Un experimento político con final abierto.

Convencida de que sería condenada, la señora de Kirchner puso toda su energía en que la absuelva la historia; en el caso de un líder político, eso sólo se consigue ganando elecciones
Autor: LA NACION Carlos Pagni - 19/06/2025
Cristina Kirchner coronó, con la gran manifestación de apoyo que se volcó ayer sobre la plaza de Mayo, un minucioso ejercicio político: la construcción del escenario de su condena judicial. Fue un experimento exitoso que abre una incógnita muy relevante sobre el futuro de su peripecia en el juego del poder. La multitud que se movilizó para protestar por la prisión que le dictó el Tribunal Oral Nº 2 en la causa Vialidad es la plataforma sobre la que ella ejecuta un relanzamiento político destinado a mantenerla, desde la prisión de San José 1111, al frente del peronismo. El resultado de esa operación es parte de una historia que todavía está abierta.
La premisa mayor de toda la jugada es bastante obvia. La expresidenta nunca tuvo dudas acerca de que la Justicia la penalizaría. Se le pueden reprochar mil imperfecciones a la abogacía de Carlos Beraldi. Pero las pruebas sobre el desbarajuste cometido en Santa Cruz eran infinitas. Y hubieran sido más si esa investigación no se hubiera desmembrado de la que se enfocó en las contrataciones “turísticas” de Hotesur y de la que se siguió por la emisión de facturas apócrifas de Lázaro Báez. En consecuencia, condenada por los tribunales, la señora de Kirchner puso toda su energía en que la absuelva la historia. En el caso de un líder político, la absolución de la historia sólo se consigue ganando elecciones.
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