El desafío es innovar.

El texto de esta nota es el discurso que el autor, mentor de la siembra directa en la Argentina, pronunció en el VIII Congreeso de Aapresid, cuando era presidente de esa organización, en el año 2000.
Autor: VICTOR TRUCCO - 28/06/2025
Empezamos un nuevo siglo lleno de desafíos, para algunos. Al mismo tiempo de amenazas y desconcierto para otros. Hay quienes piensan que hablar de desafíos, de oportunidades, es un desatino. Para pasar desapercibido hay que ser pesimista; ser optimista es ingenuidad u omnipotencia. Y estar entusiasmado, parece un acto de locura. Nosotros estamos cerrando un seminario de Biotecnología y abriendo un congreso de Aapresid. Estamos reunidos, porque: “El Desafío es Innovar”.
La siembra directa constituye un cambio de paradigma, respecto del uso del suelo. Ha constituido la gran innovación de fin de siglo.
El suelo ya no es necesariamente la víctima de la agricultura, los hombres nos estamos reconciliando con él. Ya no es necesario esquilmarlo, para vivir del suelo.
En nuestros congresos aprendimos a ponderarlo, estamos aprendiendo a mejorar el “ambiente necesario”, para que las semillas expresen su potencial.
Cuando nos empezamos a reunir, sólo unas pocas hectáreas eran las privilegiadas, actualmente (en 2000) son mas de 9 millones las hectáreas en directa.
Hemos comprendido que no solo sabemos producir, podemos hacerlo sustentablemente.
También rápidamente captamos que la biotecnología nos brinda una oportunidad. El mejoramiento genético se acelera, el control de malezas se ha simplificado y lo comprendimos. Fuimos los primeros en experimentarlos y los primeros en adoptarlos.
La siembra directa cambió los paradigmas en cuanto al ambiente productivo. La biotecnología cambia los paradigmas en cuanto a la genética de las plantas. La productividad agrícola es el resultado del ambiente y la genética.
Las grandes innovaciones de los comienzos del siglo XXI, son la siembra directa y la biotecnología. Por eso decimos que el desafío es innovar.
Definimos a AAPRESID, como una red de productores innovadores, receptivos de los avances de la ciencia y de la técnica.
Imaginemos por un momento qué sería de nosotros en este momento sin siembra directa y sin biotecnología.
54.000 empresas agropecuarias desaparecieron en los últimos siete años. Produce escalofrío pensar en desandar lo recorrido.
Siempre hable en estas ocasiones de la generosidad de los productores de AAPRESID. Nuestra actitud siempre fue abierta: compartir los hallazgos, difundir información, compartir las experiencias, celebrar el éxito, promover el ejemplo exitoso.
Acabamos de participar de un Seminario sobre biotecnología agrícola. Es un orgullo para nosotros haber podido realizar tamaña experiencia, haber correspondido a la confianza del “Centro David Rockfeller para Estudios Latinoamericanos, de la Universidad de Harvard”, quiero agradecer al profesor Otto Solbrig por haber confiado en nosotros.
Sin embargo, no deja de sorprenderme que en un tiempo tan beneficiado por la ciencia, tengamos que reunirnos para debatir las consecuencias de las resistencias, que surgen en las naciones más desarrolladas del mundo, a la aplicación de los principios científicos a la agricultura.
¿Qué esta pasando?, ¿Qué debemos hacer?. En AAPRESID hemos aprendido, a querer el suelo, quizás sean los sermones de Carlos Crovetto, los conceptos de Nono Pereyra, la pasión de Hebert Bartz, las ideas de Rogelio Fogante o la visión de Shirley Philips.
Hemos hecho de la comprensión racional, una pasión. ¿Quién nos puede reprochar el cuidado de los recursos naturales, la preservación del ambiente? No hablamos de lo que hay que hacer, lo hacemos.
En los últimos tiempo, nos hemos tenido que morder los labios, para no responder tremendas falsedades, cuidar la indignación que nos provoca oír hablar con tamaño desparpajo, sin conocimiento, con inexplicable intención, con el pretexto de defender lo que defendemos.
Ya no me puedo morder los labios. Me explota el corazón. No somos ambientalistas por definición, somos ambientalistas por acción.
No somos ecologistas por moda, somos ecologistas por interés, vivimos de la naturaleza, de sus secretos. No vivimos del activismo, vivimos de nuestro trabajo.
