¿CRISIS DE LA LECHERÍA?. Por Jorge Ingaramo.
El gobierno es responsable de que la lechería haya perdido quizás su mejor año en materia de precios internacionales (2013). Cuando se quedó sin divisas, estimuló la exportación, habilitando ROEs, pero impidió que estos precios llegaran al productor. Para colmo, la tardía (o inexistente) política de ingresos perjudicó el consumo interno. Las relaciones de precios “producto vs forraje”, no son desfavorables para el tambero. Pero éste no intensifica, porque no recibe el beneficio de las mayores exportaciones y sufre la fuerte caída de la demanda local. No debería hablarse de una “crisis de la lechería”, ya que hay buena disponibilidad de pastos y el maíz es relativamente barato. ¡Paciencia!.
Autor: JORGE INGARAMO - 24/06/2014
Durante 2013, la producción de leche cayó un 2%, tendencia que se mantuvo en los primeros meses de este año: se habla de bajas interanuales del 5 y del 7%, en los meses de abril y mayo, respectivamente. A diferencia de lo que ocurre en exitosos países vecinos, La Argentina podría producir este año un volumen similar al de finales de los años ’90.
Ante ello, la Comisión de Enlace de Entidades Agropecuarias y la Mesa Nacional de Productores de Leche, se reunieron con los titulares de las carteras agropecuarias de las tres provincias responsables del 90% de la producción nacional de leche. Se habla de una crisis de la lechería y los gobiernos provinciales, entre ellos el de Córdoba, han desarrollado políticas crediticias para el sector de producción de materia prima. Lo propio ha ocurrido con un anuncio nacional, por parte del Jefe de Gabinete.
Con respecto a la caída del año pasado, no cabe duda que La Argentina desaprovechó una de las mejores situaciones de precios internacionales ya que, por ejemplo, en mayo del año pasado, en los remates de Nueva Zelandia, se llegó a pagar U$S/tn 4.668 por la leche entera en polvo, mientras que en los del mes pasado, el precio bajó a aproximadamente U$S/tn 3.500, es decir un 25% menos. Las restricciones para exportar, y así abaratar el precio en el mercado interno, junto con el atraso cambiario y la suba del valor del maíz fueron, en 2013, razones más que suficientes para la caída.
Mientras que, en los dos primeros meses del año 2014, las exportaciones en dólares cayeron en relación al año anterior, recién en marzo se comenzaron a liberar ROEs, seguramente por la lamentable escasez de divisas que aún sufre el Banco Central, a raíz del desaliento exportador al complejo agroindustrial, sobre todo al que genera divisas en el primer trimestre del año, previo a la entrada de la soja.
El último Informe del INDEC consigna, para el mes de mayo, un aumento del 19% en las exportaciones de productos lácteos y revela que, en el acumulado de los cinco meses, la suba fue del 40%, pese a los menores precios internacionales. En enero-mayo, se pasó de MU$S 443 (2013) a 618.
Si uno observa el ranking de los rubros exportados que, en los primeros cinco meses, tuvieron diferencias absolutas más significativas, encuentra que la leche entera en polvo es el segundo de mayor crecimiento, luego de los pellets de soja. Creció MU$S 134, alcanzando los MU$S 358 y registrando una mejora del 67%.
Por su parte, según datos del INDEC, en el Estimador Mensual Industrial publicado, para marzo, se consignaba una mejora del consumo interno de lácteos del 1,4%, aunque se registraba una caída interanual del 3,7%. La buena noticia duró poco, porque los precios locales subieron y los salarios no se ajustaron: por esta razón el consumo cayó en abril un 4,7%, lo que reveló una baja interanual del 6,3% y un acumulado -para los primeros cuatro meses del año-, 2,8% inferior a similar período de 2013. Cualquiera que vaya a un supermercado, se dará cuenta de lo que cuestan los productos lácteos.
