La nota del New York Times sobre Rafael Grossi, el diplomático argentino que surgió como un mediador inesperado en un mundo en guerra.

El presidente ruso Vladimir Putin se reúne con Rafael Grossi, el 11 de octubre de 2022 PAVEL BEDNYAKOV - SPUTNIK

El titular del OIEA, la agencia de vigilancia nuclear de la ONU, tuvo un rol central para la inspección de una planta en peligro en Ucrania, tuvo reuniones “extraordinarias” con Putin y negoció con el régimen iraní

Autor: The New York Times en La Nacion - 16/05/2024


WASHINGTON.- Rafael Grossi entró furtivamente en Moscú hace unas semanas para reunirse discretamente con el hombre con el que la mayoría de los occidentales nunca interactúan en estos días: el presidente de Rusia, Vladimir Putin.

Grossi es el director general del Organismo Internacional de Energía Atómica (OIEA), la agencia de vigilancia nuclear de las Naciones Unidas, y su propósito era advertir a Putin sobre los peligros de actuar demasiado rápido para reiniciar la planta de energía nuclear de Zaporiyia, en Ucrania, que ha sido ocupada por tropas rusas desde poco después de la invasión de 2022.

Pero mientras los dos hombres hablaban, la conversación desvió hacia las declaraciones de Putin de que estaba abierto a una solución negociada para la guerra en Ucrania, pero sólo si el presidente Volodimir Zelensky estaba dispuesto a renunciar a casi el 20 por ciento de su país.

Unas semanas más tarde, Grossi, un argentino al que le gustan los trajes italianos, estaba en Teherán, esta vez hablando con el ministro de Relaciones Exteriores del país y el jefe de su programa nuclear civil. En un momento en que altos funcionarios iraníes insinúan que nuevas confrontaciones con Israel podrían llevarlos a construir una bomba, los iraníes señalaron que ellos también estaban abiertos a una negociación, sospechando, tal como lo hizo Putin, que Grossi pronto informará detalles de su conversación a la Casa Blanca.


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