¿Y si Milei perdiera en Buenos Aires?

Javier Milei Presidencia

El rumor de una eventual derrota en septiembre se instaló en los campamentos de los dos principales polos políticos e ideológicos; la incidencia en la economía dependerá del margen del traspié y del tamaño de una victoria peronista

Autor: LA NACION Joaquín Morales Solá - 17/08/2025


La política y la economía están pendientes de cincuenta días, inminentes y volubles. Es el tiempo que separará las elecciones locales en la provincia de Buenos Aires de los comicios en los que se elegirán en todo el país senadores y diputados nacionales. Las elecciones bonaerenses se realizarán el 7 de septiembre próximo; las nacionales se harán el 26 de octubre. El rumor de una eventual derrota en septiembre se instaló en los campamentos de los dos principales polos políticos e ideológicos: el nacionalismo seudoprogre del kirchnerismo y el libertarismo zigzagueante del mileísmo. “Podemos perder”, acepta uno de los funcionarios más importantes de Javier Milei. ¿Estrategia para movilizar a los apáticos o, acaso, están abriendo el paraguas antes de que llueva? “Hay algo de las dos cosas”, infiere uno de los principales analistas de opinión pública. “Será una elección desigual para nosotros: la jefa está presa”, se queja por su parte un cristinista insistente con la calificación de una jefa proscripta. La proscripción ha sido históricamente un castigo del poder político. La Justicia es, en cambio, la que condenó a Cristina Kirchner por delitos de corrupción y le prohibió el ejercicio de cargos públicos. La expresidenta no está proscripta; simplemente, fue condenada luego de un juicio justo. Aun cuando sigue ejerciendo la jefatura política más importante del peronismo, sus seguidores ni siquiera reconocen que la lideresa ya venía sufriendo la decadencia política desde que el partido que lidera perdió las elecciones nacionales en 2021 y 2023. Encartada por corrupción, la viuda de Kirchner todavía era en esos años una persona libre. De todos modos, hay síntomas claros de que los dos polos ideológicos están preocupados por las elecciones bonaerenses de septiembre. La primera señal de tal inquietud apareció con las candidaturas testimoniales, que es la manera elegante como la política califica a los candidatos que se proponen para cargos que nunca ocuparán. Son desfachatados más que testimoniales, y sus candidaturas son falsas. Es también una perversión de la democracia porque le resta transparencia al sistema político. No les importa. Solo el kirchnerismo tiene 16 intendentes bonaerenses como candidatos a legisladores provinciales o a concejales, cargos para los que seguramente serán elegidos, pero a los que renunciarán antes de asumir. La “tercera vía”, una vieja fantasía de la política argentina, liderada esta vez por dirigentes como Juan Schiaretti, Florencio Randazzo o Facundo Manes, tiene cuatro intendentes como candidatos para cargos legislativos que luego despreciarán. La Libertad Avanza lleva en sus listas a dos intendentes: el de Tres de Febrero, Diego Valenzuela, y el de Mar del Plata, Guillermo Montenegro. Los dos son mencionados en herméticos cenáculos mileístas como eventuales ministros si el Presidente decidiera una reorganización del gabinete luego de las elecciones nacionales de octubre. ¿Son entonces también candidatos testimoniales? Solo Montenegro aseguró que asumirá el cargo de senador provincial para el que se postula en los comicios de septiembre. Pero su nombre figura como candidato a suceder a Mariano Cúneo Libarona en el Ministerio de Justicia. Veremos si ocurre el relevo de ese ministro (nadie es más impredecible que Milei) y veremos, sobre todo, si Montenegro le dice que no al Presidente.



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