Esta vez el equilibrista no sobrevivió

Fenómeno social, uno de esos ídolos bien argentinos que rompieron el molde, Lanata formó periodistas, hizo diarios, libros, televisión, teatro, documentales y hasta una película, y se atrevió a investigar la megacorrupción kirchnerista
Autor: LA NACION Jorge Fernández Díaz - 31/12/2024
Alguna vez confesó que su verdadera vocación era literaria, y que se inventaba diarios y revistas, programas de radio y televisión, ruidosas polémicas políticas y denuncias explosivas con tal de no acometer su sueño más difícil: escribir una novela. Aunque al menos dos veces lo hizo –Historia de Teller y Muertos de amor– siempre abrigó el deseo de volver a intentarlo y lograr una contundente obra de arte.
En los inicios de Página 12 consiguió nuclear a algunos de los escritores más relevantes, y vivió una especie de doble vida: mientras relanzaba el periodismo de investigación en la Argentina y desnudaba la corrupción menemista, incentivaba la crónica novelada y se entregaba a la bohemia de entonces: incursionó en el cuento y la poesía, y en la radio nocturna, que es otra forma de la literatura. No resultaba infrecuente, cuando tomaba a un redactor, regalarle un libro de Raymond Carver o de cualquier otro autor del “realismo sucio” para que comprendiera la concisión, la sequedad y a la vez la belleza con que debía emprender su prosa. Fue, a lo largo de toda su carrera, un gran formador de periodistas.
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