Un vía crucis que pone a prueba a Javier Milei.
En los últimos días el Presidente volvió a demostrar que las técnicas clásicas del poder le son ajenas
Autor: LA NACION Carlos Pagni - 23/10/2025
Se podría decir que la renuncia adelantada de Gerardo Werthein a la Cancillería era el último acto de la campaña proselitista del Gobierno. Una campaña que cuando dejó de ser accidentada fue para convertirse en catastrófica. Pero nunca hay que dar por terminado el vía crucis. La vida sigue dando sorpresas. A última hora, cuando ya estaba claro el daño ocasionado por Werthein, Mariano Cúneo Libarona anunció que el lunes no le ven más el pelo. Más allá de esta estadística, que el ministro de Relaciones Exteriores dimita a pocos días de unas elecciones inciertas, cuando el principal eje de la vida pública, que es la relación con los Estados Unidos, pasa por su escritorio, no obedece a la mejor estrategia de marketing. Sobre todo si inicia una corrida. De todos modos, estas desgracias tienen para Milei un efecto positivo: cada vez necesita menos votos para, el próximo domingo, dar la impresión de que obró un milagro electoral.
En los últimos días el Presidente volvió a demostrar que las técnicas clásicas del poder le son ajenas. Es muy inusual que un líder anuncie con una semana de anticipación que piensa realizar un cambio de gabinete. Es la mejor manera de desatar una guerra de todos contra todos. Los que temen ser despedidos inician una campaña de agresiones contra los presuntos reemplazantes. Y los que tienen aspiraciones de ingresar anegan los diarios con datos que demuestran por qué este ministro o aquel secretario deben ser exonerados de inmediato. En resumen, ese tipo de anuncio garantiza un brochazo de bleque sobre el aspecto del Gobierno. No es lo más prudente, sobre todo cuando las urnas están a la vuelta de la esquina. Pero quienes están cerca de Milei explican que “él no tiene filtro. Si piensa algo, tiene que decirlo”.
La justificación corriente del alejamiento de Werthein es que se sintió afectado por los malos tratos del “Mago del Kremlin”, Santiago Caputo. “Tal vez sobreestimó su lugar en el ajedrez del Presidente y quiso presionar con la renuncia, haciéndola trascender por la prensa todos estos días, para evitar que Caputo ingrese al gabinete. No es el mejor método para Javier”, especulan en palacio. Otros aseguran que “se lo llevó puesto el ‘Gordo Dan’”. Hablan del vocero informal del “Mago”, Daniel Parisini, quien había vapuleado al canciller desde su cuenta de X adjudicándole la malhadada entrevista con Donald Trump. Es decir, la entrevista que, antes de conocerse el resultado, se venía atribuyendo su jefe Caputo.
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