EL FUTURO INDUSTRIAL DE LA SOJA.
Por su aporte de proteína y grandes beneficios para la salud, la soja se hizo un lugar en el mundo pero las novedosas aplicaciones industriales se perfilan como un nuevo horizonte de productos biodegradables, renovables, para la vida cotidiana del futuro próximo.
Autor: ARTURO NAVARRO - 23/05/2014
La soja está de moda: desde salchichas hasta disolventes biológicos.
La soja, asociada en la Argentina con el ingreso de divisas aunque prácticamente no se la consume, es considerada universalmente una genuina fuente de proteínas, un producto alimenticio clave para combatir la desnutrición en el mundo, y el origen de las harinas proteicas y el aceite (los dos principales productos argentinos de la agroexportación), y el biodiesel. Pero comienza a ser también el yacimiento de múltiples aplicaciones industriales, que van desde pegamentos hasta plásticos, desde aceites para el automóvil hasta tintas de impresión y suministros para la construcción.
Es así que, según trascendió en Canadá, McDonald’s emplea el aceite de soja como uno de los secretos del sabor de sus célebres papas fritas o que Bridgestone Firestone, el conglomerado mundial de neumáticos, se propone fabricar una cubierta construida con 90 libras de aceite de soja renovable y 8,5 libras de poroto de soja. En 2012 la empresa multinacional Bridgestone Americas lanzó al mercado neumáticos que incluyen un 10% de aceite de soja en su composición -la línea “Firestone Agro”- y fueron diseñados para tractores de doble tracción con ocho ruedas: un modelo, como el Radial Deep Tread 23, pesa 900 kilos y contiene alrededor de 90 kilos de aceite de soja.
También Goodyear podría lanzar el año próximo una cubierta (“llanta ecológica” la denominan) que reemplaza el aceite basado en el petróleo por aceite de soja, lo que aumentaría la vida útil del producto en un 10 %.
En la misma línea, el gigante de las marcas de alto consumo Unilever, que destina un capítulo completo en su sitio oficial en internet sobre las bondades de la soja y tiene una amplia gama de productos basados en ella, destaca que “diversos estudios epidemiológicos han evaluado el consumo de soja y de sus posibles efectos benéficos en la mejora del humor, y en la sensación de bienestar sicológico de las mujeres en la etapa del climaterio, en la prevención del cáncer de mama, próstata y colon, en poblaciones asiáticas cuyo consumo per cápita corresponde a 25-40mg/día”.
LA INDUSTRIA DE LA SOJA HOY
En la actualidad, cuando el poroto de soja llega al polo agroindustrial del Gran Rosario (con capacidad de molienda para más de 62 millones de toneladas anuales), se estima que este año un 73 % de la cosecha (40 millones de toneladas sobre una producción calculada en 55 millones) se industrializará, para producir los principales productos de exportación de la agroindustria: aceite de soja, harinas proteicas y biodiesel. En conjunto, este año se proyecta que el complejo de la soja aporte ingresos a la Argentina, incluyendo al biodiesel, que ascenderían a casi 25 mil millones de dólares.
El procesamiento o molienda del grano de soja, que implica atravesar diversas y sofisticadas maquinarias, consiste en la extracción del aceite del poroto de soja, obteniendo por un lado, el aceite de soja y, simultáneamente, las harinas proteicas. El paso siguiente es producir el biodiesel, de cuya producción surge asimismo la glicerina (empleada en la pasta dental, otros usos cosméticos e industriales).
Antes de la industrialización, el poroto de soja con su alto valor en proteínas (un kilo equivale a dos de carne vacuna y once litros de leche) ya genera una larga lista de aplicaciones comestibles. De los porotos verdes, surgen ensaladas, platos calientes, conservas, encurtidos, sopas, salsas, guisos, locro, puchero, rellenos dulces, mermeladas, tortas y licuados. De los porotos secos se obtiene leche de soja (con ella se realizan además bebidas, queso, dulces, flanes, budines, papillas, tortas, postres, salsas, etcétera), con sus remanentes se cocinan otros productos (masitas, panqueques, croquetas, budines, tortillas) y con la soja tostada se prepara un sustituto del café.
