La resistencia corporativa energética.

La resistencia corporativa energética. Mariano Vior

Con gobiernos populistas las corporaciones florecen en connivencia con el Estado. En procesos de ajustes económicos severos como el que estamos transitando es necesario que prime una actitud de compromiso y solidaridad de todos los sectores de la sociedad. Es la forma de mitigar los perjuicios transitorios que ocasionan.

Autor: Emilio Apud en Clarin - 29/01/2024


En un país con gobiernos populistas, que lo agobiaron durante décadas, las corporaciones florecen en connivencia con el Estado y se benefician en el corto plazo en detrimento de la gente. Los cambios profundos, y tal vez desprolijos por la urgencia, que la actual administración está encarando, han puesto en evidencia que esos intereses corporativos no están imbuidos del compromiso que la sociedad reclama para equiparar en lo posible el gran esfuerzo que le toca realizar.
Se resisten a renunciar a las ventajas y beneficios a los que los ha acostumbrado un sistema de gobierno prebendario, corrupto y de capitalismo de amigos. Advierten que el Estado, que los ha aupado, ahora les suelta la mano y comienza a priorizar el bienestar general de los ciudadanos en detrimento de sus intereses corporativos.

Aparece entonces el rechazo de las corporaciones - política, sindical, de artistas, empresaria, de asociaciones profesionales, de colectivos sociales, etc.- a las medidas que apuntan al corazón de los privilegios adquiridos en complicidad con casi todos los gobiernos de los últimos 80 años.
No es ajeno a este comportamiento corporativo el sector energético donde la permanente intervención estatal generó un statu quo que ha beneficiado a varias empresas que se resisten a abandonarlo.

Es un nicho de confort que funciona en un entorno de negocios minimalista para el país, en relación con los recursos energéticos de escala internacional con que cuenta, pero muy redituable y cómodo para esta “sub-corporación” que necesitó siempre de avezados “expertos en mercados regulados” y que el actual gobierno quiere eliminar.

Durante el kirchnerismo, para no remontarnos al siglo pasado, a los empresarios y en particular del sector energético no les quedaba otra que aceptar las reglas de juego y sacar ventaja de la mala praxis, corruptela e incapacidad de los funcionarios del estado que mediaban parasitariamente en las decisiones.

Un caso que ilustra muy bien este modus operandi es el gasoducto NEUBA III, rebautizado en forma inapropiada Néstor Kirchner y ampliamente presentado como un éxito de la gestión del anterior gobierno, cuando en realidad fue una obra que terminó pagando el Estado, todos nosotros, al doble del presupuesto original y que sigue inconclusa. Recordemos que el gobierno de Macri la iba a licitar para que la construyera, operara y financiara el sector petrolero, impedido de evacuar su producción por falta de gasoductos. Pero llega el cuarto gobierno kirchnerista y decide que la haga el Estado vía la intermediaria ENARSA como siempre al mando de La Cámpora.

Para las empresas participantes la obra fue un negocio redondo. En particular para la que resultó beneficiaria de contratos de construcción y provisión de los caños, de ingeniería y del tendido del gasoducto, para que luego pudiera vender más gas, buena parte del cual, a un precio superior al de mercado hasta el año 2028 en virtud del “derecho adquirido” con el Plan Gas.

Pero para el Estado que aceptó pagar el doble del presupuesto original por una habilitación recién en el último mes del invierno y con solo un cuarto de la capacidad de diseño, resultó un quebranto, que no fue mayor porque el precio del gas que hubo que importar por el atraso, bajó a la mitad de lo que había previsto ENARSA.

Ahora, las mismas empresas que participaron como contratistas del Estado repetirán ese negocio exitoso con la reversión del gasoducto que traía gas de Bolivia.

El Estado las volverá a contratar por la urgencia, esta vez, ante la probabilidad de que el NOA argentino se quede sin gas este invierno. Emergencia que justificará mayores costos, que el Estado siga poniendo la plata y que no haya verdadera competencia mediante licitaciones para empresas locales y de todo el mundo.

Encima, con una alta probabilidad que no se habilite la obra en este invierno. Había alternativas que la nueva administración debiera haber analizado y que deberá tener en cuenta para abastecer al NOA este invierno, ya que como dije, la obra no estará lista.

El caso presentado ilustra sobre la visión cortoplacista, la falta de compromiso con el país y el desinterés por la potencialidad de nuestros recursos que nunca se pondrán en valor sin los cambios que el actual gobierno quiere hacer. Tampoco con ENARSA que fue funcional durante 20 años a la corporación política, actuando como contraparte de la del empresariado del sector energético.

ENARSA fue creada en 2004 por Néstor Kirchner para intermediar en la actividad energética con el objeto de expropiar, legal o ilegalmente parte de la renta del sector en consonancia con la miríada de normativas agregadas desde entonces y que el Ejecutivo erróneamente quiere privatizar, cuando lo que corresponde es liquidarla.