula, en los primeros siete meses del año, una baja del 4,2%. El proceso recesivo lleva prácticamente 14 meses. Sólo dos sectores, la siderurgia y el procesamiento de petróleo, registran subas en los primeros siete meses del año (7,3 y 0,5%, respectivamente).
Sectores de alta significación, como alimentos y bebidas e insumos textiles, así como químicos y plásticos, tienen bajas insignificantes en el período considerado. Los minerales no metálicos caen 2,4%, en sintonía con la evolución negativa (2,3% de baja) de la actividad de la construcción, según la medición del INDEC.
Finalmente, el sector automotriz y la metalmecánica, justifican la brusca caída de la actividad industrial, con 22,5 y 9,3% de merma, respectivamente.
Es evidente que, en la primera parte de 2013, el ciclo económico se hallaba en una etapa de auge, principalmente motivada por el financiamiento monetario del déficit público y el atraso cambiario. Los asalariados seguían endeudándose, gracias a la certidumbre que percibían, tanto en ingresos como en ocupación.
Por consiguiente, no es extraño que las señales de merma en el nivel de actividad económica, que ya aparecieron en el último trimestre de 2013 (corrida al dólar), se hayan profundizado notablemente, desde que La Argentina se empezó a quedar sin divisas para la importación. Este fue el motivo de la devaluación de enero, consumida por la inflación y el posterior descontrol fiscal.
Si uno considera las cantidades importadas de bienes intermedios, que abastecen la producción industrial, se encuentra con que (fuente INDEC) estas cayeron apenas un 1% en los primeros siete meses y, particularmente, 9% en julio, cuando se comenzó a sentir de manera más dramática la escasez de dólares.
Está claro que dicha escasez se vincula con la violenta caída de las exportaciones (9%, -para siete meses- en el total, 16% para las producciones primarias y 14% para las manufacturas de origen industrial). Salta a la vista que ambas performances, impo y expo, están altamente relacionadas con un fuerte sesgo mercado-internista, que no fue aliviado por la devaluación de enero, que fuera carcomida por el desaguisado fiscal, la creación monetaria del período junio – agosto y la fuerte incertidumbre por la falta de rumbo de la política macroeconómica.
Casi todos los rubros de manufacturas de origen industrial (MOI) exportados, tuvieron caídas en los primeros siete meses del año, la mayor parte de ellos en porcentajes muy superiores a lo que indica la evolución del nivel de actividad manufacturera de FIEL. Por ejemplo, hay bajas del 14% en exportaciones de manufacturas de cuero; 25% en calzados; 13% en metales y sus manufacturas y, por supuesto, la madre de todas las caídas, la del sector automotriz, con 20% de merma. El ciclo se realimenta, si uno considera las cantidades importadas de vehículos de pasajeros, que cayeron 43% y, particularmente, un ¡63%!!!! si se toma el mes de julio exclusivamente.
Uno puede afirmar que empleando datos privados (FIEL), la caída de la actividad industrial está concentrada en dos sectores (construcción y autos) y que, en el resto de los componentes de dicha actividad, no hay una baja sustantiva que merezca una explicación distinta a la de la caída de las exportaciones.
Dicho de otra manera, tras la devaluación, y pese a la pax cambiaria de enero – junio, la merma en las exportaciones y en las importaciones, son un fuerte justificativo de la menor actividad industrial. Esto no corre para el sector automotriz y los rubros vinculados a la construcción. En el primer caso, el encarecimiento, en dólares, de los autos y la escasez de divisas disponibles, son un fuerte condicionante a que se modifique la situación. Por consiguiente (fuente INDEC), si bien el uso de la capacidad industrial instalada, en julio, alcanzó el 70,7% (prácticamente 5 puntos menos que el “fin del auge” -trimestre septiembre / noviembre de 2013), para el caso de los autos apenas logró un empleo del 48,4% respecto al potencial.