Luego, el proceso industrial hoy en día del aceite de soja genera aceite envasado, lecitina de soja, margarina, mayonesa y biodiesel. De este último, surge también la glicerina, que es empleada por las industrias farmacéutica y cosmética, la plástica y la fabricación de pinturas epóxicas y celofán, aditivo para productos horneados conservante, emulsionante, elaboración de filtros para tabaco, alimento balanceado para animales, etcétera.
Las harinas proteicas de soja, el otro co-producto de la molienda de la soja, se aplican fundamentalmente para alimento balanceado de animales, las cuales han sido cruciales para solventar la gran expansión mundial de la carne porcina y aviar, particularmente de Europa, siendo así un aliado estratégico en la generación de carne para consumo humano. Pero también son empleadas en panadería (el American Institute of Baking, de Estados Unidos, planteó que la utilización de la harina de soja lecitinada como alternativa al huevo reduce el costo de materias primas en un 25 %), alimentos infantiles y para diabéticos (es hipoglucémica y previene enfermedades cardíacas), fideos, salsas, pizzas, rellenos, polvos para helados, pastas alimenticias, etcétera.
EL FUTURO: LOS NUEVOS USOS INDUSTRIALES
Pero la perspectiva de los próximos años de la soja constituye un desafío a la imaginación. Aunque ya a comienzos del siglo pasado la soja se empleó para la fabricación de pinturas, lubricantes y hasta un revolucionario panel para autos que en 1933 presentó Henry Ford, las investigaciones sobre los derivados industriales de la soja comienzan a dar sus frutos, para encontrar productos ecológicos y biodegradables que preserven el medio ambiente.
En la Argentina, en 2010, los científicos de la división Caucho del Instituto Nacional de Tecnología Industrial (INTI) desarrollaron un pegamento sobre la base de concentrado de proteínas de soja que posee el mismo nivel de adhesión en seco que los que contienen un derivado del petróleo (urea-formaldehído o UF), que fue éste declarado “agente cancerígeno” por la Organización Mundial de la Salud (OMS), por lo que fue prohibido en Europa y muy pronto en Estados Unidos. El nuevo pegamento con soja, además de no ser tóxico, tiene como base una materia prima renovable y abundante y puede reemplazar a los adhesivos de UF para uso en la industria maderera, su principal destinatario, para la fabricación de laminados y aglomerados.
Algunas de las numerosas aplicaciones industriales de nuevo cuño de la soja son las siguientes:
• El aumento del precio del petróleo y la creciente preocupación por el impacto ambiental de los productos químicos de limpieza y removedores de pintura ha despertado interés en disolventes de base biológica como el metilo de soja, un éster metílico derivado del aceite de soja, que es el ingrediente clave en una mezcla ecológica. Por ser de bajo costo, conforma una alternativa fácilmente biodegradable que podría sustituir a algunos de los solventes clorados y sus derivados tradicionales. Por ejemplo, en Estados Unidos la compañía Soy Technologies ofrece diversos productos que utilizan metilo de soja en la producción de productos de limpieza industrial y removedores. En las pruebas, estos productos han demostrado eficacia igual o superior a sus homólogos del sector petroquímico.
• Plásticos sobre la base de soja: se dividen en dos segmentos principales: poliuretano, utilizando polioles (alcoholes polihídricos) de soja, y termoestables. La versatilidad y menores costos de producción transforman a los plásticos de soja en una opción de rápido crecimiento. Los poliuretanos se aplican en espumas de uretano, aglutinantes, recubrimientos, adhesivos y selladores. Varios fabricantes han creado polioles de soja que se utilizan en aplicaciones tales como respaldos de alfombras, aislamientos, spray de espuma, paneles de la carrocería de la maquinaria agrícola y otros productos. Son materiales compuestos de plástico y poliuretanos que se aplican para carrocerías y partes interiores para automóviles, barcos e incluso equipo agrícola utilizado para la cosecha de la soja y otros cultivos de semillas oleaginosas. Ford es una empresa pionera en el desarrollo de las espumas de soja, como lo señaló en el seminario de ACSOJA realizado a comienzos de mayo de este año la doctora Deborah Mielewski, líder técnica senior del departamento de Materiales Sustentables de la automotriz. Los asientos de poliuretano sobre la base de soja (reemplaza hasta el 40 % de los provenientes de polioles del petróleo) se emplean en la totalidad de los vehículos lanzados desde este año en Estados Unidos (cada uno, insume 31.251 porotos de soja). Compuestos plásticos termoestables: En 2005, se desarrollaron cuatro versiones de una resina de poliéster termoestable sobre la base de soja, la que fue utilizada en Estados Unidos por grandes fabricantes de maquinaria agrícola, como John Deere, para un componente de moldeo termoestable de tapas y carcasas de tractores.
