El trilema de Milei que pone en tensión a la cúpula del poder.

Javier y Karina Milei, con el futbolista Martín Palermo, en el balcón de la Casa Rosada

En medio de las rispideces, volvió a hablar con Macri y quedaron en reunirse; las opciones electorales que debe definir el Presidente y los tuits que expresaron la interna amarilla; Villarruel teme que le quiten el control del Senado

Autor: LA NACION Jorge Liotti - 12/01/2025


En 2011 el profesor de Harvard Dani Rodrik escribió un libro llamado La paradoja de la globalización, en el que planteó un trilema que enfrentan los países en el contexto del siglo XXI. Su hipótesis es que no se puede optar simultáneamente por la hiperglobalización económica, la soberanía nacional y la democracia, sino sólo por dos de estos elementos a la vez, porque el tercero inevitablemente se resiente. Si un país está globalizado económicamente con un buen sistema democrático, resigna parte de su soberanía nacional (los países de la Unión Europea). Si prioriza la soberanía y la democracia interna, tiene problemas para integrarse a la globalización (Brexit). Y si se conecta con la globalización y se esfuerza en mantener su autonomía nacional, sacrifica la democracia interna (China).

El planteo de Rodrik puede servir como modelo de referencia para desarrollar el trilema, mucho más doméstico, que enfrenta Javier Milei a la hora de encarar el proceso electoral. Por un lado, tiene el objetivo natural de ampliar su base de sustentación en el Congreso para avanzar con las reformas que planea. Este camino lo llevaría a un acuerdo con Pro y eventualmente con otras fuerzas porque la estrategia sería de acumulación y de polarización. Encarnaría el planteo clásico de un oficialismo que llegó al poder con debilidades y necesita ampliarse.

La segunda aspiración sería buscar el crecimiento individual de La Libertad Avanza, transformarla en una fuerza política más robusta y con una personalidad distintiva. Desde esta premisa, sería más importante la pureza identitaria que los números y, en consecuencia, es una opción refractaria a los acuerdos con otros partidos.

Y el tercer propósito apuntaría a redefinir el mapa político de la Argentina para establecer una nueva hegemonía libertaria en medio de la fragmentación de las demás fuerzas. Esto supondría apostar al debilitamiento de sus dos principales rivales: el kirchnerismo, que expresa la oposición frontal de la centroizquierda, y el macrismo, como manifestación de una centroderecha que pueda competirle por un electorado similar.

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