Buenos Aires, la provincia que estatizó el verano y se resiste al futuro.

Kicillof no va a contramano del gobierno nacional, sino de una demanda de competitividad, transparencia y eficiencia en la administración
Autor: LA NACION Luciano Román - 26/12/2024
“Si no hubiera Estado, no habría verano”. Especialista en frases coleccionables, como aquella de que “medir la pobreza es estigmatizar a los pobres”, el gobernador Axel Kicillof acaba de aportar una definición rocambolesca, pero a la vez reveladora. La provincia de Buenos Aires está gobernada por ideas cada vez más anacrónicas y por un gobierno que interfiere hasta en los sectores más dinámicos de la economía. Cree que el ocio, la diversión y el turismo se le deben agradecer al Estado: un Estado omnipresente y paternalista que asegura el cambio de estaciones, pero que, sin embargo, se muestra cada vez más impotente y desarticulado para prestar sus funciones básicas. Todo remite a una concepción emparentada con el chavismo, donde el régimen no solo garantiza el verano, sino que también dispone el adelantamiento de la Navidad y maneja el “ministerio de la Felicidad”, entre otras iniciativas que no dejan de ser trágicas, aunque propicien la risa y el chiste fácil.
Más allá de la retórica ampulosa y disparatada, la estatización del verano es un recordatorio del atraso bonaerense. Se trata de una provincia cada vez más rezagada en términos institucionales, donde las ideas de transparencia, modernidad y eficiencia no forman parte del discurso público. Algunos indicadores concretos: Córdoba, Mendoza y Santa Fe, por ejemplo, ya instrumentaron sistemas electorales innovadores con variantes de la boleta única. Salta aplica desde 2009 el voto electrónico, y Neuquén, por caso, lo hace desde 2019. Buenos Aires, en cambio, irá a las elecciones de 2025 con el obsoleto sistema de la boleta sábana, que no solo es una antigüedad, sino además una garantía de mañas, trampas y opacidades enquistadas en el proceso electoral.
" Documentos para ver haga click aqui