En conclusión, luego del desaguisado inflacionario previo a las elecciones de 2013, la actividad económica fue menguando, pero particularmente la escasez de dólares y el encarecimiento relativo de los autos afectaron al sector automotriz. Pero lo más grave ocurre por la caída de las exportaciones, como se dijo, fuertemente vinculadas a la falta de divisas para importar, hecho que perjudica en especial al comercio bilateral del sector automotriz y autopartistas, con Brasil.
El sector de la construcción.
En general, hay cierto respeto en el mercado, por la seriedad estadística del ISAC (Indicador Sintético de la Actividad de la Construcción), que publica el INDEC.
El acumulado para los primeros siete meses del año, de dicha actividad, muestra una merma del 2,3%. A nivel de subsectores, las bajas son del 2,8 y 2,5 % en viviendas y “otros edificios” que, seguramente, responden al atesoramiento de dólares por el público y la incertidumbre cambiaria, consecuencia del malogrado cepo cambiario, que ya está por cumplir tres años. Dicho cepo y las variaciones de la brecha entre los dólares timba y el comercial, han contribuido a dificultar las negociaciones en la actividad inmobiliaria y a desalentar el inicio de nuevas obras, por lo menos desde mediados de 2013, cuando el “indicador de ciclo” de la construcción del INDEC alcanzara su máxima expansión.
Si bien los gastos de capital del Estado, financiados por el Tesoro, aunque no se ejecuten todos a nivel nacional, (es decir incluyendo transferencias), crecieron en el segundo trimestre más de un 41%, queda claro que la actividad de construcción de infraestructura y de obras viales no se ha visto modificada favorablemente. Es más, registran para los primeros siete meses del año, caídas del 2,6 y del 0,3%, respectivamente.
El único rubro que muestra cierto avance es el de las construcciones petroleras, con un crecimiento del 2,2% en enero – julio, lo que estaría justificado por el plan de inversiones de YPF y por un mayor nivel de actividad de refinería que, según la fuente del INDEC, creció 3,1%, interanual, en julio.
El último informe ISAC revela que las expectativas en el sector de la construcción no son buenas. Entre los que se dedican a la obra privada, un 33% espera caídas en la actividad de los próximos meses. Los que se orientan a la obra pública, 29% de las empresas esperan bajas.
La ocupación de mano de obra registrada, muestra una merma, para el segundo trimestre del año, interanual, del 2,5%, bastante parecida a la caída del nivel de actividad. Eso sí, considerando el pico del cuarto trimestre de 2011, la baja ronda el 8% y se han perdido más de 34.000 puestos de trabajo registrados.
Perspectivas.
Salta a la vista que el problema del nivel de actividad económica se vincula a la escasez de dólares para importar y a la falta de un comercio activo en el sector automotriz y autopartista con Brasil. La actividad de la construcción está particularmente afectada por el problema cambiario, el mantenimiento de precios muy elevados en insumos de oferta muy concentrada y en la inadecuación del mínimo no imponible de Ganancias, que tiene mucho que ver con los sistemas pre – pagos, para asalariados, que se financian en pesos.
La política pública ha hecho poco y nada para resolver estos problemas, que han derivado en expectativas negativas con respecto a la evolución futura de los sectores considerados, que se suman a la incertidumbre cambiaria, al aumento de la brecha y, por supuesto, al desconcierto que provoca el default a raíz de la sentencia Griesa.
La incertidumbre macroeconómica es crucial para el ajuste de cantidades, ya que los consumidores de ingresos medios, potenciales demandantes de la construcción y del sector automotriz, retraen su consumo y prefieren la compra de dólares antes que la toma de riesgos de endeudamiento. Si a ello se le agrega que el sector automotriz también está afectado por fuertes caídas en Brasil, no puede menos que avizorarse un panorama de profundización en la caída del nivel de actividad económica.
Para modificar esta perspectiva se requiere la rápida adecuación del Tipo de Cambio, acompañada de una reducción del gasto público y una mejor consideración de los asalariados, en lo que hace a su aporte por Ganancias.
La política pública se ha metido, sola, en este callejón sin salida. Es paradojal que, a la vez que se pierden Reservas, (hecho que habitualmente está asociado a fases de expansión), también se pierdan empleos, horas trabajadas y nivel de actividad.