¿Cuál es la razón que vincula la caída del consumo con la caída de la producción, mientras se observa un incremento en las exportaciones, por lo menos desde el mes de marzo en que se autorizaron los ROEs?. Es muy simple: el gobierno promueve exportaciones, pero presiona a la industria a que pague menos por la materia prima, y así evitar el traslado (al IPCNu) de los incentivos a exportar, que (hoy) se deben más a la mejora nominal en el Tipo de Cambio (51,3% interanual) que a los precios internacionales. En el Informe del INDEC, se consignan exitosas exportaciones de leche entera en polvo a Argelia y Brasil, registradas en mayo y que, en el caso de este último país, no logran revertir la caída interanual acumulada del 19%, para los últimos cinco meses.
La situación del productor.
Un Informe de CAPROLECOBA, la Cámara de Productores de Leche de la Cuenca Oeste de Buenos Aires, consigna que la situación climática favorece a la disponibilidad de abundantes pastos y reconoce que hay una mejora en la relación entre el precio del kilo de grasa butirosa y el precio del maíz.
Para esta Cámara regional, no hay una caída significativa en la producción, en lo que va de junio, en la comparación interanual.
Con respecto al clima, estima que transitamos un período neutro, que se encaminaría hacia un fenómeno Niño (abundante humedad) para el año que comienza en julio.
Analicemos los principales precios relativos que afectan al sector:
- La devaluación nominal, fue al 19 de junio, de un 51,3%, interanual.
- El precio disponible del maíz, para ese mismo día, cayó 23% anual, hasta un nivel de U$S/tn 154. La posición futura a agosto, registra una baja interanual del 20,6%.
- Combinando ambas variables, Tipo de Cambio y precio del maíz en el MAT, se registra un incremento en pesos, del 16,4%, inferior al 32,3% que recibieron, promedio mayo, de la principal usina láctea de la cuenca bonaerense, los productores de la zona mencionada -Oeste de la Provincia de Buenos Aires-.
- Finalmente, la relación entre kilogramo de grasa butirosa y kilogramo de maíz, habría pasado, entre los meses de mayo (interanual), de 46,3 a 53,3, experimentando un beneficio para el tambero, del 15% que acompaña la buena disponibilidad de pastos, abaratando el valor relativo del forraje.
Salta a la vista que es la intervención oficial la que impide que el productor reciba la mejora proveniente del sector externo y la interprete como una señal para una mayor intensificación y un aumento en la producción que, ya se sabe, es más costosa en los meses de invierno, salvo en los años Niño, como sería el que inicia en pocos días.
La demora en el cierre de las negociaciones paritarias, la incertidumbre con respecto al ajuste del mínimo no imponible en el Impuesto a las Ganancias de los asalariados y la lentitud en ajustar la Asignación Universal por Hijo y los niveles de jubilación mínima, están en la base de la caída del consumo interno que, a su vez, se vincula estrictamente al bajo nivel de intensidad -en el desarrollo de las cadenas forrajeras- que subyace a la disminución observada en la producción, según la Comisión de Enlace, (que no se visto ratificada, por lo menos para el Informe de la Cuenca Oeste de la Provincia de Buenos Aires).
Síntesis.
El gobierno nacional es el responsable de que la lechería haya perdido quizás su mejor año en materia de precios internacionales (2013). Ahora, o mejor dicho en marzo, cuando el BCRA se quedó sin divisas, estimuló la exportación, habilitando ROEs, pero Comercio impidió que estos precios llegaran al productor. Para colmo, la política de ingresos (inocua por tardía) perjudicó drásticamente el consumo interno, por lo menos en el mes de abril, para el que se cuenta con datos.
Las relaciones de precios -producto versus forraje-, no son desfavorables para el tambero. Pero claramente, éste no intensifica, porque no recibe ni el beneficio de las mayores exportaciones, ni de la mejora en los valores nominales que pagan, cuando pueden, los consumidores locales y que subyace a la fuerte caída del consumo registrada en abril.
No hay espacio todavía para hablar de una crisis de la lechería, ya que habría buena disponibilidad de pastos y el maíz es relativamente barato y lo seguirá siendo en el invierno. Los recientes anuncios crediticios, en los niveles nacional y provinciales, pueden dar un alivio, pero la clave está en aprovechar, cuando se dan, los buenos precios internacionales, como hacen los exitosos, y en acelerar las decisiones vinculadas a la política de ingresos, sobre todo cuando se produce una devaluación nominalmente muy significativa (enero), sin que cambien las expectativas inflacionarias.