Ponencia de Adolfo Castro Almeyra en el Congreso de CRA.
Los desafíos de las entidades para incidir en la elaboración de las políticas sectoriales.
Autor: ADOLFO CASTRO ALMEYRA - 05/06/2014
El primer desafío es aprender a trabajar en forma asociativa con otras entidades sectoriales y del resto de la sociedad civil para ser más efectivos ante los poderes públicos. El complejo agroindustrial se traduce en el 36% de empleo, 59% de las exportaciones, 44% de la recaudación tributaria, pero los productores no son más de 300.000 y en las elecciones nacionales gravitan en un 10 %. Para la corporación política, el agro son pocos votos dispersos, comparándolo con La Matanza, que tiene 1.800.000 habitantes. En 100 años la población argentina creció 7 veces, en ese distrito bonaerense 100; hoy el 50% de la población vive en 60 ciudades, por lo que la agenda pública se plantea desde una mirada citadina.
Existen aproximadamente 60.000 productores de soja, 30.000 de trigo, 20.000 de maíz, 80.000 de productos de las economías regionales y más de 100.000 ganaderos gravados por las retenciones. El complejo agroindustrial transferirá este año al fisco como derechos de exportación 10.000.000 U$S, monto equivalente al valor de 1.200 autos Toyota Corolla por día.
El poder político de una entidad se mide por el número de asociados, la representatividad territorial, la visibilidad pública de los dirigentes y de la institución, el poder económico y de movilización como grupo de presión y por la capacidad de lobby demostrada para incidir en las políticas públicas. La política es un juego de poderes; es la capacidad de imponer la voluntad sobre otros. Las entidades cumplen una función social como bisagra entre el sector privado y el sector público, pero solo representan una parte de la sociedad; los partidos políticos son los canales naturales que concilian visiones y necesidades diversas en la sociedad. Para incidir hay que tener más poder y ese poder solo se puede lograr con coaliciones y alianzas con otros actores de la sociedad civil.
Entre 1910 y 1943 en el Poder Ejecutivo Nacional eran ruralistas 5 de los 9 presidentes electos, 4 de los 7 vicepresidentes y 28 de los 72 ministros. Los vasos comunicantes entre la dirigencia política y el agro eran fluidos, la Nación -más allá de las crisis internacionales- tenía un proyecto agroexportador que se traducía en un PBI que llegó al 40%. Hoy, con 100 millones de toneladas de cosecha no llega al 20%.
En las entidades ruralistas el problema tranqueras adentro más serio existente es el individualismo de los propios productores. Tranqueras afuera: el populismo como lógica política antagónica que deteriora las instituciones republicanas. El individualismo de los productores fue observado a lo largo de 300 años en Escocia, EE.UU, Francia por Adam Smith, Benjamin Franklin, Karl Marx respectivamente y pareciera que esta característica es parte de nuestro ADN. La idiosincrasia individualista se traslada a las instituciones; la 125 fue un catalizador para comenzar a coordinar esfuerzos sustentables en el tiempo. Fue un primer paso, faltan muchos más: integrar las entidades técnicas, las cadenas de valor por producto, las nuevas fundaciones, las bolsas y cámaras, quizá a la UATRE. ¿Por qué? Porque somos muy pocos, estamos desperdigados, hay escasez de recursos, falta coordinación.
En EE.UU el lobby moderno requiere de recursos. Una entidad regional del medio oeste con 40.000 productores asociados con 400 has de superficie promedio, cuenta con un presupuesto de 12.000.000 de dólares. La CNA en Brasil tiene un presupuesto mucho mayor, que se percibe con los aportes -sancionados por ley- de todos los productores al momento de pagar su impuesto inmobiliario. En la SNA de Chile, la cuota del socio cubre el 25% del presupuesto, el 75% restante recaudado es por servicios que presta a los asociados, a terceros y a la comunidad.
El segundo desafío de las entidades es la comunicación, tanto con la dirigencia social como con la sociedad en general. La valoración de la sociedad hacia el agro fue disminuyendo por las consecuencias de la guerra de 1914 donde las exportaciones cayeron dramáticamente, la crisis del ´30 con la creciente emigración rural al GBA y por las dificultades para exportar durante la segunda guerra mundial. El populismo de mediados de la década del ´40 lo tuvo como “enemigo”. Si queremos tener un reconocimiento hacia nuestra actividad por parte de la sociedad y que ello se traduzca en una licencia social para tener mayor producción con incorporación de más tecnología, debemos innovar la forma de comunicarnos. Gustavo Martínez Pandeani lo resumió así: “En la Argentina, el único campo que no cultivó el agro, fue el de la opinión pública”. En EE.UU las campañas de comunicación apuntan a que “personas del agro” comuniquen a “personas citadinas” un mensaje proactivo cuidadoso del medio ambiente y de alimentos sanos.