• Lubricantes de soja: aunque siguen las investigaciones para perfeccionarlos, tienen ventajas importantes como su mayor viscosidad, menor pérdida por evaporación y un gran potencial. La necesidad de lubricantes de alto rendimiento y de baja toxicidad en áreas ambientalmente sensibles le otorga a los originados en la soja un horizonte promisorio como aceite para cárter, fluidos hidráulicos, aceite para caja de cambios y cadenas, entre otros.
• Revestimientos y otras aplicaciones de soja: para la madera y las manchas de cemento, masilla y otros productos de construcción se han desarrollado y están comenzando a llegar a los consumidores con recubrimientos de soja que han demostrado su versatilidad en nuevas aplicaciones , incluyendo revestimientos de tejados y acabado de imitación en la construcción de obras de arte. Además, la tinta de soja, que no mancha al ser manipulada manualmente, recientemente celebró 20 años de uso en la prensa en los Estados Unidos donde, en la actualidad, más del 90 por ciento de sus 1.500 diarios utilizan tinta de soja en sus rotativas. En ese sentido, se trabaja ya para desarrollar un tóner sobre la base de soja para fotocopiadoras e impresoras de computadoras.
• Nuevos adhesivos de soja: la harina de soja finamente molida puede combinarse con otras resinas disponibles comercialmente, que resultan en una amplia gama de fuerza, secado y propiedades adhesivas para su uso en la producción de paneles de madera. Así, la harina de soja ofrece una alternativa más segura que el formaldehído para adhesivos de enchapado de maderas ya que éste es considerado “cancerígeno para los seres humanos”. Actualmente, en Estados Unidos, una empresa ya provee de un adhesivo basado en harina de soja para su uso en enchapado de madera y fabricación de aglomerado.
La nómina de nuevas aplicaciones de la soja en el futuro es extensa: desde productos para la agricultura a suministros para la construcción, desde fluidos hidráulicos a aditivos para los automóviles. La soja propone un futuro de usos industriales impensados.
RECUADRO 1:
SU LLEGADA A LA ARGENTINA
Aunque su origen se sitúa hace unos 4.000 años en China (el primer escrito sobre la soja fue en un libro de medicina que data del 2.383 a.C.) y que se conoció en Europa en el Medioevo, su arribo a la Argentina se ubica en el siglo XIX, algunos citan algunos plantines exploratorios desde 1862 pero se asigna a un francés, el enólogo Adolfo C. Tonnelier, su introducción en Mendoza en 1898. En realidad, señala en un trabajo inédito el ingeniero agrónomo Gerardo Gallo Candolo, Tonnelier, quien tuvo experiencia en Indochina (Vietnam) donde conoció la soja, buscaba otra leguminosa que aportara materia orgánica para preparar suelos arenosos destinados a viñedos.