Controlamos la erosión, promovemos el secuestro de carbono y el uso de biocombustibles, el uso sustentable de los insumos y la rotación de los cultivos; nos preocupa la biodiversidad, el control integrado de plagas y el balance de nutrientes.
¿Quién puede mostrar mayor compromiso? Somos ciudadanos demócratas, respetamos la libertad de expresión; pero nos indigna la manipulación de la gente, el engaño de la población, la confusión del ingenuo y la hipocresía.
En un mundo globalizado y competitivo, debemos reconocer las amenazas y las oportunidades. Debemos poner acento en nuestras fortalezas y superar nuestras debilidades. Nuestras fortalezas están en la agricultura que estamos desarrollando: sustentable, productiva, competitiva y rentable sin subsidios.
Nuestra debilidad son los complejos, la falta de confianza, el pesimismo, no creer en nosotros mismos. La falta de decisión sobre lo que depende de nosotros, sin pedir permiso, sin comprar argumentos ajenos.
Si tomar decisiones propias nos trae problemas, serán los inconvenientes de nuestro protagonismo y no los de indiferencia o la indefinición ; serán los del progreso y no los del atraso. Superarlos será avanzar, no resistir.
Entiendo que como país debemos dejar de titubear, incorporar las innovaciones científicas, sin retraso, con entusiasmo, sin miedos.
Debemos derrotar al peor enemigo: nosotros mismos. Al mismo tiempo adecuarnos a las nuevas circunstancias. Reglamentar mecanismos de identificación, puede ser una forma que permita ofrecer lo que se nos pida.
Producir cultivos mejorados por la biotecnología debe ser una decisión del productor. Producir commodities, especialidades, orgánicos, tiene que ser una opción y no una obligación.
No queremos que nadie se ponga en nuestro lugar, lo podemos hacer nosotros mismos.
Los cambios son tan rápidos que nadie puede responder por todos. Cada uno debe hacer lo que corresponda, el Estado lo suyo, controlar que los productos sean sanos, las certificaciones serias, los derechos respetados y las obligaciones cumplidas.
El sector privado debe cumplir con su parte, cumplir las normas, pagar los impuestos y poder elegir si producir es un negocio o un riesgo.
No se puede etiquetar como diferentes, productos sustancialmente equivalentes, por obligación. Siempre puede ser una opción, en cuyo caso debe ser veraz lo que se dice y es eso lo que debe controlar el Estado.
Nos parece absurdo la obligación de etiquetar productos iguales, porque tengan proceso diferentes e incorporar costos que ni productores, ni tampoco la mayor parte de la población pueden absorber.
No puede ser que por “moda”, se ceda a “campañas” que primero han hecho lo imposible por destruirnos los mercados externos; el colmo es que ahora en nuestra propia casa, nos traten de convencer que no nos conviene lo que nos conviene.
Se necesita coraje. Si no defendemos nuestros intereses frente ante estas amenazas; que nos queda para aquellas, que se deben librar en terrenos foráneos, con intereses poderosos.
Argentina a partir de las sojas resistentes a glifosato, ha tenido una cosecha de regalo, en tres años. Es decir hemos sembrado tres campañas de soja y cosechado por cuatro. ¿Existe otro ejemplo de beneficio similar, para los productores y para el país?
Se han reducido en estos tres años en 500 millones de dólares el gasto en agroquímicos. Sé que esto es un fenómeno complejo, de cambio de productos, reducción de precios, etc. Pero sin duda ha sido consecuencia de las innovaciones tecnológicas vinculadas a la biotecnolgía.
Sé que me excedido en tiempo, en este tema. Pero he comprendido en este tiempo, que si no defendemos nosotros los beneficios de la biotecnología: ¿Quién los defiende?
Sin duda creo que ha sido la innovación de insumo más revolucionaria de los últimos tiempos, la que mayor impacto ha tenido en nuestra producción.
¿La podemos perder? ¿Nos podemos quedar con los brazos cruzados? AAPRESID no se va a quedar con los brazos cruzados.
Se presenta el problema de los OGM, como problema de la compañías. El problema nuestro. Las compañías pueden cambiar de negocio y ¿nosotros que?. Es como pensar que suprimir los automóviles sería un problema de la Ford. Ford pierde un negocio, nosotros un medio de transporte.
Creí necesario, poner énfasis en este tema por las circunstancias que estamos pasando y la convocatoria de este congreso, en el que decimos que el desafío es innovar y pareciera que nos están diciendo prohibido innovar.