El objetivo es que el mensaje genere en el ámbito urbano una corriente de simpatía que valide socialmente el impacto medioambientalista del agro. Francisco Santillán dice: “10 has de trigo se traducen en harina para 200.000 panes mignon, suficiente para alimentar un día a una ciudad grande. Si por un problema climático se pierden esas 10 has, la comunidad urbana tiene que saber que perdió el agricultor, pero que ella también pierde”.
En el caso del maíz FADA demuestra “que 10 has generan un puesto de trabajo (directo e indirecto). La comunidad local tiene que pensar que a ellos también los afecta que se siembre o se deje de sembrar maíz, porque 10.000 has en una zona puede ser la fuente de trabajo para 100 personas”. En síntesis, deberemos dar menos información macroeconómica en millones de toneladas y dólares y generar mucho más comunicación “humana” micro local donde la comunidad aparezca en la foto. No puede haber empresa agropecuaria próspera en una comunidad pobre y viceversa. AAPRESID plantea permanentemente la necesidad de trabajar siempre pensando en tres niveles de sustentabilidad interdependientes entre sí: la económica (renta de la empresa) la social (empleo en el medio) y la ambiental (buenas prácticas agrícolas). Hoy hay muchas voces, muchos mensajes, mucho ruido. La estrategia debería apuntar a tener muchas voces, pero un solo mensaje del agro, fuerte y claro.
El tercer desafío es la profesionalización en las entidades. Esto conlleva hace una análisis de lo que se está haciendo eficientemente en cada rural, lo que debería dejar de hacerse y definir un plan de trabajo pensando la entidad y el perfil de los socios a 10 años vista. La empresa, la entidad y el estado hace 100 años estaban articulados y funcionaban a la misma velocidad, hoy con la globalización e internet la empresa va a mil, la entidad por su naturaleza consultiva se ha quedado algo retrasada y el estado por lento e ineficiente, mucho más atrás. Las entidades hoy tienen dificultades para responder a las urgentes y complejas demandas de los asociados que requieren de respuestas y soluciones en tiempo real.
Por ello el lobby sectorial va a tener que innovar procesos con sistemas utilizados por la CNA de Brasil y la AFBA en EE.UU: monitorear profesionalmente in situ al poder legislativo y al ejecutivo para contar con un alerta temprana de temas claves; mejorar la calidad de la argumentación con evidencia técnica validada, en los documentos que presente a los poderes públicos; capacitarse periódicamente en habilidades públicas para ser más efectivos en la tarea. La CNA de Brasil envía a sus directivos todos los años a aprender y actualizarse a EE.UU en el área de competencia del dirigente o del funcionario, costo que se considera una inversión, no un gasto.
Las usinas de pensamiento como la Fundación Producir Conservando y AACREA cumplen una función clave para generar información muy confiable tanto para los poderes públicos como para las entidades sectoriales. En la Cámara de Diputados de la Nación todos los bloques que integran la Comisión de Agricultura (incluyendo el oficialismo) acordaron utilizar los estudios y la información generada por AACREA como fuente para los análisis de proyectos. FADA -una buena iniciativa post 125 en el sur de Córdoba- está trabajando sobre la articulación pública-privada a nivel local, de la provincia y de la región Centro. El lobby es saber proveer la información correcta, a la persona correcta en el momento correcto. Con buena información verificable las entidades pasan a ser reconocidas como referentes confiables, clave para luego poder ilustrar, persuadir, negociar e influir ante los poderes públicos.
En nuestro país hay escuelas de liderazgo en varias entidades, donde se van formando los nuevos cuadros dirigenciales, quienes tendrán que afrontar -con más y mejores elementos- los desafíos planteados para poder incidir con mayor efectividad en el diseño, la elaboración y la evaluación de los impactos de las políticas públicas sectoriales.
Cierre: Esta ponencia fue presentada en el Congreso de CRA realizado en Gualeguaychú el pasado 31 de mayo, en el espíritu de generar un debate y análisis interno, aceptando que los juicios de valor del autor son opinables, que todo o parte de lo allí planteado puede ser ignorado, destrozado, rebatido o mejorado.
Los pasos de Aristóteles -siempre vigentes- son: ver, juzgar, actuar.
Adolfo Castro Almeyra, Gualeguay, ER; 5 de junio de 2014.