Los primeros ensayos se realizaron en Córdoba entre 1909 y 1920, supervisados por el propio Tonnelier, pero, a pesar de su buen desempeño, no se lograba solucionar el problema del desgrane de las chauchas de soja. Eso lo logró Estados Unidos, donde en 1940 se había introducido la soja, mediante una variedad denominada Lee. En 1942, Bunge y Born emplazó una planta industrial que elevó la superficie sembrada a 4.237 hectáreas, pero el esfuerzo no prosperó. Hasta que en 1956 se fundó la empresa Agrosoja, de Ramón Agrasar, quien fue estimulado y financiado por un directivo del Instituto Nacional de Nutrición y otro de un laboratorio farmacéutico (subsidiaria de Pfizer), interesado en las propiedades como emulsionante de medicamentos de la lecitina de soja. Tras un viaje a Estados Unidos, en 1956 Agrasar trajo 240 mil toneladas de semillas de soja, cuyos mejores desempeños se observaron al año siguiente en Metán, Salta, y Coronel Bogado, Santa Fe.
Ante la necesidad de disponer de un mercado que estableciera un precio y una industria que agregara valor, se importó la primera máquina a rodillo, para procesar el grano y obtener aceite y harinas proteicas, que se instaló en San Lorenzo, Santa Fe. A pesar de las dificultades burocráticas, técnicas y legales, el 5 de julio de 1962 se exportó por primera vez soja (seis mil toneladas desde Rosario a Hamburgo, en el buque “Alabama”). Para facilitar las exportaciones, el secretario de agricultura, Walter Kugler, motorizó la adopción de las normas internacionales de calidad y en 1965 se fijó un precio sostén. A partir de 1969, con el trabajo de zonificación elaborado por el ingeniero Antonio Pascale, se inauguró la planificación de las siembras, por lo que al año siguiente comenzó a despuntar el “boom” de la soja.
1972 fue clave: hasta entonces, la producción doméstica de alimentos balanceados para consumo animal obtenía proteína de la anchoveta peruana, que ese año, por desplazamiento de las corrientes marinas cálidas, prácticamente desapareció y necesitaba ser sustituida. Así, solicitaron fomentar el cultivo de la soja para obtener su harina como fuente de proteína, por lo que en ese mismo año se la incorporó como especie para ser fiscalizada y su cultivo fue declarado de interés nacional. Dos años después se importan 80 toneladas de semillas de Estados Unidos, que determinaron la expansión de la producción y luego el surgimiento de industrias de procesamiento (“crushing”), que formaron el mayor polo agroindustrial de soja del mundo en el Gran Rosario. Junto con el desarrollo de la siembra directa y el éxito en 1996 de la biotecnología argentina, al generar una variedad de soja resistente al glifosato, y otros factores, la soja se transformó en al cultivo “estrella” del país.
RECUADRO 2:
HENRY FORD, EL PIONERO DEL NORTE
“La industria y la agricultura son socios naturales”, afirmaba en los año ’30. Así, ya desde 1928, se había interesado en el nuevo concepto de la agricultura, que postulaba la obtención de insumos industriales provenientes de productos orgánicos y renovables, mediante la química. Al año siguiente, construyó una enorme división en el laboratorio del Edison Institute of Technologies (Thomas Alva Edison aún vivía), en Dearborn, Michigan, pero a partir de diciembre de 1931 las investigaciones se focalizaron en la soja.
El doctor Edsel Ruddiman, amigo de la infancia de Ford, lo introdujo tempranamente, en 1927, en las posibilidades industriales de la soja, por lo que el desarrollador automotriz, en reconocimiento, llamó Edsel a su primogénito. De ese modo, Ford incorporó la soja a la línea de producción de sus autos: El aceite con el tiempo se convirtió en el producto de soja más importante de los coches de Ford. Anteriormente, sus vehículos eran terminados con cinco a ocho capas de laca, cada una de las cuales fueron fijadas y lijadas a mano. A partir de 1934, esa laca fue sustituida por una pintura de esmalte al horno sintética, que contenía aproximadamente 35% de aceite de soja, que ahorraba mucho tiempo y dinero.
Tras sintetizar una resina termoplástica sobre la base de soja, en 1936 algunos de los adornos en el nuevo Ford V-8 eran de plástico de soja. Por entonces, Ford y Ruddiman promocionaban abiertamente la soja y, cada vez que anunciaban a los recelosos periodistas los avances en el uso de la soja en el proceso industrial, los invitaban con menúes preparados en parte o en su totalidad con alimentos de soja. El primero de esos encuentros fue en 1934.