Dos años atrás abría el 6° congreso proyectando un vídeo, que muchos recordarán, que mostraba el crecimiento de la población. Al reducir 2000 años a 5 minutos, solo los últimos 20 segundos importaban. Este año hemos salido del mundo y entrado en un supermercado de un barrio de París.
Dejamos el todo y nos ocupamos de las circunstancias. Dejamos de pensar en 6 mil, 8 mil o 10 mil millones de personas. ¿De cuántas personas hablamos? ¿300 millones ?
Somos productores de alimentos. Es decir energía. Proteínas que, pocos minutos después de ingerir, no se puede reconocer en la circulación si los aminoácidos circulantes provienen de una comida de 100 dólares o de 20 centavos.
El marketing parece superar la realidad. Quizás en poco tiempo pueda convencer, a la población desnutrida, que no solo esta en África, también la encontramos en todas las grandes ciudades del mundo, durmiendo en el atrio de las iglesias, los subtes, etc. ; que comer es secundario, lo importante es no morir intoxicado.
El mundo ha cambiado, es común oírlo y reconocerlo fuera de nosotros, pero cuesta comprender la forma en que nos involucra.
Hace pocos días Gustavo Grobocopatel, reflexionaba que siempre hubo “pioneros” y “colonos”. Los primeros fueron los que llegaron primero, los innovadores, los que demostraron que era posible hacerlo; luego llegaban los colonos, cuando los riesgos habían desaparecido y la situación estaba controlada.
A gran parte de los pioneros le ha ido mal, pagaron los costos del desafío, en cambio a los colonos les ha ido bien, aprendieron de las equivocaciones ajenas.
Muchos de nosotros somos hijos y nietos de colonos. El pasado ha sido tiempo de colonos, el futuro será tiempo de pioneros, los tiempos se han acelerado, los cambios de paradigmas serán mas rápidos y los colonos llegarán tarde.
AAPRESID es una organización de pioneros, así nos han llamado desde el principio: “los pioneros de la siembra directa” ; tenemos que seguir siendo los “pioneros de la innovación”.
Los productores agropecuarios hemos visto la agricultura como un modo de vida, una actividad familiar. Ya no es suficiente que una actividad sea productiva, tiene que ser rentable.
Las condiciones actuales, han puesto una presión sobre el sector, que obligan a cambiar o desaparecer. Lo digo sin abrir juicios, sobre si es bueno o si malo, es una realidad. Una vez más el desafío es innovar.
El negocio agrícola actualmente exige que los procesos involucrados sean realizados profesionalmente, es decir que sobre cada hectárea en producción se aplique el máximo conocimiento posible.
En Argentina esto se está resolviendo a través de un “sistema integrado de producción”, lo que constituye una verdadera innovación organizacional.
El sistema consiste en la formación de una “red de empresas”, que consiguen escala por integración, en la que cada una aporta su fortaleza, una especialidad. Unas la planificación y la asistencia técnica, otras la gestión de la producción; otras el financiamiento; también participan empresas de servicios: siembra, fertilización, pulverización, cosecha, etc.
De este modo, el que siembra solo siembra, es un profesional. La sembradora se amortiza con su función. Se logra una alta eficiencia en el trabajo y en la inversión.
El productor ya no es necesariamente una familia que realiza todas las tareas rurales, puede ser una empresa de servicio, que debe satisfacer la necesidades de su cliente.
Por eso que le decimos a aquel productor, que ya no puede llevar a delante su campo, agobiado por deudas, falta de crédito, etc.; que no trate de reconstruir lo perdido, que inicie una nueva empresa, que el desafío está en innovar.
La escala de producción está creciendo en Argentina, pero no a través de grandes empresas agropecuarias, que por supuesto también las hay, está creciendo por la formación de “redes de empresas integradas”
El punto central de este proceso lo constituyó la siembra directa, y no sería posible sin este nuevo concepto, que no solo nos permite producir sin destruir. También ha simplificado las operaciones, de modo que también revoluciona la forma de producción.
Otra palanca innovadora es la capacitación, si no hay formación, mentes abiertas, gente capacitada no son posibles los cambios. Por eso insistimos con el Instituto de Capacitación, con estos congresos, las reuniones técnicas, etc.
Lamentablemente algunos siguen interpretando nuestras propuestas, de alto costo, inaccesibles al productor medio; debemos convencerlos que se trata de una “pequeña inversión”, que nuestras reuniones no son entretenimiento, recreación, placer o vacaciones. Son de trabajo, esfuerzo, capacitación.
No somos elitistas, somos exigentes. Exigentes con nosotros mismos, con los demás somos generosos, tratamos de comprender, de ayudar. La profesionalización de la actividad agropecuaria, requiere más que una persona, una familia, necesita un equipo, una organización, un sistema.
Los tiempos requieren compartir estrategias: más que asociativismo, integrar fortalezas y no sumar debilidades.
Decimos que la agricultura tiene que ser competitiva y quiero hacer una aclaración al respecto. Entiendo que la competencia es una “actitud necesaria” para sobrevivir como especie. Estamos vivos porque nuestro “equipo de genes”, pudo sobrevivir a los desafíos que los impusieron las enfermedades y las plagas, a lo largo de la historia, nuestro genoma, al que hoy podemos conocer lo está mostrando.
Es decir que si no hubiésemos superado la competencia no estaríamos vivos. Nuestra especie hubiese desaparecido. Por lo tanto competir es natural, es un esfuerzo de superación. Creo que la deformación está en pretender que competir solo sea ganar. El triunfo dura lo que la celebración, la competencia sigue y a eso nos tenemos que acostumbrar, el resultado es la superación, es la vida.
Muchos productores han bajado los brazos, no quieren competir. En algunos países se han transformado en cargas sociales para el resto y lo digo con todo respeto por mis amigos.
CAAPAS es un proyecto de agricultura mundial, sustentable, productiva y competitiva. Es un ejemplo de alianza estratégica, el objetivo es la empresa agropecuaria, mas allá de las fronteras.
Necesitamos una agricultura con competencia, que genere progreso social. Integrada en el Mercosur, en América y en el mundo.
Deseo una economía libre, pero sin trampas, que asuma la globalización como un desafío y no como una dominación. Pero tenemos que admitir, que mi deseo es un camino, no es una realidad.
Deseo que la política sirva para mejorar el Estado, que el “Contrato Social”, se adecue a los tiempos, que establezca las reglas y que las cumpla. No pretendo que se nos asegure la rentabilidad, pretendo que los ciudadanos puedan disponer de su rentabilidad, para invertir, ahorrar o disfrutar.
Invertir genera trabajo y crecimiento económico. Ahorrar posibilita que otros lo hagan. Disfrutar no es otra cosa que recibir los servicios de otras actividades. Por eso disponer de la rentabilidad no es un planteo egoísta, a la larga estimula a que todos nos esforcemos y vivamos de nuestro trabajo.
Es esta una oportunidad, para reforzar en AAPRESID, las convicciones que nos animan, reforzar esa red de productores innovadores.
A los amigos que nos acompañan, pedirles que no bajen los brazos, ni ante el pesimismo, ni ante las amenazas de grupos fundamentalistas.
A los científicos que nos acompañan, quiero agradecerles su labor, reconozco que su tarea se ha tornado ingrata en estos tiempos. Necesitamos investigación propia, Argentina ha tenido pioneros en este tema, Housay, Leloir y tantos otros; muchos se han ido, como Otto. Unos sembraron y otros nos están ayudando. No podemos ser solo usuarios de la ciencia y la tecnología ; también la tenemos que generar.
A los medios de prensa les deseo agradecer su apoyo y señalar su responsabilidad. Hoy sabemos que la realidad es lo que los medios reflejan.
Por eso creo que también tienen por delante un desafío. Este seminario seguramente ha prendido en ustedes el entusiasmo ante un mundo posible, apoyado en la ciencia y el trabajo. El desafío es ponerlo en el corazón de la gente.
A las instituciones que nos han apoyado para la realización de este seminario y el octavo congreso, nuevamente gracias.
Deseo especialmente agradecer a los panelistas del Seminario y a los del Congreso. Es un gran orgullo para AAPRESID realizar estos eventos, los que no serían posible sin contar con la generosidad y colaboración de todos ustedes.
Deseo destacar la participación de CAAPAS y su presidente Manuel Henrique Pereira, amigo incondicional, campeón de la generosidad, el optimismo y la cooperación.
Deseo concluir con estas palabras, recordando a Shirley Philips: “El único limite que tiene la siembra directa está en nuestra imaginación”
No es casual que AAPRESID sea una red de productores innovadores. No es casual que hoy “El desafío es innovar”.